En medio de cifras aterradoras que genera día tras día la pandemia por coronavirus en todo el mundo, donde ya se superaron los 1,7 millones de contagios y las 104.000 muertes, las entidades científicas más reconocidas, los investigadores y epidemiólogos más destacados y los expertos en proyección de números se alinean a la gran recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS): testear, testear y testear.
Y es que con la realización de más tests en la población, se pueden evitar los contagios y circunscribir el virus a grupos de personas que en su mayoría (98%) se recuperarán.
Argentina anticipó en forma inteligente la siniestra película que se desarrollaba en Asia y Europa con el virus SARS-CoV-2. Y, a fin de aplanar la curva de contagios y no colapsar el sistema sanitario, decretó una cuarentena -aislamiento social preventivo y obligatorio- desde el 20 de marzo y ahora prorrogada hasta el próximo 26 de abril.
Al anunciar la extensión de la cuarentena, el Presidente destacó mediante una serie de gráficos que el aislamiento resultó eficaz y señaló que a la nueva etapa la llamará “cuarentena administrada”, y nombró algunas actividades que podrán volver a desarrollarse.
En los gráficos que mostró, señaló la curva de casos y progresiones de contagios de aquellos países en los que no se adoptaron medidas basadas en el distanciamiento social, como Italia, España, Estados Unidos y Gran Bretaña, donde la cantidad de infectados se disparó.
Y ejemplificó que, cuando Argentina inició la cuarentena, el coronavirus multiplicaba sus contagios cada 3,33 días. “De 1 a 2, de 2 a 4, de 4 a 8, de 8 a 16. Hoy, 7 de abril, logramos que esa velocidad sea de 10,29%, es decir que, para que se multiplique dejamos pasar 10 días. Esto es el efecto de la cuarentena, achatar la curva. Ahora, el que contagia al segundo no demora tres días sino 10,29. Si nosotros seguimos manteniendo esta cuarentena seguramente lograremos que la velocidad de contagio sea más lenta aun”, explicó.
Fernández elogió esta medida, pero no hizo referencia a la escasa cantidad de testeos por coronavirus que tiene el país. Y es que, además de las medidas de distanciamiento social, existe otra manera eficaz de prevenir contagios. Realizar testeos de COVID-19 a gran escala para saber quién padece el virus y aún no se ha dado cuenta o no ha manifestado los síntomas, a fin de que evitar que contagie a otros, especialmente en las tareas eximidas de la cuarentena.
En el mundo, los ejemplos de cómo Corea del Sur y Alemania han reaccionado frente a la pandemia, despertaron elogios. Ambos países han adoptado la estrategia de realizar testeos masivos a fin de contener el virus y evitar que circule libremente como ha sucedido en otras naciones del mismo continente, donde se duplican o triplican las cifras de contagiados y muertos.
“El éxito de Corea del Sur puede brindar lecciones para otros países, y también una advertencia: incluso después de reducir los números de casos, el país está preparado para un resurgimiento. El país ha tenido el programa de pruebas más expansivo y mejor organizado del mundo, combinado con amplios esfuerzos para aislar a las personas infectadas y rastrear y poner en cuarentena sus contactos”, aseguró Kim Woo-Joo, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Corea del Sur.
El país asiático ha evaluado a más de 510.000 personas, lo que equivale a casi 10.000 pruebas por millón de habitantes. Alemania ha testeado a más de 1,3 millones de personas, es decir, 15.700 pruebas por cada millón de habitantes.
En Argentina se han realizado hasta la fecha unos 16.379 tests, según el servicio Worldmeters.info, una de las fuentes informativas del mapa mundial de coronavirus de la Universidad John Hopkins. Y esa cantidad significa solamente 362 personas testeadas por millón de habitantes.
Uno podría imaginar que Argentina no puede compararse con Corea del Sur o Alemania, países desarrollados, con economías estables y sin deudas. Pero observando a países de la región sudamericana, vecinos, se advierte que estamos atrasados en la medición de posibles casos asintomáticos.
Chile ha realizado 72.800 tests, es decir 3808 por millón de habitantes. Ecuador, donde la pandemia está causando estragos, ha realizado 21.568 pruebas, a razón de 1222 por millón de personas. Uruguay, testeó a 7496 personas, es decir 2158 test por millón. Colombia, con una población similar a la nuestra, realizó 37.600 test, es decir 739 por millón de personas, el doble de pruebas que nosotros.
La proporción de tests de coronavirus por millón de habitantes de Argentina se asemeja a la de países como Jamaica (306), Togo (250), Camboya (345), Paraguay (317), Marruecos (210), Egipto (244), Pakistán (262) y Brasil (296).
El problema de los test escasos y hasta fallados
Uno de los problemas para realizar testeos masivos es que los reactivos necesarios son un bien escaso en todo el mundo. Al igual que con los respiradores artificiales, los países se disputan grandes compras, dejando sin herramientas de detección a otras naciones. Y ello ha causado problemas también en cuanto a la calidad de los mismos.
El gobierno de Boris Johnson en el Reino Unido pedirá un reembolso por los 3,5 millones de kits de pruebas de coronavirus que compró en China el mes pasado y que un estudio determinó que no eran fiables.
El profesor John Bell, coordinador de las pruebas de coronavirus para el Servicio de Salud Pública de Inglaterra, dijo que los tests adquiridos no son confiables cuando se usan en pacientes que no califican como enfermos graves, es decir, la mayoría de las personas que se someten a las pruebas de COVID-19.
El cargamento de 8000 tests de coronavirus que España compró a empresas chinas resultó un fiasco, por su alta tasa de falsos negativos, lo que dificulta descartar el riesgo de pacientes que podrían contagiar a otras personas.
Bajo testeo según los especialistas
En los últimos días, emergieron voces críticas sobre la capacidad de testeo en el país. El reconocido neurólogo Conrado Estol se pronunció al respecto con un mensaje desalentador: dijo que Argentina está contando mal los infectados y los muertos y que en el país debería haber, al menos, 30 mil personas contagiadas. En alusión a este debate, Carla Vizzotti, Secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, respondió: “Nosotros en Argentina nunca dijimos que no era importante hacer tests. La idea es expandir el testeo y trabajar en la descentralización para que cada provincia y cada laboratorio puedan generar cada vez más testeos”.
“El test es para las personas que cumplen con la definición de caso, es decir aquellos que tienen síntomas compatibles o viven o vienen de un lugar donde hay circulación viral. En este momento en la Argentina la definición de caso es amplia. El número de testeos está aumentando y la idea es seguir en ascenso. La semana pasada se redistribuyeron 35 mil tests y esta semana ingresaron 50 mil más. Ya hay 123 laboratorios que realizan testeos y 45 que hacen más de diez por día. En eso se está trabajando fuerte”, explicó.
Para el infectólogo Eduardo López, “teniendo en cuenta que esta enfermedad se presenta en el 80% de los casos de manera leve, se debería testear más para saber cómo está circulando el virus en la comunidad, especialmente en los seis distritos donde se asume que hay circulación comunitaria: la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Chaco, Córdoba, Santa Fe y Ushuaia”.
El médico, miembro del comité que asesora al Gobierno en la emergencia sanitaria recordó a Infobae la recomendación del director de la OMS de “testear, testear, testear y quedarse en las casas”. “Hay que testear más; estamos en 300 tests por millón de habitantes y la cifra resulta relativamente baja si se compara con países como Chile o Uruguay”, insistió el infectólogo, para quien “detectar precozmente a las personas que presentan síntomas leves y aislarlos evita que esa persona siga contagiando a otras”.
Para él, “una manera de optimizar la cuarentena sería hacer más testeos para detectar asintomáticos y pacientes leves y aislarlos”.
En la misma línea se manifestó la médica infectóloga Paula Rodríguez Iantoro, quien destacó que en la Argentina se está “ante los primeros resultados de la primera cuarentena, que demuestra que se está teniendo una aparición estable de casos, alrededor de 100 o menos diarios”. Sin embargo, para la coordinadora médica de Helios Salud, “esto puede tener el sesgo de no estar testeando todavía a todos los pacientes, dado que se va modificando la definición de caso sospechoso”.
“Hace unas semanas, para ser sospechoso se necesitaba tener el nexo epidemiológico de haber viajado al exterior o estado en contacto con alguien que había llegado de viaje y a partir del 30 de marzo se considera caso sospechoso al paciente febril con signos respiratorios que resida o que se haya desplazado por las ciudades donde hay circulación comunitaria del virus (CABA, conurbano bonaerense, tres ciudades en Córdoba, Chaco, Ushuaia y Santa Fe)”, indicó la experta.
Y agregó: “Al testear más vamos a tener un número de casos mayor para ver realmente cuántos de los que testeamos son positivos. En la actualidad estamos teniendo un 17/18% de positivos de todos los testeos, es decir que vamos a poder empezar a ver si realmente estamos pudiendo controlar la epidemia en la Argentina cuando tengamos menos del 10% de todos los testeos positivos”.
Para ella, “esto quiere decir que por ahora es muy temprano para sacar alguna conclusión; esto se va definiendo paso a paso, cuando cada una de las medidas van teniendo un impacto, que se ve a la semana o 15 días aproximadamente”.
Para el cardiólogo Oscar Cingolani, la clave contra el coronavirus es la ampliación del número de testeos. Testear es la única estrategia de salud pública que permitirá conocer el escenario real que en cada país ocupará la pandemia. Luego, los gobiernos podrán tomar decisiones más precisas.
“En una pandemia como la actual que crece en forma exponencial, a partir de que se testea a un número fijo de personas por día siempre se estará atrás de las cifras reales de enfermos. Por eso la importancia del porcentaje de positivos sobre una muestra representativa. Solo esa herramienta es la que permitirá tomar decisiones precisas sobre las cuarentenas; aislamientos totales y obligatorios como en el caso argentino”, enfatizó.
Y agregó: “El mayor problema de los testeos es saber qué cantidad de pacientes dan positivo y qué cantidad de tests se hacen por cada millón de habitantes en cada país. El 80% de quienes se infecten tendrán síntomas leves; entre el 30 y el 50% serán asintomáticos o tendrán síntomas muy leves. Si no se testea, no se puede ver a la enfermedad real y solo aumentará la mortalidad”.
Según Cingolani, se pueden realizar los tests a las categorías que pueden ser vector de contagio por el trabajo que desarrollan: médicos, enfermeros, personal sanitario, trabajadores de supermercados, agentes de policía, farmacéuticos, etcétera. A estos grupos hay que hacerles test a todos. “Los nuevos tests en elaboración van a medir anticuerpos y van a determinar quién está recientemente infectado, y quién ya se recuperó y generó anticuerpos. Son estos los que primero van a poder volver a trabajar. Esto hay que planearlo bien. No se puede estar en cuarentena para siempre. Los países tienen que volver a la actividad. Por eso es importante el testeo, y la salida planeada y acorde a cada escenario”, concluyó.
Con la colaboración de Daniela Blanco y Valeria Chávez
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