Su hija murió en el vientre, le diagnosticaron una enfermedad rara y un cambio de alimentación le devolvió las ganas de vivir

Malena tiene 37 años, una hija de 5 y un diagnóstico que llegó a su vida de la peor manera. Le descubrieron esclerodermia sistémica difusa y polimiositis luego de que, con 37,5 semanas de gestación, su segunda hija muriera en la panza. Una dieta libre de gluten, lácteos y azúcar refinada la ayudó a remitir la enfermedad en sólo siete meses, y contra todos los pronósticos

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A Malena Ramos Mejía le
A Malena Ramos Mejía le diagnosticaron en 2016 esclerodermia sistémica difusa y polimiositis (@the_food_alchimist)

Hay hechos o vivencias que sin dudas cambian el curso de la vida de una persona. Si hubiera que hacer un “ranking”, muchos coincidirán que una enfermedad y la muerte de un hijo estarían entre las experiencias más “bisagra” por las que alguien puede atravesar. Tal vez la gran mayoría de los mortales no podría reponerse de semejante bofetada del destino.

A Malena le tocó atravesar las dos. Y sin embargo, a poco más de tres años de la muerte en el vientre de una hija y de recibir un diagnóstico que para muchos sería devastador ella define lo que le pasó como “un regalo del cielo”, que le permitió ser otra persona diferente a la que era, que disfruta de su día a día, elige lo que quiere hacer y al mismo tiempo tiene “la gran bendición” de que todo esto le permite ayudar a otras personas.

¿Qué pasó en el medio? Malena hizo carne aquello que siempre había creído acerca de que “las enfermedades son para evolucionar, son aprendizajes” y que la sanación se encuentra haciendo un camino de cuerpo, alma y mente.

Con casi la totalidad de su cuerpo entumecido y mientras intentaba reponerse de la muerte de su segunda hija a poco de nacer sin causa médica aparente, Malena recibió el diagnóstico no de una, si no de dos enfermedades, que según los especialistas la tendrían al menos cinco años en ese estado y bajo el efecto de más de 20 medicamentos diarios. No había mucho para hacer más que aceptar lo que le tocaba vivir, aprender a convivir con las enfermedades. Casi que resignarse.

Tenía un diagnóstico -esclerodermia sistémica difusa y polimiositis- y casi una “sentencia” de cómo iba a ser su vida a partir de ese momento.

“Un día le dije a uno de los médicos ‘doctor, no se preocupe porque yo me voy a curar’ y él me dijo que no, que tenía que abrazar y aceptar esta enfermedad porque no se curaba. Yo escuché eso y lejos de desmoralizarme fue como una luz que se me abrió y entendí que el médico no me iba a poder curar, que yo tenía que hacer todo lo que me dijeran los médicos pero yo tenía que trabajar por otro lado porque yo era una persona sana y algo se desequilibró en un momento y yo lo podía volver a equilibrar”.

Malena Ramos Mejía es licenciada en Nutrición -se había recibido en 2007- y pese a que nunca le habían dado en la carrera información sobre alimentación para enfermedades autoinmunes, le fue fácil comprender que tenía que poner en práctica aquel aforismo de Hipócrates que decía “que tu alimento sea tu medicina”. Y se puso a investigar cómo curarse.

La segunda hija de Malena,
La segunda hija de Malena, Violeta, murió en su vientre en la semana 37,5 de gestación (@the_food_alchimist)

- ¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste hablar de esclerodermia sistémica difusa y polimiositis? ¿Qué sabías de esas enfermedades hasta el momento?

- De esclerodermia había escuchado en la facultad; sabía que no era una enfermedad linda pero no mucho más. Polimiositis no lo había escuchado nunca y cuando la primera médica en su momento me la mencionó yo googleé y obvio lo que leí no me gustó, pero no sabíamos en ese momento si efectivamente era eso lo que tenía y si era, había que ver si era sólo de piel o abarcaba más órganos con lo cual traté de no imaginarme lo peor.

Al año y un mes de Sophie, mi hija que ahora tiene cinco años y medio, yo quedo embarazada de Viole. Tuve un embarazo perfecto, o sea, me sentía muy cansada, con vómitos y demás y lo atribuía al embarazo y a que tenía a Sophie muy chiquita y estaba trabajando. Sí en el último trimestre yo estaba muy hinchada (párpados, manos, cara, tobillos, piernas), pero mi obstetra me hizo más estudios y me controlaba la presión día por medio y estaba todo bien y lo que los médicos pensaban era que tal vez la beba se había posicionado en un lugar que estaba obstruyendo la circulación de los líquidos. Entonces trataba de sobrellevarlo.

Después nos dimos cuenta que el edema generalizado era la primera fase de la esclerodermia pero en ese momento nadie lo sospechó.

Cuando me faltaba una semana para la semana 38 entré en trabajo de parto, me puse en casa a contar contracciones, estuve casi 20 horas contando porque tenía que esperar a que fueran cada cinco minutos. Cuando llegué al sanatorio y me revisó el obstetra me dijo que no había dilatado y cuando me puso el estetoscopio me dijo que no escuchaba latidos de la beba. Me hicieron una ecografía y me confirmaron que no había latidos.

Yo hasta ese momento pensaba que esas cosas no pasaban así: que un embarazo normal, con un trabajo de parto a término, pensé que me la iban a sacar de urgencia, pero no había más nada que hacer.

Eso fue un shock muy grande: yo tenía toda mi casa preparada, pañales comprados, todo, había ido al sanatorio con el bolso. Ahí me sacan a Viole por cesárea, pudimos estar con ella, conocerla, hablarle, la tuvimos un rato y después le hicieron la autopsia y el estudio de la placenta, que me entregaron un mes más tarde.

Tras recibir el diagnóstico de
Tras recibir el diagnóstico de sus enfermedades, empezó a investigar sobre alimentación autoinmune (@the_food_alchimist)

Mi marido es coach ontológico, además de abogado, y siempre hacíamos unas meditaciones con la llama violeta, que es la llama de la transmutación energética. Ya en el embarazo de Sophie lo hacíamos y en el de Viole todos los días cuando hacía mis meditaciones y co creaciones (una herramienta del coaching, que acerca a terapeuta y consultante conectándolos de forma singular para aumentar la participación directa de cada consultante en todas las decisiones que se tengan que tomar) yo co creaba traer al mundo a un bebito que venga a enseñarme lo que tenga que aprender, me salía muy de adentro eso. Poder entender cuál era su misión en esta vida y qué es lo que me venía a enseñar. Co creaba traer al mundo a una bebita que venga a ascender, a cumplir con su misión y ascender. No sé por qué porque con Sophie co creaba otras cosas más cotidianas, pero esto me salía así y tampoco me llamaba la atención.

Cuando estábamos en el sanatorio, al día siguiente hicimos una meditación y entendí qué es lo que Viole me venía a pedir como mamá, y era soltarla porque ella ya era feliz. La pudimos sentir a Viole y ver, obviamente con los ojos del corazón, y yo me quedé tranquila y muy llena de paz. Fue sentir que ella era feliz y soltarla, y entender que por más que ella no estaba de la manera que yo quería ella estaba bien y yo quería estar feliz por eso.

Fuimos saliendo adelante y yo entendía en mi corazón que ella estaba bien y que esta había sido su misión en esta vida. Por supuesto que estaba triste, y por momentos más que otros, pero estaba bien.

- ¿Cómo te encontró el diagnóstico de tu enfermedad?

- Yo de a poco empecé a deshincharme, pero por otro lado había movimientos que no podía recuperar. Por ejemplo, se me había ido la panza y yo no podía agacharme para atarme los cordones, no me podía doblar. Y con el tiempo me daba cuenta que yo estaba como dura, me despertaba a la noche con dolor de espalda, dolor de músculos.

Yo seguía con mis meditaciones. Lo de Viole fue el 18 de mayo de 2016 y en julio una noche estaba en mi casa y veo cómo mis manos se me ponen de la punta de los dedos hasta los nudillos blancas, amarillas color muerte y de los nudillos para abajo moradas. La llamé muy asustada a una de mis hermanas que es médica y me dijo que eso se llamaba fenómeno de Raynaud y que podía estar vinculado a alguna enfermedad autoinmune. Ahí empecé a hacerme estudios, me internaron, me hicieron una biopsia hepática entre otros estudios y en octubre me diagnosticaron esclerodermia sistémica difusa y polimiositis. Me indicaron un tratamiento que incluía un montón de medicamentos, muchos corticoides, que con la esclerodermia no se llevan muy bien pero yo los necesitaba para la polimiositis entonces me daban una dosis intermedia más un montón de otros remedios.

"Después de lo de Viole
"Después de lo de Viole de a poco empecé a deshincharme, pero por otro lado había movimientos que no podía recuperar" (@the_food_alchimist)

La esclerodermia es una enfermedad causada por una sobreproducción de colágeno. Para ese entonces yo no podía cerrar las manos, las tenía como en garra, no podía ponerme una remera sola porque no podía levantar los brazos, no llegaba a cortarme las uñas de los pies, para subirme a un auto tenía que levantarme las piernas con las manos, cada vez me sentía más dura, no tenía movilidad, me estaba quedando cada vez más rígida. Eso causado por la sobreproducción de colágeno sumado a la polimiositis, que es una inflamación muscular tan grande que te atrofia los músculos.

Ahí empecé a investigar sobre alimentación autoinmune, que en la facultad no había visto nada de eso, porque yo sentía que mi cuerpo era sano y que yo así enferma no tenía que estar.

Ahí estábamos en octubre de 2016. Y el 1 de noviembre yo estaba obviamente tomando los 21 remedios que tomaba por día, y además empecé homeopatía, terapias energéticas, terapias para entender el para qué de lo que me había pasado y empecé a comer sin gluten, sin lácteos, sin azúcar refinada, sin maíz, sin soja, sin conservantes y sin aditivos.

- Siendo nutricionista, ¿nunca habías puesto en duda los efectos de estos grupos de alimentos que dejaste de consumir?

- La realidad es que me parecía que no hacía falta dejar el gluten si no eras celíaco; los lácteos siempre me cayeron un poco mal, pero tenía la duda de dónde sacar el calcio porque eso era lo que me habían enseñado en la facultad. Y el azúcar sabía que era dañina, pero no consumía mucho y en verdad la prefería antes que los edulcorantes que me parecían muy artificiales.

Luego supe que el 70-80% de las células inmunitarias de las personas está en el intestino y que entonces en la medida en que uno cuida el intestino y lo sana, de la misma manera sana su sistema inmunitario. Y esto no sólo corre para las enfermedades autoinmunes sino para otro montón de enfermedades como cáncer, Parkinson, etc que pueden aparecer cuando uno tiene un sistema inmune debilitado.

Cuando empecé a alimentarme así comencé a darme cuenta que tenía más energía, me empecé a inflamar menos, y entonces no tenía dudas que estos alimentos realmente me iban a ayudar. Me di cuenta que cualquiera de los alimentos procesados tenía gluten, lácteos, azúcar, maíz o soja. Y dejé de consumirlos.

Al primer mes yo ya había tenido algunos efectos adversos de los corticoides y cuando cambié la alimentación esos efectos se me fueron.

Además, yo soy una convencida de que las enfermedades son para evolucionar, son aprendizajes y que la sanación se encuentra haciendo un camino de “cuerpo-alma-mente” y también hacía muchas terapias espirituales.

El 70-80% de las células
El 70-80% de las células inmunitarias de las personas está en el intestino y en la medida en que uno cuida el intestino sana su sistema inmunitario (@the_food_alchimist)

De a poco me fui dando cuenta cómo mi piel podía estirarse cada día un poco más. Los médicos me habían dicho que los remedios que me dieron en principio iba a tomarlos al menos cinco años y después me iban a evaluar. Así que tenía un largo recorrido.

Sin embargo, en octubre de 2016 me diagnosticaron y en mayo de 2017 entré en remisión y ahí empezó la retirada del corticoide, que me duró un año sin ninguna recaída.

- ¿Te costó reformular tu manera de alimentarte? ¿Cuánto tiempo le dedicás a tu comida? ¿Toda la familia come igual?

- Cuando empecé a leer que había un tipo de alimentación que podía ayudarme y enseguida pude sentir los efectos positivos y todo me hizo sentido la verdad es que no me costó nada; yo necesitaba salir del lugar donde estaba y sabía que me iba a sanar e iba a hacer lo que necesitara hacer para sanarme. Yo tenía en claro que como estaba no quería estar.

Por más incómodo que fuera ir a las terapias, que me pidieran que cambie un montón de paradigmas, todo mi deber ser que yo tenía muy marcado, mis expectativas de vida (para los 38 años yo quería tener cuatro hijos), otro plan de vida, la realidad es que me entregué y dije “que sea lo que tenga que ser, pero yo de acá me voy”.

En cada una de las terapias que hacía me metí de lleno, cambié absolutamente todo lo que sentí que esta situación me estaba pidiendo que cambie: yo era una persona muy estructurada, muy rígida, muy autoexigente, muy de valorarme por lo que hacía y no por lo que era y todo eso cuesta un montón cambiarlo porque son paradigmas y creencias de toda una vida, y la alimentación lo mismo, yo me daba cuenta que me estaba haciendo bien con lo cual no me importaba nada lo que no estaba comiendo.

Cuando me empecé a sentir bien, por ahí sí me empezó a costar un poco esto de que todo el mundo comía cosas distintas a mí, que me lleve tiempo la cocina y más cuando empecé a trabajar y tenía menos tiempo. Por momentos me puso un poco triste y me lo permití. Ahora ya no me pasa, me pasó muy poquitas veces pero la verdad es que yo elijo esta forma de comer porque me siento muy muy bien.

"Yo necesitaba salir del lugar
"Yo necesitaba salir del lugar donde estaba y sabía que me iba a sanar e iba a hacer lo que necesitara hacer para sanarme" (@the_food_alchimist)

Al principio yo cocinaba sólo para mí y Sophie y mi marido comían lo que había. Casi nunca cocinaba para ellos porque realmente no tenía energía. Después con el tiempo empecé a cocinar para mí y un poco para ellos y ahora hace un año que todo lo que cocino es sin gluten, sin lácteos y sin azúcar.

Mi hija socialmente come lo que come cualquier chico y en casa come mi comida. Obviamente le gusta y cada tanto me pide “quiero porquería” y la llevo a tomar un helado o paramos en un kiosco porque creo que ella es una chiquita sana y en su caso no está bueno ser tan extremista.

Con ella lo manejamos con mucha flexibilidad. Y mi marido come así y le gusta y si un día tiene ganas de otra cosa la come, pero la verdad es que se puede comer muy rico de esta forma y yo ya estoy más organizada, más acostumbrada, tengo más energía y me puedo ocupar de que comamos siempre así de sano y rico.

- En el medio de tu proceso de sanación decidiste que lo que habías aprendido podía ayudar a otros. ¿Cómo y por qué empezaste The food alchimist?

- Un día en la comunión de uno de mis sobrinos, les comenté a mis hermanas que me encantaría que la gente que tiene enfermedades autoinmunes entienda el poder que tiene la alimentación, que ni yo siendo nutricionista lo sabía y una de ellas, Agus, que es influencer y tienen un montón de seguidores (Agustina Ramos Mejía, de @look_connected) me dijo que arme un Instagram y que ella me iba a ayudar, pero la realidad es que yo me sentía muy cansada, había días que no me podía mover de mi casa y no sabía si iba a poder hacerlo. Hasta que en marzo de 2018 me vi con energías y abrí una cuenta que se llama @the_food_alchimist y la idea es hacer alquimia con la comida; que la comida se transforme en oro para nuestro cuerpo, para nuestras células, que nuestras células puedan volver a brillar. Allí conté todo lo que me había pasado y mi experiencia con la alimentación.

En The food alchimist, Malena
En The food alchimist, Malena comparte con sus seguidores todo lo que aprendió sobre alimentación autoinmune (@the_food_alchimist)

Cada vez empezó a sumarse más gente, me preguntaban mucho si atendía en consultorio y yo la verdad es que no sabía si algún día iba a poder volver a trabajar y les decía que no, pero trataba de que todas las personas con alguna enfermedad autoinmune puedan tener a mano toda la información y respondo cada una de las dudas que me escriben.

En marzo de 2019 sentí que estaba para volver a trabajar y me alquilé un consultorio, pero de todos modos toda la información para llevar a cabo esta alimentación está en el Instagram.

Es un camino de mutua sanación. Siento que sano un montón al compartir el camino de sanación de otras personas y vamos sanando todos.

- ¿Cómo es un día en tu vida hoy?

- Hoy disfruto mucho de mi vida. La verdad que esto para mí se convirtió en un gran regalo, se transformó en algo tan lindo que es poder ayudar a otras personas, poder ser yo una persona mucho más liviana, más feliz. En casa desde que pasó esto hubo siempre mucho amor; la verdad que en 2016 si bien todo lo que nos estaba pasando no era lo esperado estuvimos muy sostenidos, muy acompañados.

Familiarmente a mí me costó mucho. Yo vengo de una familia de ocho hermanos y quería tener cuatro hijos y a mí me costó mucho cuando me dijeron que probablemente no iba a poder tener más hijos. Hoy no sé qué va a pasar todavía, y la realidad es que antes hubiese pensado más en “qué hubiese pasado si Sophie hubiera tenido un hermanito” y hoy estoy feliz con la familia que somos. Ahora si bien a veces lo pienso, la verdad es que para mí es suficiente.

La verdad es que para mí todo esto fue un regalo del cielo, porque yo soy otra persona, que disfruto tanto mi día a día, elijo lo que quiero hacer y al mismo tiempo puedo tener la gran bendición de que todo esto me permite ayudar a otras personas.

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