La obesidad y el sedentarismo se instalan a través de los hábitos adquiridos en la niñez, y por eso es tan difícil para los adultos dar una pelea exitosa contra de estas verdaderas epidemias globales, cuando ya se convirtieron en una "bomba de tiempo" para la salud cardiovascular.
"Los problemas de cardiología infantil que los médicos atienden en sus consultorios sólo afectan, afortunadamente, a muy pocos chicos; hablar del corazón de los chicos es hablar, sobre todo, de cómo se alimentan y se mantienen físicamente activos a través del juego, porque hoy la dieta basada en comida chatarra y otros productos industrializados, junto con un esquema de hábitos cada vez más sedentarios, están instalando en la población infantil los factores de riesgo que determinarán la salud cardiovascular de nuestra población en el futuro", sostuvo el médico cardiólogo Jorge Camilletti (MN 110356) y presidente de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), que entre el 12 y el 21 de agosto realiza su campaña anual bajo el lema "Hablemos del corazón de los niños".
Esto no significa que cambiar el estilo de vida en los niños sea "más fácil" que hacerlo en los adultos. "La principal estrategia tiene que pasar por la motivación de los chicos, sobre todo para la actividad física, y eso sólo se logra inculcando hábitos sencillos de fortalecimiento de su autoestima y su sentimiento de seguridad; todo lo que los haga soltar las tablets y los celulares y evitar el aislamiento", sostuvo la médica cardióloga Sandra Romero (MP 21400 – Córdoba; MP 7126 – Río Negro), cirujana infantil y miembro de la FAC.
La comida chatarra y tener todo desde una pantalla
En teoría no sería tan difícil. Los chicos están desde muy pequeños en condiciones de entender, en su propio lenguaje y en base a ejemplos de su vida cotidiana, que hay hábitos buenos y malos para la salud. Sería -como explicó el médico cardiólogo y secretario regional de Prensa y Difusión de la FAC, Esteban Larronde (MP 3329 – Neuquén)- tan sencillo como que "las frutas y las verduras, un poco de carne, de pescado, es la comida que nos alimenta y nos hace bien", mientras que "lo que viene en cajitas, con grandes letras de colores y hasta con regalitos, en general no lo necesitamos ni nos hace bien". Pero a pesar de que todo parezca tan sencillo, "es evidente que no se están encontrando estrategias eficaces para promover una mejor alimentación, porque la obesidad sigue aumentando a niveles alarmantes en todo el mundo".
Para Larronde, dejar que los chicos jueguen es más importante que ponerlos a "hacer ejercicio", y el problema central está en el consumo de productos industrializados: comida chatarra, gaseosas y bebidas azucaradas, galletitas, snacks y demás, que nuestra cultura, a través de la publicidad y otros medios, parece haber convertido en la única dieta "socialmente aceptada": "Nos están dando una comida que no es para seres humanos", afirmó.
Si no hay consumo de frutas y verduras, el niño no recibe los nutrientes que necesita para su desarrollo aunque esté sobrealimentado
Al respecto citó recientes publicaciones en el marco de la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que aconsejan restringir la publicidad de comida, y un trabajo científico publicado en julio de 2018 en el Scandinavian Journal of Public Health, donde se asegura que los lobbies de grandes empresas productoras de alimentos y bebidas en Europa no sólo buscan trabar el "impuesto al azúcar"(con el que los gobiernos buscan bajar el consumo de este ingrediente asociado directamente con la obesidad y la diabetes) sino que empiezan a utilizar estrategias discursivas "mentirosas" como las que en su momento utilizó la industria tabacalera. "En este caso -sostuvo Larronde- intentan imponer la idea de que mientras los chicos consuman 'la porción justa' y se muevan más son saludables, una falacia con la cual buscan quitarse de encima toda responsabilidad".
"Si no hay consumo de frutas y verduras, el niño no recibe los nutrientes que necesita para su desarrollo aunque esté sobrealimentado", aseguró en tanto el ex presidente de la Sociedad de Cardiología de Corrientes y miembro de la FAC, Alejandro Amarilla (MP 2682 – Corrientes), quien sin embargo destacó la necesidad de que chicos y adultos se muevan más: "La Organización Mundial de la Salud, la Asociación Americana del Corazón y la FAC coinciden en recomendar como mínimo una hora diaria de actividad física para los niños, desde los cinco hasta los 17 años, y de allí en adelante 150 minutos por semana". Esto, desde luego, no sucede, "pero se asume como algo normal, se les da a los chicos la tablet para que estén tranquilos y los padres condicionan esas actitudes desde muy temprana edad, e incluso en la escuela se reducen los horarios de actividad física y se les da más tiempo de contacto con pantallas", sostuvo.
Según Amarilla, el sedentarismo "viene asociado al desarrollo tecnológico, social y cultural que condicionó a que la sociedad entera se haya vuelto más sedentaria, ya que moverse no es necesario para trabajar o entretenerse", puesto que "se obtiene todo desde una pantalla".
La comunidad, en su opinión, no ayuda. "Debería haber espacios de actividad física seguros, sin riesgos para la salud y la integridad; espacios múltiples, abiertos, asistidos y con todo para que los chicos tengan ganas de ir. Y menos pantallas, por supuesto", consideró.
Es que además, nuevas investigaciones parecen afirmar que la tecnología juega su propio papel en los trastornos metabólicos que hacen al riesgo cardiovascular, pero de manera directa. "Así como existe el síndrome metabólico, hoy se habla del síndrome circadiano, que se da cuando el organismo está expuesto a un exceso de luz azul de noche y no tiene la suficiente exposición a la luz de día, y las pantallas que emiten luz del espectro azul en una hora en la que no estamos evolutivamente preparados para recibirlos son la principal causa", aseguró Larronde. El metabolismo está regulado entre otros factores por un "reloj biológico interno" o ritmo circadiano del organismo, explica, y si el ritmo circadiano es alterado habitualmente "produce síndrome metabólico, trastornos del sueño y predisposición a la obesidad, lo cual sumado a la alimentación industrial basta para conformar un «combo perfecto» para poner en riesgo la salud cardiovascular desde la más tierna infancia".
¿Y a los chicos qué les pasa?
A partir de una serie de preguntas sencillas, Romero realizó un relevamiento entre niños de tres escuelas primarias –ubicadas en la provincia de Buenos Aires, en el Litoral y en la Patagonia– en el marco de la Campaña Hábitos Saludables de la FAC, para conocer algunos de sus hábitos e identificar así los potenciales de cambio. Y resultó que a más del 92% de los chicos "le gusta ir a la escuela", y sólo menos de un 7% dijo que no le gusta, aunque se dio la particularidad de que, en este último grupo, que a primera vista pareciera el más "refractario" al cambio de hábitos, "sí les gusta hacer gimnasia". En general, la actividad física en la escuela los divierte, y un 58% de los chicos practica algún deporte o actividad física fuera de la escuela.
Participaron de la encuesta niños de tres grupos de edades –de 6 y 7 años, 8 y 9, y de 10 y 11 años– que respondieron con ayuda de sus padres. En esas condiciones, dice el informe, "todos los grupos etarios tienen conocimiento de lo que es una alimentación saludable y tratan de expresarlo comentando lo variado de sus alimentos y manifiestan que las llamadas 'comidas chatarra' son muy esporádicas".
Un 32% de los chicos reconoció pasar muchas horas al día con los videojuegos, mientras que un 67% dice jugar con sus tablets, playstations, Xbox o computadoras "pocas horas por día" o "sólo los fines de semana".
En general a todos los chicos les gusta hacer actividad física, y si no les gusta es porque los han ‘rigoreado’, o les dijeron que no pueden, o los tratan de ‘gordos’, por eso la estrategia debe ser la motivación positiva
"No todos conocen los riesgos de estar demasiado tiempo pegados a las pantallas", señaló Romero, quien indicó que en el grupo etario de 6 y 7 años, donde se encuentra la menor proporción de adeptos a este hábito, "los pequeños reciben un mayor control y límites sobre las horas de juegos tecnológicos". El grupo entre 11 y 12, indicó, es el que muestra mayor afinidad al uso excesivo y a aislarse. El 5,5% del total expresó "no tener amigos". "Son en general los que menos duermen y pasan más de 4 horas con los juegos electrónicos".
El turno mañana es el que permite o induce hábitos más ordenados, mientras que los horarios del turno tarde suelen inducir a que se acuesten más tarde y duerman menos, y alteren los horarios de las comidas, incluso salteándose el desayuno. "En general a todos los chicos les gusta hacer actividad física, y si no les gusta es porque los han 'rigoreado', o les han dicho que no pueden, o los tratan de 'gordos', por eso la estrategia debe ser la motivación positiva: todos pueden, todos deben y todos somos compañeros", aconsejó Romero.
Luego, indicó, es cuestión de aplicar el ingenio para que las modificaciones al estilo de vida puedan ser funcionales al desarrollo de la cotidianeidad. No hace falta, por ejemplo, ir al gimnasio: si se dispone de una bicicleta, se levanta ligeramente 1 o 2 cm. del suelo la rueda trasera con un soporte seguro para que permanezca en el aire, y se puede practicar bicicleta fija mientras se mira televisión. O se puede conseguir un cajón y practicar step como si subiera y bajara por una escalera. "En este sentido, los médicos tenemos que dar soluciones fáciles y no poner obstáculos, porque el país es muy grande y las diferencias entre culturas y formas de vida también lo son", dijo la especialista.
La actividad física da el "presente"
El secretario regional de Prensa y Difusión de FAC, Pablo César Spada (MN 90955 | MP 39766), coincidió en que "si se evalúan las estadísticas mundiales sobre obesidad y sobrepeso, se ve que la tendencia se aleja cada vez más del objetivo" de evitar que este factor de riesgo se instale desde la niñez. La obesidad afecta de manera directa la vida de los chicos, explica, ya que los hace más propensos a sufrir trastornos del sueño y de la respiración. "Tal vez las consecuencias en la infancia no tengan tan fuerte impacto en la salud cardiovascular como en los adultos, pero los niños obesos, de no corregir su estilo de vida, estarán predispuestos en la etapa adulta a los riesgos de la insulinorresistencia y síndrome metabólico, al aumento del colesterol, de la presión arterial y al desarrollo de diabetes", destacó.
A esto, Amarilla agregó que, si no se cumplen los requerimientos mínimos de ejercicio, "se tienen complicaciones a nivel físico, cardiorrespiratorio, muscular y también cognitivo, trastornos del equilibrio y la capacidad aeróbica".
Si bien todas las escuelas cuentan con horas de actividad física, en general no suele ser suficiente
La médica cardióloga especialista en Rehabilitación Cardiovascular y ex presidente del Comité de Cardiología del ejercicio de FAC, Paula Quiroga (MP 28176/0 – Córdoba), apuntó que la primera y segunda infancia y la adolescencia son el período de edad en que la persona desarrolla todas sus capacidades físicas, algunas de las cuales ya no podrá seguir desarrollando en la edad adulta. Por eso, "el sedentarismo en esta edad afecta al desarrollo de los sistemas energéticos, que son los responsables de que el organismo tenga una buena metabolización, y si el músculo no tiene un buen desarrollo no va a poder utilizar los combustibles que le requiere un entrenamiento, por eso afecta a la capacidad física durante toda la vida", explicó la especialista. Esta situación incrementa notablemente el riesgo cardiovascular, y muchas veces es el único antecedente que se encuentra en casos de infarto precoz, alrededor de los 30 años.
"Si bien todas las escuelas cuentan con horas de actividad física, en general no suele ser suficiente", consideró la especialista, por lo que recomienda a los padres "promover el ejercicio en los chicos, obviamente a través del juego, pero también acercándose a los polideportivos, que ofrecen diferentes actividades donde, antes que un entrenamiento en un deporte específico, se favorece el desarrollo de diversas habilidades y capacidades motoras".
Lo que debemos saber (y hacer)
El 44% de los casos de diabetes, el 23% de las cardiopatías isquémicas y buena parte de del resto de las enfermedades no transmisibles, incluyendo algunos casos de cáncer, son atribuidos directamente a los trastornos metabólicos causados por la obesidad y el sobrepeso, que en la Argentina afectan a más del 60% de la población adulta y crece en los niños y adolescentes, donde es del 9,9%. En sólo cinco años –entre 2007 y 2012–, el sobrepeso infantil creció 16% y la obesidad 34% según la Encuesta Mundial de Salud Escolar realizada en esos años por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
"Desde la Federación Argentina de Cardiología proponemos una campaña de lucha contra la obesidad con el propósito de cuidar nuestro corazón, para lo cual es de fundamental importancia cuidar el corazón del niño, educándolo a él y a su familia, instándolos a realizar una dieta saludable, abundante en fibras, vegetales, frutas, cereales y lácteos descremados, evitando productos procesados, altos en sodio y grasas saturadas, dejando de lado los azúcares simples refinados como las harinas –sintetizó Spada–. Y por otro lado promoviendo los beneficios de la actividad física, la mayor cantidad de veces por semana, disminuyendo lo que llamamos tiempo de pantalla, las horas que el niño pasa frente al televisor, los videojuegos, tabletas y celulares".
Con respecto a la actividad física, "es importante mantener una conducta de movimiento durante todo el día donde los adultos sean quienes den el ejemplo, menos de dos horas diarias de pantalla y entre 8 y 11 horas de sueño para descansar adecuadamente", destacó Amarilla.
"Por supuesto es importante que los padres pongan límites, pero que la sanción para ponerlos no sea prohibirle al chico las actividades de juego físico", destacó Quiroga.
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