Una vida más larga o una buena salud: ¿cuál es la diferencia entre esperanza de vida y esperanza de salud?

En marzo de 2024 se dio a conocer que la esperanza de vida en el Perú se ha reducido de 76 a 73 años entre el 2019 y el 2024, de acuerdo al último reporte del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD)

Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reportó que, en el caso de Perú, la esperanza de vida al nacer es superior en las mujeres que en los hombres. Según las proyecciones para el quinquenio 2020-2025, se estima que las mujeres vivirán un promedio de 79,8 años, mientras que los hombres alcanzarán los 74,5 años, lo que representa una diferencia de 5,3 años menos para los hombres.

Sin embargo, aunque el concepto de esperanza de vida es ampliamente conocido entre los peruanos, existe otro que se encuentra relacionado con él pero es diferente: la esperanza de salud o de vida saludable.

Se refiere al promedio de vida que se espera que viva una persona en una determinada región, población o país. Por ejemplo, en Perú, la esperanza de vida al nacer es de 75 años. Aunque este es el promedio, algunas personas pueden vivir más años, alcanzando los 80, 90 o incluso 100 años.

Cabe señalar que la esperanza de vida no es lo mismo que la longevidad. Esta hace referencia al máximo de años que una especie puede vivir. En el caso de los seres humanos, la longevidad es de 122 años. La francesa Jeanne Calment es la persona confirmada que ha vivido más tiempo.

¿Qué es la esperanza de salud?

También conocida como esperanza de vida saludable, la esperanza de salud es un término se refiere a la cantidad de años que una persona puede vivir de manera saludable, sin depender de otros. Lograr esto depende en gran medida de factores genéticos, pero también está influenciado por la suerte, la zona en la que una persona nació, lo cual está vinculado al acceso económico. Además de estos factores externos, hay varias cosas relacionadas con los hábitos y comportamientos de cada individuo que influyen en este aspecto.

La división global entre una vida más larga y una buena salud

Según una investigación de Mayo Clinic, las personas en todo el mundo están viviendo más tiempo, pero no necesariamente de manera más saludable. Un estudio que incluyó a los 183 países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) descubrió que estos años adicionales de vida están cada vez más asociados con enfermedades.

Esta investigación, realizada por los doctores Andre Terzic y Armin Garmany, muestra un aumento en la diferencia entre la esperanza de vida y la esperanza de salud. El artículo fue publicado en el sitio web de revistas científicas JAMA Network Open.

El Dr. Terzic, autor principal del estudio, explicó: “Los datos muestran que las ganancias en longevidad no acompañan los avances equivalentes a una longevidad saludable. A menudo, envejecer significa más años de vida cargados de enfermedades”. Afirmó además que esta investigación tiene “importantes implicaciones prácticas y políticas, llamando la atención sobre una amenaza creciente para la calidad de la longevidad y la necesidad de reducir la diferencia entre la esperanza de salud y la esperanza de vida”.

Factores que influyen en la esperanza de vida

La esperanza de vida de los seres humanos está influenciada por diversos factores que abarcan desde lo genético hasta el entorno social y económico.

Uno de los principales factores es la genética, ya que algunas personas tienen predisposición a vivir más años debido a la herencia de características saludables. Sin embargo, el estilo de vida juega un papel crucial; hábitos como una alimentación equilibrada, la práctica regular de ejercicio físico y la evitación de comportamientos nocivos como el consumo de tabaco o alcohol pueden aumentar la longevidad.

Además, el acceso a atención médica de calidad y la prevención de enfermedades son determinantes clave. El entorno socioeconómico también es importante, ya que las personas con mayores recursos tienen más acceso a servicios de salud, lo que puede prolongar la vida. Por último, factores ambientales como la calidad del aire y agua también influyen en la salud general y, por ende, en la esperanza de vida.