Cuando se habla de salud mental en la escuela, este tema suele centrarse en el bullying y no es para menos pues tan solo entre enero y junio de 2024 se han reportado más de 2 mil casos de violencia escolar en nuestro país.
Sin embargo, además de las alarmantes cifras de esta problemática social, el abordaje de este asunto pocas veces se enfoca en recomendaciones para que los alumnos y los docentes puedan gestionar sus emociones ante las exigencias del día a día en una escuela.
En el caso de estos últimos, los docentes, que están a cargo de los menores, necesitan aplicar estrategias de autocuidado para alcanzar el bienestar emocional y mejorar su salud mental.
Autocuidado emocional para los docentes
De acuerdo a Milagro Nieva Bazalar, co-fundadora de la organización ¿Estás Bien?, las estrategias de autocuidado deben ser prácticas que lleguen a formar hábitos fundamentales para preservar no solo el bienestar emocional sino también la salud física de una persona.
Estas estrategias pueden asemejarse a las vitaminas, necesarias para un cuidado integral. Al igual que cada individuo requiere diferentes tipos y dosis de vitaminas para mantenerse saludable, cada educador necesita una combinación particular de prácticas de autocuidado ajustadas a sus necesidades y circunstancias particulares.
El autocuidado de los docentes es fundamental para garantizar una educación de calidad. Un educador que se cuida a sí mismo está disponible para sus alumnos, atento a sus necesidades y es capaz de ofrecer respuestas asertivas en el día a día. Este nivel de atención le permite abordar los acontecimientos en el aula de forma eficaz y establecer vínculos sólidos con sus estudiantes.
Un docente emocionalmente equilibrado puede identificar y responder de manera más acertada a las necesidades individuales de los alumnos, promoviendo un entorno de aprendizaje positivo y de apoyo en el aula.
6 estrategias de autocuidado emocional para los docentes
Nieva Bazalar recomienda 6 estrategias de autocuidado que deben ser puestas en práctica a diario hasta que se conviertan en hábitos para el docente:
- Pausas de respiración: incorporar prácticas de atención plena y meditación en la rutina diaria es una poderosa herramienta para reducir el estrés y aumentar la concentración. Dedicar unos minutos cada día a la meditación puede transformar la manera en que los docentes enfrentan sus desafíos. Estas prácticas centran la mente, mejoran la claridad mental y promueven un estado de calma y bienestar general.
- Actividad física: el ejercicio regular es vital para mantener el cuerpo y la mente en equilibrio. Mejora la salud física, reduce el estrés y aumenta los niveles de energía. Desde una caminata diaria o bailar libremente, cualquier forma de actividad física es esencial para fortalecer tanto el cuerpo como la mente.
- Alimentación saludable: una dieta equilibrada y nutritiva proporciona la energía necesaria para enfrentar el día a día. Optar por alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, y evitar el consumo excesivo de cafeína y azúcares puede hacer una gran diferencia en los niveles de energía y concentración. Comer de manera saludable es fundamental para mantener un estado físico y mental óptimo.
- Descanso adecuado: la falta de sueño puede disminuir el rendimiento y afectar la salud mental. Dormir lo suficiente y tomar pequeños descansos durante el día ayuda a recargar energías y mantener la mente clara. El descanso adecuado es esencial para la recuperación del cuerpo y la mente, permitiendo a los docentes estar en su mejor forma para enseñar y guiar a sus estudiantes.
- Establecimiento de límites: aprender a decir no; y gestionar el tiempo de manera efectiva es crucial para evitar la sobrecarga de trabajo. Establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal es fundamental para mantenerse saludables. Saber cuándo desconectar y dedicarse tiempo a uno mismo es clave para prevenir el agotamiento.
- Conexiones sociales: mantener relaciones positivas con colegas, amigos y familiares ofrece un apoyo emocional invaluable. Compartir experiencias con personas de mi entorno y de confianza puede aliviar el estrés y proporcionar perspectivas útiles. Las conexiones sociales saludables fomentan un sentido de pertenencia y apoyo, vital para el bienestar socioemocional.