Alimentación del bebé: de qué se trata el polémico método 'BLW'

Los especialistas afirman que crecen las consultas sobre esta tendencia inglesa que consiste en que los bebés pasen, de tomar la teta, directamente a comer alimentos en trocitos, es decir, salteando las papillas. ¿Funciona este sistema? A continuación, la opinión de profesionales argentinos.

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Foto: Archivo Atlántida / Para
Foto: Archivo Atlántida / Para Ti Mamá.

Está empezando a ser un tema de conversación en las salas de espera de los consultorios pediátricos: el método BLW. Viene del inglés Baby Led Weaning –podría traducirse como "destete dirigido por el bebé"– y propone principalmente empezar a introducir sólidos en trocitos a partir de los 6 meses, salteando la etapa de las papillas.

Abarca también ciertos hábitos o conductas, como incluir al bebé en la mesa para que coma los mismos alimentos que comemos mamá y papá (adaptados para ellos en su preparación) y permitirle decidir la cantidad de lo que quiere comer tomando el alimento con sus manos. El objetivo es –según los impulsores– volver a un modo más natural de alimentación en el que el pequeño tome decisiones en cuanto a qué y cuánto comer, y descubra por sí mismo las texturas y colores de cada alimento.

Por qué no

Sin embargo, los pediatras de diferentes instituciones consultados por Para Ti Mamá coinciden en que son más los riesgos que los beneficios. "El método surge en Inglaterra, Nueva Zelanda y Canadá como contrapartida a los alimentos ultraprocesados, pero tomar a un bebé de 6 meses como un nene más grande o un adulto en miniatura no es correcto, ya que su sistema inmunitario, gastrointestinal y su desarrollo neuromotor es distinto y no tiene las mismas herramientas que un adulto. Ni siquiera tiene los dientes, y a esa edad recién está empezando a practicar la pinza con sus manos," advierte la Dra. Adela Spalter, pediatra especializada en Nutrición del CEMIC (M.N. 62.738).

Y agrega que para ella esta propuesta tiene más salida en las redes sociales que en las Sociedades de pediatría, ya que aún no está avalada porque los trabajos académicos siguen en proceso sin resultados contundentes.

Siguiendo esta línea, el Dr. Mario Elmo, pediatra y miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría (M.N. 57.220), indica: "A través del tiempo van apareciendo métodos o modas vinculadas a la crianza tratando de retomar algunos componentes naturales, como una especie de nueva ola. Es necesario advertirles a los padres sobre el riesgo de atragantamiento cuando se ofrecen trozos de alimentos que requieren ser triturados con dientes que aún no poseen, y acomodados en la boca formando un bolo alimenticio, habilidad que a esa edad todavía está en proceso de desarrollo. Apresurar los tiempos no trae ningún beneficio. La transición no debe ser brusca: del alimento exclusivamente líquido (la leche, que se ingiere mediante succión), a semisólidos y luego a sólidos, que se ingieren previa masticación".

Por su parte, y en coincidencia con los anteriores, la pediatra Viviana Ratto, pediatra de Fundación Hospitalaria, (M.N. 59.854), es contundente: "Yo no lo recomiendo. Para un lactante, más allá de que se le ofrezca alimentos blandos en trozos, hay riesgo de que se atragante y esto puede ocurrir aunque la mamá esté a su lado observando".

La transición no debe ser brusca: del alimento exclusivamente líquido a semisólidos y luego a sólidos, que se ingieren previa masticación

Paso a paso

Entonces, ¿cómo sugieren los profesionales que iniciemos la incorporación de semisólidos?

"La masticación es un proceso progresivo. Los dientes incisivos –cuya función es morder– salen entre los 6 y los 12 meses, los caninos –que sirven para desgarrar el alimento– aparecen entre los 12 y los 18 meses, los molares trituran y se completan entre los 2 años y los 2 años y medio. Recién a esa edad los chicos estarían aptos para morder, desgarrar y masticar sin riesgo," advierte Elmo.

Defensora de las papillas como complemento de la leche materna en una primera etapa, Spalter explica que no es algo ultraprocesado y a la vez son alimentos que se aligeran para que el bebé pueda manipularlo en la boca.

Tampoco hay que licuarles las papillas. Se puede ir probando, por ejemplo, comer un puré de fruta –banana, melón, durazno– o de verduras, como calabaza y zanahoria. La idea es paulatinamente agregarle lo mismo en trocitos para que vaya tomando con la mano y practicando el movimiento de pinza, mientras lo asistimos para que complete los valores nutricionales. Lo importante es prestar atención a la evolución de tu bebé y consultar con tu pediatra.

"Si el niño puede aplastar un alimento blando entre su paladar y su lengua, se puede ir probando. No hay una verdad revelada. Hay alimentos que se pueden ofrecer en papillas y otros en trocitos. La carne en trozos, por ejemplo, la van a escupir. Entones, hay que procesarla para que pueda estar en la dieta. Es un mix de posibilidades, considerando cada chico y cada familia" concluye Elmo.

Por Carolina Koruk / Asesoraron: Dra. Adela Spalter, pediatra especializada en Nutrición del CEMIC, M.N. 62.738; Dra. Viviana Ratto, pediatra de Fundación Hospitalaria, M.N. 59.854, y Dr. Mario Elmo, pediatra y miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría, M.N. 57.220.

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