"Con su crecimiento, el dormir de los chicos cambia y evoluciona. Es posible y normal que aparezcan despertares y algunos más prolongados que otros, pero en la medida en que los padres no intervengan de una forma inadecuada los chicos podrán conciliar el sueño por sus propios medios", sostiene la neuróloga infantil María Elena Mazzola. Por ejemplo, dice que acunarlo, darle la mamadera, encender las luces o tener contacto físico permanentemente en la mitad de la noche, puede provocar que el niño adopte la costumbre de conciliar el sueño sólo cuando intervenimos los padres. "Simplemente con que el niño escuche una voz suave desde la otra habitación que reasegure que sus papás están atentos, es suficiente en la mayoría de los casos", asegura la médica.
Independientes
Según la profesional entonces, pasarlo de nuestra habitación a otro ámbito donde duerma solo o con sus hermanos, no lo afecta. Por el contrario, le crea independencia. "Darle la mamadera o acunarlo en la mitad de la noche sí altera la consolidación de sus ritmos circadianos y de las buenas asociaciones de las conductas a la hora de dormir, además de contribuir a una mayor fragmentación del sueño", reasegura. Y continúa: "Si los hermanos con los que comparte el cuarto son mayores que él y encaran su día más temprano, pueden despertarlo con las luces o algún ruido, aunque en general sólo implican pequeñas alteraciones a las que puede adaptarse".
Particular
Ahora bien, ¿cuándo es el momento oportuno para realizar este cambio? "Cada familia es única y los casos siempre deben atenderse particularmente según la situación, pero en reglas generales es recomendable que de ser posible a partir de los 6 meses, los bebés sanos y nacidos a término duerman en otra habitación. Este es uno de los momentos en los que la mamá puede aprovechar para fomentar las buenas reglas de higiene del sueño con su hijo: el bebé debe aprender a asociar el sueño con su cuna y su ambiente, no con el pecho, la mamadera o los brazos de la mamá", responde la neuróloga.
En reglas generales es recomendable que de ser posible a partir de los 6 meses, los bebés sanos y nacidos a término duerman en otra habitación.
Cómo hacerlo
Mazzola manifiesta que la rutina del dormir implica acostar al bebé en la cuna cuando está semidespierto o semidormido –o cuando comienza a restregarse los ojitos– y esperar cerca de él, en penumbras o con una luz muy tenue, a que se duerma. No es conveniente utilizar música ni olores especiales, aunque sí un pañuelo o prenda con nuestro aroma. Dice que si un bebé que nunca llora o que lo hace rara vez, se despierta llorando en la mitad de la noche, los padres deberemos estar atentos a si consiste en algún problema de orden físico, como dolores por cólicos, reflujo gastroesofágico, otitis, etc. Y si es habitual que el bebé llore, seguramente habrá que revisar de qué manera lo dormimos a la noche y trabajar con su sueño.
Próximo paso
Luego de este aprendizaje y ya adaptado, llegará el momento de sacar los barrotes de la cuna. ¿Cuándo? Según la especialista, eso depende del momento en que el pequeño haya comprendido el "no" más allá del límite físico. "Sacarlo antes de los 2 años no es una buena idea ya que aún no se encuentra preparado para entender que no debe bajarse solo de la cama", sostiene la médica. Y finaliza: "Para respetar su sueño, habrá que recordar que los horarios de acostarlo y levantarlo deben ser regulares, como también el de los de las comidas, paseos y siestas".
Por Paula Labonia / Asesoró: Dra. María Elena Mazzola, neuróloga infantil de la Unidad de Medicina del Sueño de FLENI, M.N. 61.165, M.P. 56.765.
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