Anclado en una ciencia milenaria y enfocándose en la toma de conciencia del propio cuerpo, este es el plan alimenticio que propone Dr. Suhas Kshirsagar en su libro El Ayurveda, La dieta del fuego (Grijalbo). "Es un grito de batalla para cualquiera que no haya logrado perder peso de manera permanente ni descubrir la verdadera salud", afirma su autor, especializado en esta ciencia oriental que apunta a procurar el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu para una vida plena.
AVIVAR EL FUEGO. La dieta ayurvédica pensada por Kshirsagar propone incorporar alimentos que enciendan el "fuego" digestivo. Poca energía, caos de peso corporal, desórdenes digestivos, poco sueño, dolores de cabeza, congestión, baja de libido, leve depresión, ansiedad, agotamiento y señales de inflamación constante, como articulaciones doloridas o alergias crónicas, son algunas de las consecuencias de este desorden "con un sorprendente común denominador: un fuego digestivo débil. Si no mantienes tus fuegos digestivos ardiendo sin problemas, no perderás peso en forma permanente ni lograrás la salud vibrante con que siempre has soñado"
¿A qué me refiero exactamente con esto?
En el ayurveda, un sistema digestivo saludable, se ve como la piedra angular del bienestar; como tal, se cree que la enfermedad y el desorden surgen de una digestión deficiente. Tu fuego digestivo simplemente se refiere al metabolismo de tu cuerpo, el proceso de convertir los nutrientes de la comida en energía para las células que sostienen la vida. El metabolismo es comandado por la digestión, una combinación compleja de interacciones biológicas y químicas", sentencia Kshirsagar.
LA DIETA. "Buscá un profesional especializado en esta filosofía. Si estás convencido de querer cambiar, no lo hagas por las tuyas. Un nutricionista especializado es fundamental para acompañar el cambio", apunta la licenciada en Nutrición Pilar Llanos.
La Dieta del fuego se inicia con una depuración. "Proponen algo bastante intenso, que lo podemos adaptar a hacer un semiayuno, que empiecen un día con líquidos frescos como té verde, agua de cocción de alguna fruta, sin azúcar agregada, aguas con jugos de cítricos. Beber mucha agua durante el día, procurando calma, reposo, dejando de lado nuestras preocupaciones. Bajar las revoluciones, mirar hacia adentro. Tomar conciencia de que tenés un templo que es tu cuerpo y que a partir del día siguiente vas a empezar a cuidarlo más haciendo mejores elecciones en cada comida", explica la Lic. Llanos.
x Desayuno: propone un plato de avena, pero quizás sea difícil de incorporar, aunque podemos hacer algo similar dentro de nuestras costumbres. Hay que tener en cuenta los requerimientos, que varían de acuerdo a la actividad de cada persona: no tendrá los mismos quien se levante a trabajar en la computadora que quien después del desayuno se vaya a entrenar.
Se puede adaptar con un bowl de frutos rojos (frutilla, arándano), ciruelas o también con cítricos, banana. Si hace frío o tenés que salir de casa y caminar hasta tu trabajo, podés incorporar algún grano (una rebanada de buen pan de grano entero molido, de centeno o de avena, puede llevar semillas, sin azúcares, conservantes ni aditivos). Podés sumar un vaso de yogur natural o de ricota casera, sin agregados y finalizar con una taza de té verde o el típico mate cocido.
x Mediodía: no pasarlo con una empanada porque es el momento de incluir los nutrientes necesarios para encarar el resto del día. Un buen recurso son las casas de comida al peso, donde hay opciones para armar una buena ensalada de verdes (crudos y cocidos) y combinar con arroz yamaní, trigo burgol, lentejas hervidas, porotos o arvejas más una proteína animal de las que se recomiendan (aves, pescado o clara de huevo).
xMerienda: beber té, también se pueden incluir frutas.
xNoche: la cena debe ser frugal. Incorporar sobre todo verduras con algún cereal y no tanto las verduras típicas (papa, batata, calabaza), es preferible el tomate crudo, por ejemplo, o las hojas verdes sin demasiada cocción para aprovechar mejor sus nutrientes. Además, se puede agregar semillas, frutos secos. Utilizar un buen aceite de primera presión en frío, de semillas o de oliva. De postre, una fruta.
LOS ALIMENTOS QUE SÍ. xGranos enteros y variados.
xLegumbres: arroz integral, arroz basmati, trigo sarraceno, quinoa.
xCarnes blancas y magras: aves y pescados.
xHojas verdes.
xSemillas.
xFrutas, preferiblemente ácidas. Evitar las demasiado azucaradas.
xPocas grasas. Aceite de oliva de primera presión en frío bien tratado desde lo culinario.
HAY QUE EVITAR…
x Harinas refinadas, carbohidratos procesados y algunos almidones (pan, tallarines, arroz blanco, pastas, masas dulces, productos horneados, cereales, maíz; papas y batatas; galletitas saladas y dulces, bizcochos, pizzas, tortas, colaciones y barritas energéticas).
x Alimentos rotulados como "dietéticos", como productos manufacturados para ser "bajos en grasa", "light" o "libres de azúcar".
x Carne roja y leche de vaca, quesos (incluyendo los procesados para untar), helados, yogur congelado y merengues.
x Azúcar blanca y endulzantes artificiales (mermeladas, jaleas y conservas; kétchup y otros condimentos hechos con azúcar; azúcar negra y rubia, jarabe de maíz). xEl alcohol y las calorías líquidas de bebidas azucaradas (jugos, bebidas isotónicas/energéticas y gaseosas).
x Café.
x Alimentos fritos.
x Alimentos procesados hechos con soja; es decir, queso de soja, hamburguesas de soja, salchichas de soja, nuggets de soja, helado de soja y yogur de soja.
x Margarina, manteca vegetal y cualquier marca comercial de aceite de cocina (de soja, maíz, semilla de algodón, canola, maní, cártamo, salvado de arroz y germen de trigo).
Textos: M. Florencia Bocalandro Fotos: Latinstock
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