Cuidado de la piel en invierno: cómo mantenerla hidratada y saludable

La llegada del invierno trae consigo bajas temperaturas, vientos fríos y un aire más seco, factores que pueden afectar gravemente la salud de nuestra piel. Los cambios bruscos entre interiores cálidos y exteriores fríos, junto con la falta de humedad, hacen que nuestra piel se vuelva más vulnerable.

Para evitar problemas como la piel seca, eccema, o dermatitis, es esencial tomar medidas de cuidado adecuadas. En esta nota, te damos los mejores consejos para mantener tu piel hidratada y saludable durante la temporada invernal.

Durante los meses fríos, la piel enfrenta varios desafíos. Las afecciones más comunes incluyen:

• Dermatitis atópica: esta enfermedad inflamatoria crónica provoca irritación y deshidratación de la piel. Los cambios climáticos, los alimentos y los productos cosméticos pueden desencadenar brotes. Aunque es más frecuente en la infancia, puede afectar a personas de cualquier edad. Los síntomas incluyen erupciones en la cara, cuero cabelludo y pliegues, acompañadas de picazón intensa.
• Eccema: el eccema se caracteriza por enrojecimiento, descamación y áreas de piel engrosada o húmeda, especialmente en las manos y los párpados. La piel afectada puede volverse extremadamente irritada y sensible.
• Queilitis: o inflamación de los labios, es común en invierno debido a la resequedad. La forma más conocida es la queilitis angular, que se presenta como fisuras dolorosas en las comisuras de los labios, acompañadas de enrojecimiento y ardor.
• Xerosis (Piel Seca): una de las afecciones más comunes en invierno es la piel seca, caracterizada por una textura áspera y sensación de picazón. La xerosis suele afectar más las zonas expuestas al frío.

El secreto para evitar que la piel sufra durante el invierno es la hidratación constante. Por lo que la doctora Fiorella Amutio Bove, especialista en dermatología, con maestría en Tricología y certificada por el Consejo Mexicano de Dermatología, brindó algunas recomendaciones clave para cuidar tu piel durante la temporada invernal:

1. Hidrata tu piel regularmente

La hidratación es fundamental. Aumenta la ingesta de agua para mantener tu piel desde adentro hacia afuera. Además, es recomendable usar cremas humectantes con ingredientes como ácido hialurónico o ceramidas, que ayudan a retener la humedad y proteger la barrera cutánea.

2. Realiza baños cortos y con agua tibia

Evita los baños largos y calientes, ya que pueden resecar aún más la piel. Opta por duchas cortas con agua tibia, de menos de 10 minutos, y usa jabones neutros o sin fragancia para prevenir la irritación.

3. Cuidado facial: limpieza suave y moderada

El rostro es una de las zonas más expuestas al frío. Limpia tu cara solo dos veces al día para evitar eliminar los aceites naturales de la piel. Usa productos suaves y evita el uso excesivo de exfoliantes que puedan resecarla más.

4. Cuida tus labios

Los labios suelen ser una de las áreas más afectadas por la resequedad. Utiliza bálsamos labiales humectantes y evita los labiales mate, ya que estos pueden empeorar la deshidratación. Aplícalo varias veces al día, especialmente antes de dormir.

5. Modera el uso de retinol

El retinol, conocido por sus propiedades exfoliantes, puede ser beneficioso en ciertos casos, pero durante el invierno su uso excesivo puede resecar la piel. Modera su aplicación y opta por productos más suaves que no afecten la hidratación.

6. Vístete de forma apropiada

La ropa también juega un papel importante en la protección de la piel. Durante el invierno, usa prendas de materiales suaves, como algodón o lana, para evitar irritaciones. También, asegúrate de cubrir bien las zonas expuestas al frío, como las manos y el rostro.

Si tienes piel sensible, dermatitis o alergias, es recomendable consultar a un dermatólogo. Un profesional de la salud podrá brindarte un tratamiento personalizado y aconsejarte sobre los mejores productos para tu tipo de piel.

Durante el invierno, tu piel necesita cuidados especiales para mantenerse hidratada y saludable. La clave está en la hidratación constante, el uso de productos adecuados y evitar factores que puedan resecarla. No olvides que la piel es el órgano más grande del cuerpo y refleja tu salud interna y externa.