Un reportaje reciente de The New York Times ha desatado una ola de preocupación luego de que revelara que el Cártel de Sinaloa ha estado reclutando estudiantes de química en universidades del país para fortalecer su capacidad de producción de fentanilo.
Según el reportaje, estos grupos delictivos buscan jóvenes con conocimientos avanzados en síntesis química para fabricar precursores desde cero, con el objetivo de reducir su dependencia de las importaciones de China.
La estrategia de los cárteles, que incluye infiltrarse en campus universitarios y ofrecer incentivos económicos significativamente mayores a los que muchos de estos jóvenes podrían esperar en empleos formales, ha puesto de relieve no sólo el alcance del narcotráfico en México, sino también las condiciones laborales de los químicos en el país.
¿Cuál es el salario promedio?
En México, el ingreso promedio de un químico formalmente empleado es de $18,824 pesos mexicano al mes, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Sin embargo, plataformas como Jobted México muestran un rango más amplio, desde $7,840 pesos para recién egresados o perfiles básicos, hasta $27,410 pesos mexicanos para profesionales con experiencia y especialización.
Según datos de la Secretaría de Economía, el salario promedio mensual de los químicos varía significativamente según la edad y el género. En el segundo trimestre de 2024, los hombres de 25 a 34 años recibieron un salario promedio de $9,230 pesos mexicanos, mientras que las mujeres en el mismo rango de edad percibieron $5,930 pesos.
Esta cifra también varía significativamente según la región y el sector. Por ejemplo, en estados como Colima, un químico puede ganar hasta $28,400 pesos mensuales, mientras que en Sinaloa, el promedio ronda los $15,900 pesos.
Los sectores farmacéutico, petroquímico y alimentario suelen ofrecer los salarios más altos, mientras que áreas como la docencia o la investigación académica tienden a ser menos lucrativas.
Cuánto le paga el Cártel de Sinaloa a químicos
El reportaje del NYT detalla cómo los cárteles han identificado a estudiantes de química como una pieza clave en su estrategia para industrializar la producción de fentanilo.
La pandemia de COVID-19 y las restricciones a las cadenas de suministro globales llevaron a los cárteles a intentar desarrollar precursores químicos por su cuenta, un proceso que requiere habilidades avanzadas debido a la peligrosidad.
Para captar talento, los cárteles han recurrido a métodos insospechados, como infiltrarse en los campus universitarios disfrazados de conserjes o contactando a los estudiantes a través de familiares y conocidos.
Según la investigación, un reclutador del Cártel de Sinaloa ofreció a un estudiante de segundo año de química $800 dólares mensuales (16 mil 304 pesos mexicanos aproximadamente), además de un bono inicial del mismo monto, lo que es el doble o el triple del promedio salarial formal de un químico en México.
¿Por qué aceptan los estudiantes?
Aunque algunos jóvenes rechazan las ofertas, otros acceden debido a situaciones económicas apremiantes. Tal es el caso de un estudiante de Sinaloa que aceptó trabajar en un laboratorio clandestino para costear el tratamiento de su padre enfermo de cáncer: “Lo que yo quisiera es ayudar a las personas, no matarlas”, dijo a los periodistas.
El trabajo en estos laboratorios es peligroso y está lleno de incertidumbre. Los estudiantes, a menudo, realizan experimentos para mejorar la potencia del fentanilo o sintetizar precursores, enfrentándose a riesgos químicos y a represalias violentas si cometen errores. “Si no les gusta cómo lo haces, te pueden llegar hasta a desaparecer”, confesó otro estudiante.
El NYT entrevistó a siete cocineros de fentanilo, tres estudiantes de química, dos agentes de alto rango y un reclutador, todos vinculados al Cártel de Sinaloa. Según sus testimonios, algunos estudiantes incluso se inscriben en carreras de química con el objetivo de adquirir habilidades para producir drogas sintéticas. Un profesor universitario de Sinaloa comentó que las preguntas de sus alumnos en clase delatan este interés. “Me dicen: ‘Oiga, profe, ¿cuándo nos va a enseñar a hacer cocaína o otras cosas?’”, relató.
El reclutamiento de químicos por parte de los cárteles pone en evidencia no solo la capacidad de adaptación del crimen organizado, sino también la falta de opciones laborales atractivas y seguras para los jóvenes con formación científica en el país.