De unos años para acá ha habido un cambio en la cultura de la salud, que entre otras cosas implica el buen descanso, evitar el sedentarismo mediante la actividad física y la buena alimentación mediante cambios de hábitos, en sí, disciplinado y compromiso.
Esta nueva perspectiva es adoptada cada vez más por diversos sectores de la población, sin embargo, en ese tejemaneje también se han hecho señalamientos directos contra productos específicos como si fueran los culpables absolutos de los males de la salud que aquejan a gran porcentaje de la población.
Cuando se habla de consejos de salud, en diversos portales especializados señalan, endilgan, acusan, culpan, satanizan y denigran al pan; alimento básico desde hace más de 10 mil años.
El “causante”
El pan es fuente de carbohidratos, vitaminas, minerales y fibra, la cual es esencial para el funcionamiento digestivo y la prevención de enfermedades como el cáncer colorrectal y la obesidad, cuyo consumo diario recomendado deben ser 25 gramos, los cuales quedan cubiertos con su ingesta.
Tan pronto que se toma la decisión de seguir o someterse a un régimen alimenticio lo primero que se recomienda es su eliminación, ya que se le ha endosado ser causante de la hipertensión y la diabetes, cuando estas condiciones crónicas son multifactoriales, es decir, que no depende de un sólo factor para padecerlas y mucho menos aparecen de un día para otro, sino que son la consecuencia del descuido o malos hábitos previos.
De hecho, el consumo de ciertos tipos de pan está asociado con una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares gracias a sus carbohidratos complejos que proporcionan energía útil para el organismo; el menosprecio se da por la confusión entre los simples y los complejos.
DIFERENCIAS
- Carbohidratos simples. Pueden causar aumentos repentinos en los niveles de azúcar en la sangre.
- Carbohidratos complejos. Tienen un efecto moderado y sostenido sobre la glucosa en la sangre, lo cual puede ayudar a prevenir la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
Como es sabido, la glucosa es la fuente principal de energía del cuerpo, lo relevante no es su presencia en los alimentos, sino la rapidez con la que se absorbe en el torrente sanguíneo. El índice glucémico de ciertos tipos de pan es menor comparado con otros alimentos ricos en azúcares simples, y la fibra ralentiza tanto la digestión como la absorción de misma.
El gluten, es otro de los señalados, un complejo proteico que se encuentra en el trigo y otros cereales, que ha tenido su cuota de rechazo en algunos sectores. No obstante, las enfermedades relacionadas con su consumo, como la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten, sólo afectan entre el 1% y el 6%, respectivamente.
Lo que significa que para más del 90% de la población no supone ningún peligro, en todo casó el daño puede venir por consumir productos “sin gluten”, que paradójicamente, están más procesados, contienen menos nutrientes y menos fibra que los elaborados con gluten.
Así que cuando surja el desprecio por consumir pan lo mejor es evitar el exceso y estar informado.