Generalmente millones de personas comen en los puestos callejeros, muchos ellos son excelentes opciones al brindar una diversidad de productos y comidas variadas y deliciosas.
Sin embargo, en algunos casos, hay quienes son fanáticos de comer garnachas cuyos consumidores no toman en cuenta un aspecto esencial que a la postre podría generar problemas de salud considerables.
Placer con culpa
Las garnachas son sumergidas en aceite para freírlas, no obstante, en ocasiones el aceite tiene un color más cercano al petróleo que el color típico amarillo claro, pero los comensales al percatarse de ello en lugar de evitar su consumo se adhieren al típico “hacemos anticuerpos”.
Al cocinar con aceite, este líquido pierde varios antioxidantes, lo cual reduce sus beneficios para la salud, también ocasiona que los alimentos adquieran un sabor desagradable, echando a perder nuestro platillo o comida del día.
Al ser reutilizado infinidad de veces, desprende radicales libres que son aquellas moléculas que aceleran el envejecimiento de las células corporales, además de formar ácidos grasos trans que al ser consumidos en exceso, obstruyen las arterias e incrementan el riesgo de sufrir un infarto al corazón.
De igual modo, también se le asocia con disfunciones hepáticas y del sistema reproductor, cáncer de ovario, artritis y aparición de cataratas. En sí, los alimentos fritos dañan el colón, los intestinos y el hígado, puesto que contienen moléculas de gran tamaño y densidad impidiendo que el cuerpo pueda desecharlas.
Por su parte, la Asociación de Alzheimer de Estados Unidos reveló que el aceite recalentado altera el proceso neurodegenerativo hígado-intestino-cerebro, debido al incremento del colesterol y triglicéridos.
Sugerencias
Obviamente, el señor o la señora que atiende el puesto de fritangas jamás proporcionará información acerca de cada cuándo cambia el aceite que utiliza para tal fin, sin embargo, es vital que dicha sustancia sea de su color original o lo más apegado al mismo para evitar consecuencias secundarias por su consumo.
En casa, se sugiere NO reutilizarlo más de 2 o 3 ocasiones, es preferible desecharlo en cuanto cambie de consistencia, olor, densidad o si presenta partículas en el interior.
Nunca se debe tirar en las tuberías porque representa un peligro para el medioambiente; 1 litro contamina hasta mil litros de agua. Lo ideal es colocarlo en un envase de plástico con tapa hermética y depositarlo en el bote de basura.
Conservación
- Almacenarlo en envases opacos, cerrados y alejados de fuentes de calor, ya que aceleran la aparición de radicales libres y ácidos grasos trans.
- Evitar que desprenda humo, ya que aumenta la producción de sustancias tóxicas.
- Filtrarlo para eliminar restos de alimentos.