Qué es la productividad tóxica y cómo combatirla, según Harvard

Si bien lograr nuestras metas es importante identificar cuando este deseo afecta nuestra salud

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Una sobre exigencia laboral puede ser dañina para la salud (Imagen Ilustrativa Infobae)
Una sobre exigencia laboral puede ser dañina para la salud (Imagen Ilustrativa Infobae)

La productividad se refiere a la eficiencia con la que se utilizan los recursos —ya sean tiempo, dinero, mano de obra o materiales— para generar bienes y servicios. En la actualidad, es vista como una medida del rendimiento y muchas personas podemos caer en el error de evaluarnos con respecto a cuando somos capaces de producir o cuantas actividades somos capaces de realizar, aunque esto signifique muchas veces un impacto negativo en nuestra vida.

Es así como se genera lo que actualmente es conocido como productividad tóxica, un concepto que se refiere a la obsesión por mantenerse continuamente productivo, llevando esto al extremo de afectar negativamente la salud mental, física y emocional. A diferencia de una productividad saludable, que equilibra las tareas laborales con el descanso y el tiempo personal, la productividad tóxica se caracteriza por un ciclo de trabajo constante y una incapacidad para desconectar.

Esta obsesión puede manifestarse de diversas maneras. Las personas pueden sentir una presión constante para trabajar más horas, asumir tareas adicionales y demostrar su valor mediante la entrega excesiva.

Esta actitud no solo puede ser autoimpuesta sino también fomentada por entornos laborales que valoran la entrega continua y el rendimiento por encima de la salud y el bienestar del empleado.

Algunas de las consecuencias de la productividad tóxica incluyen el agotamiento físico y mental, el estrés crónico y la disminución de la calidad del trabajo. El agotamiento o “burnout” es una consecuencia directa, caracterizado por la fatiga extrema, la reducción de la eficacia profesional y la pérdida de sentido de logro.

Además, esta cultura de la hiperproductividad puede afectar negativamente las relaciones personales, debido a la falta de tiempo y energía para dedicarse a la vida social y familiar.

Asimismo, la productividad tóxica puede llevar a un círculo vicioso donde la falta de descanso adecuado reduce la capacidad cognitiva y creativa, lo que paradojalmente disminuye la verdadera eficacia y calidad del trabajo realizado.

Adoptar hábitos de trabajo más saludables y establecer límites claros entre la vida profesional y personal son pasos cruciales para prevenir y combatir esta forma de productividad dañina.

El ritmo de vida actual nos hace sentir que debemos ser productivos en todo momento (Imagen Ilustrativa Infobae)
El ritmo de vida actual nos hace sentir que debemos ser productivos en todo momento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Signos de que tienes una productividad tóxica

En este sentido, especialistas de la Universidad de Harvard, ha realizado estudios sobre este fenómeno, en especial la experta Natalie Christine Dattillo, psicóloga de la Facultad de Medicina de la institución.

La experta señaló en un comunicado que “la productividad se vuelve tóxica cuando te sientes presionado a ser productivo en todo momento y priorizas tu lista perpetua de tareas pendientes a expensas de tu bienestar”.

En este sentido, ella también comentó algunas señales que pueden indicarte que tienes una productividad tóxica en lugar de una saludable, las cuales son las siguientes:

  • Se te dificulta encontrar tiempo libre para actividades fuera del trabajo
  • Sientes culpa cuando cumples alguna tarea de tu lista de pendientes
  • Tu autoestima depende de tu nivel de productividad
  • Se te dificulta relajarte y destinar tiempo a actividades que no consideras “productivas”
  • Si es necesario descuidas tu salud tanto física como mental para cumplir con tus “obligaciones”, ya se en el trabajo o en el hogar

Frases que puedes decirte para combatir el deseo de productividad

Un consejo que también dio la experta es el siguiente:

“Repítete a ti mismo estas frases como un mantra durante uno o dos minutos. Después, tómate tu tiempo para realizar cualquier actividad y concéntrate en la respiración (cinco segundos para inhalar, cinco segundos para exhalar). Hacer esto durante tres o cinco minutos puede ayudar a controlar la ansiedad y minimizar la percepción de urgencia”.

-“Más despacio”

-“Hago las cosas lo mejor que puedo, igual que los demás”.

-“El éxito parcial sigue contando y lo que he hecho es suficiente por hoy”.

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