El consumo de alimentos mal lavados, sin desinfectar o en proceso de descomposición pueden desencadenar enfermedades como salmonelosis, fiebre tifoidea e infecciones gastrointestinales en la población, sobre todo en épocas de calor.
El deterioro y la descomposición de los alimentos son producidas por una serie de cambios químicos que comienzan desde que se obtiene el producto hasta que llega a la mesa, ya que el calor influye en la supervivencia y multiplicación de gérmenes que producen las intoxicaciones alimentarias; crecen de forma favorable a temperaturas más elevadas.
En redes sociales hemos podido percatarnos de diversos casos en los cuales ocurren situaciones de intoxicación multitudinaria por el mal manejo de los alimentos.
Factores
El deterioro de los alimentos puede ser desencadenados por agentes internos y externos; en el caso de los primeros se trata de enzimas contenidas en los alimentos, mientras que los otros hacen referencia a macroorganismos que se encuentran en el medio como la humedad, la temperatura y el pH.
Propiciando el desarrollo de bacterias, mohos y levaduras que a su vez generan cambios en el color, olor y sabor de los alimentos, afectan y disminuyen su valor nutricional e incluso terminan por dar origen a compuestos tóxicos para los humanos.
¡Cuidado!
Los especialistas sugieren poner especial atención a dos grupos alimenticios:
- Carnes. Suelen descomponerse rápidamente, aplica para rojas, como res y cerdo, y también a las blancas como la carne de pollo, pavo y otras aves.
- Mariscos. Al provenir del mar, su tiempo de caducidad se reduce considerablemente, por lo que hay que conservarlos en el refrigerador y comerlos frescos.
Riesgos
Consumir o ingerir alimentos en descomposición, podrían provocar una infección gastrointestinal e incluso una intoxicación alimenticia o salmonelosis causadas por Escherichia coli y cólera, cuyos síntomas podrían ser:
- Vómitos.
- Diarrea.
- Náuseas.
- Deshidratación.
- Mareos.
Sugerencia
Para reducir estos riesgos es recomendable refrigerar SIEMPRE la comida después de cocinarla hasta tres o cuatro días; congelar la carne en caso de no consumirla de inmediato. Reforzar la higiene de manos y alimentos, monitorear la caducidad de los comestibles; evitar consumir alimentos en la calle o en lugares abiertos priorizando el consumo de comida fresca y preparada en casa.