El Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no sólo se han sofisticado en la manufactura y tráfico de sustancias ilícitas en todo el mundo, sino que también han desarrollado complejas redes de lavado de dinero para capitalizar sus enormes beneficios, involucrando operaciones financieras en China, de acuerdo con la última radiografía realizada por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).
Es bien sabido que tanto el Cártel de Sinaloa como el CJNG han establecido robustas redes de logística y suministro con grupos chinos para adquirir precursores químicos necesarios para la fabricación de fentanilo y metanfetaminas. Estos cárteles mexicanos dependen de la importación de químicos restringidos desde China, recurriendo a métodos evasivos como el reetiquetado de cargamentos y el uso de empresas fachada para fabricar sustancias ilícitas que luego son traficadas.
Pero la relación con los chinos no queda ahí. Tanto el Cártel de Sinaloa como el CJNG utilizan sistemas bancarios subterráneos chinos para lavar las ganancias obtenidas de su comercio ilícito. Estos sistemas permiten a los cárteles mover dinero de manera internacional sin tener que someterse a las regulaciones bancarias convencionales, facilitando el blanqueo de capitales y la reinversión en sus operaciones criminales.
Acorde a las investigaciones recientes, estos sistemas bancarios subterráneos chinos (CUBS, por sus siglas en inglés) han surgido en respuesta a los intentos del gobierno chino de limitar la fuga de capitales, ofreciendo a los nacionales chinos una vía para convertir sus activos en efectivo en China en equivalentes en efectivo en otros países.
Estas operaciones de lavado de dinero no solo evidencian la habilidad de los carteles para adaptarse y manipular los sistemas financieros globales, sino que también destacan la complejidad y el alcance de sus redes de criminalidad.
A través de los CUBS, los narcotraficantes mexicanos han encontrado un canal eficiente para blanquear las ganancias masivas obtenidas del tráfico de drogas hacia y desde los Estados Unidos, sin dejar rastros convencionales que pudieran ser fácilmente detectados por las autoridades financieras tradicionales.
¿Cómo funcionan?
Los CUBS funcionan mediante un sistema de corretaje donde los procesadores de dinero, que trabajan para los corredores de los CUBS, recopilan efectivo de las operaciones de narcotráfico en los Estados Unidos. Este efectivo es luego utilizado para beneficiar a los clientes chinos de los corredores, quienes buscan evadir las regulaciones de control de capital de China. La conversión y transferencia de estos activos implican el uso de cuentas en China para comprar bienes comerciales, que luego son exportados a México y América del Sur como pago por los narcóticos suministrados por los cárteles.
Este método de lavado de dinero presenta varias capas de ocultación, desde el uso de empresas fachada hasta la manipulación de las importaciones y exportaciones de bienes comerciales, complicando enormemente las labores de las autoridades para rastrear las transacciones ilegales y las finanzas de estos grupos criminales.
En resumen, este sistema se basa en cuatro puntos:
- Recolección del efectivo: Operadores financieros, conocidos como procesadores de dinero, que trabajan para los corredores de los CUBS, se encargan de recoger el efectivo generado por la venta de drogas en los Estados Unidos.
- Beneficio a clientes chinos: El efectivo recogido se utiliza luego para beneficiar a clientes en China que buscan mover su dinero fuera del país sin violar las estrictas regulaciones de control de capital impuestas por el gobierno chino. Esto se logra mediante la compra de bienes con dicho efectivo.
- Conversión y transferencia de activos: Los procesadores de dinero usan el efectivo recolectado para comprar bienes comerciales en China. Estas compras se hacen utilizando cuentas en bancos chinos. Los bienes comprados se exportan posteriormente a México y América del Sur.
- Pago por narcóticos: Una vez que los bienes llegan a México o América del Sur, se venden y el ingreso obtenido se utiliza como pago por los narcóticos suministrados a los Estados Unidos por los cárteles. Esta etapa completa el ciclo del lavado de dinero.
Impacto y desafíos a la ley
La cooperación entre los cárteles mexicanos y los operadores de los CUBS subraya un desafío significativo para las agencias de aplicación de la ley a nivel mundial. La naturaleza digital y descentralizada de las transacciones en estos sistemas bancarios subterráneos, junto con la falta de regulación y supervisión adecuada, ofrece a los grupos criminales una ventaja considerable en el ocultamiento de sus finanzas del escrutinio legal.
Además, la participación de actores internacionales en estas redes de lavado de dinero evidencia la necesidad de un enfoque cooperativo y multinacional en la lucha contra el narcotráfico y el lavado de dinero. Las complicaciones surgen no sólo de rastrear las complejas transferencias financieras, sino también de la jurisdicción y la cooperación legal internacional requerida para enjuiciar efectivamente a los involucrados en estos sistemas de lavado de dinero.