Seguramente, al igual que nosotros, jamás habías escuchado hablar de esta poco conocida versión de la fresa tradicional, la cual se destaca por su peculiar color, un tono blanco único en su tipo, que es difícil encontrar en una fruta.
Y aunque cueste creerlo, sí existe. Es la llamada fresa blanca, conocida científicamente como Fragaria vesca, que no es más que una variación de la tradicional fresa roja, resultado de la hibridación natural de dos especies de fresa la Fragaria chiloensis y Fragaria virginiana.
Una de las características más singulares de esta variante es su aroma y sabor, el cual es descrito frecuentemente como una combinación del sabor de la fresa tradicional con un ligero toque de piña, lo que ha llevado a que algunas variedades sean conocidas como “fresas piña.”
Por su parte, en otros países es llamada Pineberry, un nombre que combina piña y baya y actualmente su demanda ha comenzado a incrementar. Por ejemplo, es especialmente apreciada en Japón, donde se la conoce como shiroi houseki o joya blanca.
Su origen es lejano, siendo una fruta ancestral de los bosques sudamericanos que fue introducida en Francia proveniente de Chile, específicamente de la isla de Chiloé; sin embargo, durante un tiempo estuvo en riesgo de extinguirse y los esfuerzos de agricultores Holandeses fueron cruciales para evitar su desaparición.
La peculiaridad de su color blanco se debe a la ausencia de una proteína específica, que impide que la fruta adquiera el típico color rojo de las fresas convencionales al madurar.
Como puede intuirse se trata de una fruta difícil de encontrar, cuya comercialización solo se da en algunos países, donde suele tener un costo sumamente elevado, de hasta tres a cuatro veces más que su hermana la fresa roja.
En México solo es posible adquirir semillas o plantas para cultivarla, las cuales pueden ir desde los 100 pesos 10 semillas hasta los 600 pesos la planta con raíz.
Es gracias a su peculiar color, a su singularidad, a su gran contenido de nutrientes e incluso a su elevado precio que, fácilmente, esta podría considerada el oro blanco de las frutas.
Cuáles son los beneficios a la salud del consumo de la fresa blanca
A pesar de ser difícil de encontrar y consumir, en los países donde comienza a hacerse popular, la fresa blanca también es valorada por sus elevados beneficios para la salud, los cuales son muy similares a los de la fresa roja y entre los que se encuentran los siguientes:
- Alto contenido de antioxidantes: Las fresas blancas contienen antioxidantes como la vitamina C y flavonoides, los cuales pueden ayudar a combatir el estrés oxidativo y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
- Favorecen la salud del corazón: Gracias a sus antioxidantes y su potasio, estas fresas pueden contribuir a la salud cardiovascular, mejorando la presión arterial y reduciendo los factores de riesgo de enfermedades cardíacas.
- Regulación del azúcar en sangre: Aunque son dulces, las fresas blancas tienen un bajo índice glucémico, lo que ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre, siendo una opción segura para personas con diabetes.
- Promueven la salud digestiva: Por su contenido en fibra, favorecen el tránsito intestinal y contribuyen a una buena salud digestiva.
- Propiedades antiinflamatorias: Los compuestos presentes en las fresas blancas tienen efectos antiinflamatorios, lo que puede ser beneficioso en la prevención y manejo de condiciones inflamatorias.
- Fortalecimiento del sistema inmunológico: La presencia de vitamina C en las fresas blancas ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, aumentando la resistencia a infecciones y enfermedades.
- Cuidado de la piel: La vitamina C y los antioxidantes contribuyen a mejorar la salud de la piel, favoreciendo la producción de colágeno y combatiendo el daño por radicales libres, lo que puede ayudar a retrasar los signos del envejecimiento.
Incluir fresas blancas en la dieta no solamente puede ofrecer estos beneficios para la salud, sino que también aporta variedad y un sabor único a las preparaciones culinarias.