Cuando una persona sufre una fractura es posible que no se de cuenta de inmediato, y en muchos casos tratan de seguir con sus actividades de forma normal, sin embargo, con este tipo de lesiones aparecen cuatro signos que indican que el hueso sufrió un daño.
El primero de ellos es el cambio de coloración en la piel o los tejidos que se encuentran alrededor de la fractura, además de aumento de volumen de la zona afectada, aumento local de la temperatura y dolor, el cual puede variar en intensidad en función de cada persona.
Las fracturas representan un problema común de salud que varía según la edad de los individuos, señala Michell Ruiz Suárez, experto en traumatología y ortopedia, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.
En los niños, las fracturas más habituales son en el codo; los adultos sufren principalmente de fracturas de tobillo; mientras que las personas mayores se enfrentan a fracturas de muñeca, radio, hombro, cadera y columna vertebral.
Ruiz Suárez destaca la frecuencia de estas lesiones en mujeres mayores de 65 años con osteopenia u osteoporosis, donde se presentan fracturas por fragilidad.
Según explicó el especialista, no todas las fracturas requieren intervención quirúrgica, siendo muchas manejables mediante métodos conservadores como la inmovilización del área afectada.
Resaltó la importancia de la reducción del hueso para alinear la estructura ósea correctamente antes de su inmovilización. Además, advirtió sobre el riesgo de infección en fracturas expuestas, esas que muestran laceraciones en la piel, aunque sean mínimas. En estos casos, es crucial buscar atención médica inmediata para evitar complicaciones.
En el caso de las lesiones más graves, especialmente aquellas que interfieren con la circulación sanguínea a extremidades, Ruiz Suárez enfatizó la urgencia de atención médica para prevenir daños irreversibles.
El especialista también subrayó la singularidad del esqueleto infantil, que aún se encuentra en desarrollo, y la necesidad de cuidar el cartílago de crecimiento para evitar secuelas a largo plazo.
Las caídas en personas mayores pueden no solo ser consecuencia de una fractura sino también su causa, por lo que la atención no debe limitarse solo a la curación de la fractura sino también al tratamiento de la osteoporosis para prevenir futuras lesiones.
Para la recuperación completa de una fractura, el período de cicatrización oscila entre seis y ocho semanas, tras lo cual es esencial la rehabilitación para restablecer la movilidad y fuerza anteriores.
Fracturas no deben ser atendidas por hueseros
La capacidad de terapeutas tradicionales, tales como quiroprácticos, sobadores y hueseros, para tratar fracturas comunes es limitada y no deben ser considerados para la atención de fracturas complejas.
Dicho tratamiento requiere de la intervención médica especializada, particularmente cuando se comprometen estructuras vitales.
A su vez, es un mito que las partes del cuerpo que retienen movilidad tras una lesión no están fracturadas; la movilidad residual no excluye la posibilidad de una fractura. Contrariamente a la creencia popular, tanto los huesos grandes como los pequeños necesitan de atención médica adecuada tras una fractura para prevenir secuelas funcionales a largo plazo.
Adicionalmente, un hueso previamente fracturado tiene el potencial de fracturarse nuevamente en el mismo sitio. Entre otras verdades, se reconoce que las mujeres de edad avanzada están más predispuestas a sufrir fracturas por fragilidad en comparación con sus contrapartes masculinas, principalmente debido a alteraciones hormonales postmenopáusicas.
El tratamiento incorrecto de las fracturas, incluyendo la idea errónea de que pueden ser manejadas sin cuidado médico especializado, lleva a complicaciones serias y secuelas a largo plazo, que pueden ser evitadas con la debida atención profesional.
La creencia de que sólo los huesos grandes requieren atención médica ignora el riesgo de complicaciones en fracturas de huesos más pequeños, como aquellos en muñecas o manos, subrayando la importancia de un diagnóstico y tratamiento adecuados independientemente del tamaño del hueso afectado.