La intolerancia a la lactosa es una condición común que afecta a un gran número de personas en todo el mundo, generando molestias estomacales que pueden ser bastante incómodas. ¿Por qué sucede esto? Aquí te lo explicamos.
La lactosa, un azúcar presente en la leche y sus derivados, requiere de una enzima llamada lactasa para su adecuada digestión. Cuando el cuerpo no produce suficiente lactasa, se produce la intolerancia a la lactosa.
Esta afección, según la página web de la Mayo Clinic, también conocida como absorción insuficiente de la lactosa, se origina por la escasez de una enzima llamada lactasa, necesaria para digerir el azúcar presente en la leche y sus derivados. Cuando los niveles de lactasa son bajos, la lactosa no se descompone correctamente, lo que conduce a síntomas como diarrea, gases e hinchazón abdominal.
Síntomas
Los signos y síntomas de la intolerancia a la lactosa suelen manifestarse entre 30 minutos y 2 horas después de consumir alimentos que contienen lactosa. Estos incluyen diarrea, náuseas, vómitos, cólicos estomacales, hinchazón, gases y cambios en el estado de ánimo.
La predisposición genética juega un papel crucial en la intolerancia a la lactosa, ya que algunas personas nacen con una cantidad limitada de lactasa y experimentan síntomas desde temprana edad. Además, con el envejecimiento, la producción de lactasa tiende a disminuir.
Sin embargo, la intolerancia a la lactosa no significa necesariamente renunciar por completo a los productos lácteos. Existen numerosas alternativas disponibles en el mercado, como leches sin lactosa, productos lácteos fermentados como el yogur, y variedades de quesos más fácilmente digeribles.
Existen tres tipos principales de intolerancia a la lactosa: primaria, secundaria y congénita o del desarrollo. La intolerancia primaria es la más común y se desarrolla a lo largo del tiempo, mientras que la secundaria puede surgir como resultado de enfermedades o lesiones que afectan el intestino delgado. La intolerancia congénita, aunque menos común, puede estar presente desde el nacimiento debido a una falta de lactasa.
Algunos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar intolerancia a la lactosa incluyen la edad avanzada, el origen étnico, el nacimiento prematuro y ciertas enfermedades que afectan el intestino delgado, así como tratamientos oncológicos como la radioterapia y la quimioterapia.
Causas de la intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa se debe a la malabsorción de lactosa, causada por concentraciones bajas de lactasa en el intestino delgado. La lactasa es la enzima encargada de descomponer la lactosa. Cuando hay una deficiencia de lactasa, la lactosa no digerida pasa al colon, donde las bacterias la descomponen, produciendo fluidos y gases que causan los síntomas de la intolerancia a la lactosa.
Según el sitio del National Institutes of Health (NIH), entre las causas de concentraciones bajas de lactasa se encuentran la lactasa no persistente, lesiones en el intestino delgado debido a infecciones, enfermedades u otros factores, el nacimiento prematuro y el déficit congénito de lactasa, una condición poco común en la que el intestino delgado produce poca o ninguna cantidad de lactasa desde el nacimiento.
Es importante distinguir entre la intolerancia a la lactosa y las alergias a la leche, ya que son afecciones diferentes con causas distintas. Mientras que la intolerancia a la lactosa se debe a problemas para digerir la lactosa, las alergias a la leche son causadas por una respuesta del sistema inmunitario a las proteínas presentes en la leche y los productos lácteos.
Las alergias a la leche suelen manifestarse en el primer año de vida y pueden provocar reacciones graves que ponen en peligro la vida. Por otro lado, la intolerancia a la lactosa suele aparecer más tarde en la vida y, aunque puede causar síntomas incómodos, rara vez representa un riesgo grave para la salud.