Los vínculos entre el crimen organizado y la producción agrícola en Michoacán se pueden rastrear por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX, cuando la familia Valencia —que después dio lugar al Cártel del Milenio— sustituía cultivos de maíz y frijol por marihuana y amapola.
A lo largo de las décadas, las y los habitantes que laboran en el ramo de la agricultura se han enfrentado con distintos grupos delictivos que, mediante violencia y amenazas, buscan adueñarse de sus tierras.
Entre las organizaciones criminales que han mantenido bajo asedio a la población michoacana resalta el cártel de Los Caballeros Templarios, pues puso en marcha “uno de los sistemas de extorsión más sofisticados en México”, de acuerdo con un análisis de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GITOC, por sus siglas en inglés).
Esta asociación de expertos publicó un informe el 5 de enero de 2024 que detalló el modus operandi de Los Caballeros Templarios para enriquecerse a partir de la producción agrícola, especialmente del aguacate.
Nacido como una escisión de La Familia Michoacana en 2011, Los Caballeros Templarios se presentaron como una organización que combatiría las prácticas de extorsión. Sin embargo, lo que hizo fue perfeccionarlas.
Tenían a la población bajo un constante acecho, pues además de la instalación de puntos de control y los patrullajes de comandos armados, contaban con un manual de comportamiento que dictaba lo que se podía hacer —y lo que no— en el espacio público. Por si fuera poco, su capacidad para ejercer violencia les permitió tener el control de la política local.
En su poder tenían los registros oficiales de la industria agrícola estatal, así como documentos del catastro. Gracias a ello, presumiblemente le exigían a cada productor de aguacate dos mil pesos por cada una de sus hectáreas.
Para 2012, cuando el grupo estaba en su apogeo, el área de cultivo de este fruto en Michoacán era de 112 mil 673 hectáreas, por lo que Los Caballeros Templarios pudieron haber acumulado en ese año hasta 225 millones de pesos únicamente de los pagos que este sector de la población hizo para trabajar sus tierras.
Sin embargo, el cártel también exigía un impuesto por cada kilogramo que los productores vendieran a mayoristas y empacadores, por lo que en 2012 se presume que las ganancias totales de Los Caballeros Templarios relacionadas con extorsiones a este grupo ascendieron a casi dos mil 200 millones de pesos.
“Se estima que en 2012 Los Caballeros Templarios robaron lo equivalente al 1,1% del Producto Interno Bruto (PIB) de Michoacán por las ganancias obtenidas de la producción de aguacate”, sostienen los investigadores Romain Le Cour Grandmaison y Paul Frissard Martínez, autores del informe.