Los alimentos transgénicos parecen una solución para los desafíos que presenta una población mundial en constante aumento Se trata de organismos modificados genéticamente (OMG o GMO) para aprovechar mejor su potencial en la producción agrícola al ser resistentes a plagas y otros problemas. Sin embargo, la ingeniería genética, el proceso mediante el cual se alteran estos productos, ha despertado críticas, principalmente sobre el impacto que tendrán en el cultivo con semillas naturales, por su impacto potencial en la biodiversidad.
El planeta tendrá 9.700 millones de personas en 2050, según las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La cifra supone un desafío para la seguridad alimentaria, pues este factor se une a los estragos del calor creciente y las sequías. Para enfrentar el contexto se necesitaría aumentar en un 70% la capacidad para producir suficiente alimento para el mundo.
En algunas regiones, las autoridades han recurrido a los alimentos transgénicos debido a su cultivo más controlable, un hecho que mantiene sostenible la producción de comida en condiciones extremas como ciertos lugares del continente africano. Incluso existe la posibilidad de desarrollar tecnología que permita asegurar la disponibilidad en temporadas de sequía o catástrofes naturales.
Los alimentos transgénicos ya han sido una solución
Entre las características de los OMG está la posibilidad de transferir, a través de la inserción, genes provenientes de otras especies. Por lo general, la modificación genética de alimentos solo se realiza en plantas y semillas. Antes de comercializar los productos, las productoras deben aprobar los rigurosos requisitos que cada gobierno establece en conjunto con organismos mundiales con el objetivo de evitar agentes cancerígenos y garantizar igualdad en el consumo humano.
Uno de los ejemplos más destacados de cómo los cultivos transgénicos han ayudado a alimentar a poblaciones es el caso del maíz Bt, resistente al Bacillus thuringiensis y el más comercializado en el mundo. En México llegó en 1996 y desde 2001 se ha identificado en razas nativas de Oaxaca y Puebla, según investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En Sudáfrica se cultiva desde 1999, de acuerdo con Inter Press Service. El rendimiento de este cultivo encendió el interés de otras naciones por los alimentos modificados a nivel genético. Por ejemplo, Uganda promulgó la ley de Bioseguridad en 2011 y realizó ensayos para producirlo.
Con el maíz Bt, en el mundo se registró una reducción en el uso de herbicidas tóxicos y los agricultores africanos mejoraron su seguridad alimentaria sin químicos nocivos. Respecto a los supuestos peligros de su consumo humano, ha sido definido como inocuo, según la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (SEDCA). En el caso mexicano, por mandato presidencial, está prohibido para la elaboración de alimentos basados en maíz transgénico desde 2023.
Además del maíz Bt, otros cultivos transgénicos han demostrado su importancia en diversas partes del mundo. En la India, por ejemplo, se ha utilizado arroz dorado modificado genéticamente para abordar la deficiencia de vitamina A, que afecta a millones de personas y causa problemas de salud graves. El arroz dorado, como fue llamado, también muestra una resistencia superior a las inundaciones.
En la actualidad, existen varios cultivos transgénicos: hasta el 2019, al menos 17 millones de productores cultivaron en 190,4 millones de hectáreas, según International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications (ISAAA). Entre los cultivos principales se encuentran la soja y el maíz resistentes.
El daño lo recibirán las variedades de semillas tradicionales
A pesar de los beneficios potenciales de los alimentos transgénicos, existen preocupaciones y críticas en torno a su consumo humano. Uno de los principales argumentos en contra de los cultivos de este tipo es la incertidumbre sobre los posibles efectos a largo plazo en la salud humana y el medioambiente. Sin embargo, numerosos estudios científicos han concluido que los alimentos modificados a nivel genético actualmente en el mercado son seguros para el consumo humano. Organizaciones como la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos han respaldado la seguridad de los actuales productos.
Otra crítica importante se relaciona con el impacto de los cultivos transgénicos en la biodiversidad. Existe el temor de que los genes modificados se propaguen a especies silvestres y provoquen cambios imprevistos en los ecosistemas. Además, las semillas naturales podrían desaparecer. En México, distintas organizaciones como el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales han advertido que las variantes de maíz existentes podrían extinguirse, con lo cual se modificarían más de 70.000 años de trabajo humano.
Un estudio publicado en la revista Producción y consumo sostenibles indica que México posee la capacidad de su tierra agrícola para sustentar una dieta saludable y sostenible para su población, aunque requerirá de cambios en el sistema alimentario. Para enfrentar el problema nutricional existente y disminuir la necesidad de pastizales, es fundamental modificar los patrones de consumo hacia hábitos más saludables y sostenibles. Asimismo, urge una restructuración en el uso de las tierras agrícolas, que hoy día se destinan principalmente a pastos, para permitir la producción de una gama más amplia de alimentos.
La incorporación de genes exógenos mediante técnicas de ingeniería genética ha permitido la creación de variedades vegetales que pueden soportar mejor el estrés ambiental y aumenta la eficiencia en la producción agrícola sin recursos químicos. Esto, junto con la generación de plantas más ricas en celulosa, esenciales para la fabricación de biocombustibles, muestra una faceta prometedora de la biotecnología vegetal.
A pesar de los beneficios y el potencial que representa la biotecnología agrícola, existe una preocupación global por el desarrollo de un marco regulatorio que asegure el uso eficiente y seguro de los cultivos transgénicos. Es vital una comunicación efectiva sobre las ventajas y desventajas de los mismos, evaluando su impacto tanto en la salud humana como en el medio ambiente, de acuerdo a las conclusiones de un estudio publicado en la revista Sostenibilidad
Los organismos internacionales han exhortado a los gobiernos a establecer regulaciones y evaluaciones científicas para producir alimentos transgénicos de forma responsable. Al enfrentar los desafíos de la seguridad alimentaria, la ingeniería genética podría ser una opción viable de acuerdo a los antecedentes donde ha funcionado para adaptar los cultivos en partes del mundo donde los factores climáticos son o se están volviendo adversos.