Desde épocas pasadas el ser humano ha buscado algo que se acerque al mito de “la fuente de la eterna juventud”, ya que envejecer es uno de los grandes miedos entre algunos individuos, y hoy la ciencia parece estarse acercando al misterio de retener el envejecimiento más tiempo.
Y es que una de las claves definitivas para detener, o retrasar, el proceso de envejecimiento podría estar en los llamados telómeros, los cuales no son más que el escudo protector del ADN de nuestras células, debido a que son los responsables de que estas se mantengan jóvenes.
Para entender mejor, los telómeros se encuentran en la parte final (los extremos) de los cromosomas y mientras se mantienen “largos”, las células parecen estar sanas y cumplir sus funciones; sin embargo, cuando empiezan a acortarse nuestras células comienzan a sufrir un envejecimiento que se traslada a nuestro organismo.
Durante su vida las células atraviesan un proceso de división pero, en algún momento, durante dicho proceso, en los cromosomas de las nuevas células este telómero será más corto.
Y es ahí donde comenzamos a envejecer, pues posteriormente, el telómero se hará más y más corto con cada proceso de división celular.
Al perder esta protección los cromosomas (ADN) comienzan a sufrir daños, lo que abre la puerta a un sin fin de enfermedades y, claro, a los signos de la vejez.
La importancia, y la relación de estas partes de la células con la juventud, fueron descubiertos por Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak quienes incluso ganaron el Premio Nobel de Medicina en 2009 debido a sus investigación.
Fueron ellos quienes encontraron que en los telómeros podría estar la calve para detener el proceso de envejecimiento celular.
El reconocimiento recibido por estos científicos se basó en el descubrimiento de la capacidad de la enzima telomerasa para alargar la vida de los telómeros, estructuras ubicadas en los extremos de los cromosomas.
Los trabajos de Blackburn, Greider y Szostak demostraron que la telomerasa tiene el potencial de evitar el acortamiento de los telómeros durante la división celular.
Este hallazgo es de gran importancia para la biología molecular, ya que el acortamiento de los telómeros está asociado con el envejecimiento celular y el desarrollo de enfermedades como el cáncer.
La posibilidad de manipular los telómeros mediante la enzima telomerasa plantea un horizonte prometedor en la medicina regenerativa y la biología celular, donde el fortalecimiento de la estabilidad genómica mediante la protección de los cromosomas juega un rol crucial.
Hábitos que más acortan los telómeros
Ahora que se tiene este conocimiento sobre cuáles son unas de las estructuras que más nos protegen de envejecer es importante que sepas que existen hábitos que acortan los telómeros antes de tiempo, lo que podría acelerar tu proceso de envejecimiento.
Estos son los principales enemigos de los telómeros:
Fumar
Investigaciones han encontrado que uno de los hábitos que más acortan esta estructura es el fumar. Diversos estudios demostraron que estos suelen ser más cortos en personas que tienen este hábito.
Mala alimentación
Los alimentos procesados y altos en azúcar también suelen dañar esta estructura por lo que se recomienda preferir una dieta saludable rica en frutas, verduras y proteínas.
Estrés
Si bien el estrés no acorta los telómeros por si mismo, si afecta la producción de otro compuesto conocido como telomerasa, la cual brinda protección a los telómeros.
Los científicos aseguran que el estrés afecta la producción de telomerasa y que sus concentraciones son menores en personas que viven en contextos estresantes.
Esta es quizá una de las razones por las que el estrés provoca una gran cantidad de enfermedades y de signos de envejecimiento.
Combatiendo el cáncer
Pero no sólo es la clave de la juventud, los telómeros también podrían ser la puerta de entrada a mejores y más efectivos tratamientos contra el cáncer debido a que se han encontrado que una falla en ellos podría ser una de las razones por las que las células cancerígenas consiguen dividirse sin control.
Las investigaciones concluyeron que, en estas células, los telómeros permanecen largos, lo que le hace pensar al cuerpo que deben continuar con su replicación sin detenerse.