Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso es una afección que se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa. Hasta recientemente, el Índice de Masa Corporal era la fórmula que se utilizaba como indicador indirecto de la proporción de grasa en el cuerpo: el IMC se calcula dividiendo peso (kg)/estatura2 (m2), y el resultado se compara con una tabla de valores que separa, en amplios grupos, la dirección y distancia a la que el peso de uno se encuentra del “peso ideal”. Sin embargo, un número creciente de expertos en medicina y nutrición han presentado argumentos en contra del uso de esta fórmula como único parámetro para definir al sobrepeso y a la obesidad.
El chef David de Jorge, conocido en redes como Robin Food, llegó a pesar 267 kilogramos. Más allá de los estudiados efectos negativos del sobrepeso y la obesidad como un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, trastornos neurológicos, enfermedades respiratorias crónicas o trastornos digestivos, a su 1,75m de altura, este peso supone una gran dificultad añadida a la hora de moverse y puede repercutir, a la larga, en la salud de sus articulaciones. Además, según la OMS, también puede tener efectos negativos sobre la salud mental de las personas.
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Según cuenta el cocinero, su estado de salud llegó a hacerle sentir que le daba igual la muerte, lo que hizo que le saltaran las alarmas: “Lo cuento con una sonrisa porque, afortunadamente, es una batalla que, aunque todavía no he ganado porque tengo que ir ganándola día a día, llegó un momento en el que me daba igual morirme. Con 40 años y 267 kilos tenía una energía increíble pero llegaba a casa que me quería morir. Llegó un momento que no sabía por dónde bajarme de la cama" se sinceró el chef en una visita a El Hormiguero en 2020.
<i>Un balón gástrico, deporte, dieta, y una abdominoplastia exitosa</i>
A partir de ese momento, David comenzó un duro proceso de mejorar sus hábitos, tanto de alimentación como de “gastar la zapatilla y sudar un poco”. Según cuenta, su familia y amigos fueron de gran ayuda, y el hecho de tener unos “buenos médicos" también facilitó el proceso: “Primero me pusieron un balón gástrico porque los médicos que me decían que hasta que no bajara de 200 kilos no me podían operar porque ‘no hay dios que te duerma’. Era una cosa horrorosa. Bajé 67 kilos y ya me hicieron una reducción de estómago. Salí como Superman del quirófano, con una ilusión alucinante”.
Normalmente, el proceso de adelgazar no acaba al perder grasa: la piel es un órgano “elástico" que se va estirando para adaptarse a medida que aumenta la cantidad de grasa viceral y subcutánea. Cuando se pierde mucho peso, esa piel “extra” no desaparece, y suele quedar flácida y colgante. Aunque se trata de una prueba del progreso, también puede ser un obstáculo para moverse cómodamente y, en algunos casos, perjudicar la percepción que las personas tienen sobre sí mismas.
Después de perder la friolera de 140 kilogramos, David de Jorge se sometió a una abdominoplastia, la cirugía mediante la cual se retira esa piel: “El médico me dijo que, cuando me soltaron la piel que me sobraba, me llegaba tumbado a los pies. Era muy fuerte. Fue la operación más dura. Estuve seis meses jodido. La operación salió bien pero se me infectó un poco la herida y las pasé putas".
Aunque siempre ha sido, según asegura, una persona feliz, lo es mucho más “ahora. Siempre he sido muy feliz pero como tenía ese problema, tenía un marrón. Si realmente me daba igual morirme, muy feliz no era."
El resto puede estar agradecido de que David de Jorge vuelva a amar la vida, ya que, sin él, no existirían las tantas y tan deliciosas recomendaciones gastronómicas que el cocinero regala a sus espectadores como Robin Food, “el Robin Hood de la cocina: crea recetas de ricos para que los pobres coman como la realeza”, según explica él mismo.