Santander, 3 ene (EFE).- Entre un 50 y un 70 % de quienes tienen depresión por primera vez en su vida no alcanzan una remisión clínica tras un primer tratamiento antidepresivo y, de todos esos casos, un 70 % tampoco lo hará con el segundo.
En este contexto, para un mejor abordaje de esta problemática, cada vez es más importante una intervención global, que incida en actividad física, hábitos de vida y fomente interacciones sociales.
La depresión difícil de tratar se vincula con los pacientes que no responden de una forma adecuada a los tratamientos convencionales, como pueden ser antidepresivos o psicoterapia, y en los que además la persistencia de los síntomas se atribuye "a otros factores que van más allá de la resistencia", señala a EFE el psiquiatra del Hospital Valdecilla de Santander Marcos Gómez Revuelta.
Este especialista cree que hay que huir de visiones "simplistas" de la depresión porque es algo más complejo que no puede reducirse, cuando el tratamiento no funciona, a un fármaco o una terapia en concreto.
Desde este enfoque, en Valdecilla se impulsa desde hace dos años un programa pionero en el que la actividad física se ha incorporado al tratamiento de estos pacientes, con clases especialmente diseñadas en función de sus capacidades.
Los pacientes acuden a las sesiones dos veces por semana, dentro de un programa de 6 u 8 meses de duración.
La hipótesis de partida de este proyecto es que el ejercicio tiene enormes ventajas desde el punto de vista de la humanización, al fomentar rutinas, reducir el aislamiento social y mejorar la autoestima.
"La depresión debe percibirse desde una perspectiva mucho más amplia, y por tanto más integradora a la hora de enfocar el tratamiento", defiende Gómez Revuelta.
Subraya la importancia de detectar la depresión lo antes posible y de "intervenir de la forma más contundente posible" a fin de "eliminar el recorrido que pueda tener".
Las probabilidades de remisión, además, "disminuyen dramáticamente con cada intento fallido de tratamiento" y "con el tiempo como gran enemigo".
Por un lado, ese tiempo bajo la influencia de la enfermedad implica un mayor deterioro biológico, pero también un enorme impacto en la vida de la persona que padece depresión, con la enfermedad "invadiendo progresivamente todas las áreas de su vida".
La 'buena noticia' es que se vive un momento en el que la salud mental está "saliendo del armario", hay más conocimiento y divulgación, y se ha producido "un cierto boom" en consultas.
Pese a ello, aún hay personas con depresiones más graves que siguen encontrando barreras para acudir al médico, "desde las que impone la propia enfermedad a otras vinculadas con el estigma, la falta de educación para la salud que complica su reconocimiento, o las derivadas de las dificultades en el acceso al sistema sanitario, especialmente, a los especialistas", lamenta Gómez Revuelta.
Son muchas las formas en que se puede presentar la depresión, pero los motivos principales de esas primeras consultas suelen ser tristeza, desasosiego, impotencia, ansiedad, dificultad y desgana para hacer cosas, dificultades para conciliar el sueño, desesperanza, o también ideas autolíticas.
Gómez Revuelta destaca además que, aunque el uso de los fármacos debe ser "racional" y prolongarse el menor tiempo posible y con la menor dosis efectiva, lo que debe primar es lo que necesita el paciente.
"Nadie discute cuando una persona tiene diabetes y tiene que tomar insulina a lo largo de toda su vida. Y nadie discute que si alguien tiene hipertensión tome un fármaco para ello. Exactamente lo mismo pasa con una persona que tiene depresión crónica y precisa de un antidepresivo", remarca.
Dentro "de la intervención global e integradora" que es clave en estos casos, deben adquirirse hábitos de vida beneficiosos, como una mejor alimentación, ejercicio físico, y una mayor socialización y actividad.
Así, en una persona que tiene depresión crónica y precisa de un antidepresivo, "el fármaco va a ser sólo una parte de la intervención". "Lo mismo que con otros tratamientos, aunque resulten una ayuda fundamental que no hay que obviar ni minusvalorar, no debe ser una intervención aislada", dice Gómez Revuelta. EFE
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