Madrid, 5 nov (EFE).- El bioquímico Carlos López-Otín, investigador del genoma humano, del cáncer o del envejecimiento, considera que la devastación provocada por las inundaciones demuestra que somos "frágiles y vulnerables" y opina que hace falta humildad "para paliar la dana que se avecina, una dana de dificultades sociales, económicas y, sobre todo, nacionales”.
En una entrevista con EFE, con motivo de su nuevo libro 'La levedad de las libélulas' (Paidós), en el que pone el foco en la salud mental, el científico apela a la empatía para "ponernos en el lugar de todos los que han perdido tanto, incluyendo la vida” en esta catástrofe.
Y conmina a dejar atrás "la arrogancia" que nos dan los avances tecnológicos y progresar en las relaciones humanas: "Esto es lo que nos puede ayudar a minimizar, a paliar, a aliviar" esa "nueva dana" que se aproxima.
López-Otín (Sabiñánigo, Huesca, 1958) viaja en su nueva obra al interior de sí mismo, pero también busca la definición de salud, que considera que es más que ausencia de enfermedad, es "equilibrio y equidad”, pero sobre todo es "el silencio del cuerpo”.
Por contra, en la salud mental, "cuando tienes problemas emocionales estás continuamente en la mente oyendo ruidos, un ruido que puede ser sutil; no son voces, son susurros”.
El investigador pasó por su propio proceso de depresión y "profunda decepción social” al arruinarse parte de una investigación que realizaba en la Universidad de Oviedo, sufrir acoso laboral y tener que retirar algunos artículos científicos por fallos en figuras y fotografías complementarias que no influían en el mensaje principal del estudio, según explicó en su momento.
"Yo he estado dos años en silencio social absoluto como terapia personal de recuperación. Y he escrito algunos de los artículos científicos más importantes de mi vida y un libro”, asegura el bioquímico adscrito a la Universidad de la Sorbona de París.
En 'La levedad de las libélulas', López-Otín critica a los negacionistas de la salud mental y pide acabar "con la impunidad de los abusadores y acosadores” responsables directos o indirectos de daños físicos y mentales y de los suicidios.
"Hacen falta medidas que se anticipen a la ola de ansiedad y de tristeza que se está aproximando. Cada año se quitan la vida seres humanos que creen no encajan en el sistema actual”, apunta.
Pero no es suficiente apoyarse en los "efectos urgentes” de fármacos, como antidepresivos y ansiolíticos, sino acometer acciones integradas no solo desde la Medicina, también desde la Psicología, la Sociología o la Economía para afrontar un problema que afecta a uno de cada ocho habitantes del planeta.
Uno de los factores que impacta en la salud mental es el estrés, un mecanismo de respuesta para protegernos de las adversidades, pero que si se queda crónico, si nos mantiene en alerta, termina generando respuestas fisiológicas que "nos llevan a la obesidad, a la depresión, a enfermedades cardiovasculares y neurológicas…”.
Porque, insiste, la salud emocional incide en la salud física y sus problemas pueden conducir a alteraciones cardiovasculares, envejecimiento prematuro, problemas oncológicos...
"Y es bidireccional. El aforismo ‘Mens sana in corpore sano’ se debe completar con 'Corpore sano in mens sana', concluye. EFE
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