Que un restaurante perdure en el tiempo es complicado. Ya lo dice el mismísimo Ferran Adrià: el 50% de los locales que abren en España no dura más de cinco años. Por ello, poder sentarse a comer en un restaurante con casi dos siglos de historia es un verdadero lujo que en pocos sitios se puede disfrutar. Puede hacerse en Barcelona, un epicentro gastronómico que cuenta con restaurantes con largos años de vida a sus espaldas.
En pleno barrio Gótico de Barcelona, se encuentra Los Caracoles, un restaurante con casi dos siglos de tradición que, aún hoy, sigue siendo un referente de la gastronomía catalana. Se trata del segundo restaurante más antiguo de la Ciudad Condal, únicamente superado por Can Culleretes, cuya historia se remonta hasta 1786.
Los Caracoles fue fundado en 1835 por la familia Bofarull y aún hoy, la quinta generación de este linaje continúa liderando tras los fogones. Este establecimiento, que también es conocido como Can Bofarull en honor a la familia fundadora, ha sido capaz de mantener intacta su oferta de cocina tradicional de calidad en una ciudad cada vez más influenciada por propuestas internacionales. Para muchos, una joya histórica de la ciudad.
Una placa en el suelo, frente al número dos de la calle Escudellers, nos recuerda que entramos a un local centenario y emblemático, aunque el espacio que nos recibe ya habla por sí solo. Sorprende su larga barra, su evocadora ambientación y su enorme cocina de carbón, la única que queda en Barcelona, a la vista y en medio del paso de los clientes, con la parte de abajo dotada de potentes hornos. Aún conserva los cristales emplomados y el asador de pollos original de la esquina, así como el ambiente clásico que lo ha acompañado durante 190 años.
Por supuesto, el local debe su nombre a su especialidad: los caracoles. Esta receta de caracoles especiales fue creada por el bisabuelo de los actuales dueños y se mantiene intacta desde el momento de su nacimiento. En Can Bofarull, los caracoles se cocinan con un sofrito de tomate y cebolla, carne de cerdo y especias y se suelen servir en cazuelita de barro para que no pierda el calor, acompañados de pan, una bebida y una servilleta al cuello.
Más allá de esta receta, su oferta gastronómica incluye una amplia variedad de platos tradicionales catalanes. Entre sus opciones más destacadas se encuentran el lomo de bacalao a la llauna, el rabo de toro con parmentier de patata, la tortilla abierta con gambas y la mariscada especial con bogavante.
Además, el restaurante ofrece clásicos como la sopa bullabesa, que figura en su carta desde 1925, y platos de arroz como la paella o el arroz con conejo y caracoles. Los postres no se quedan atrás, con opciones que evocan el siglo XX, como el postre pijama, los profiteroles, el biscuit con turrón, el flan casero y la crema catalana.
En sus inicios, el local funcionaba como una taberna, pero en la década de 1930 adquirió la categoría de restaurante. Durante este período, se instaló una plancha a pie de calle donde se cocinaban platos como pajaritos, cabezas de cordero y cazuelas de cap i pota, lo que atraía a curiosos hacia su fachada. Sin embargo, debido a las aglomeraciones que dificultaban el tráfico en la calle, las autoridades ordenaron trasladar la cocina al interior del local. Este cambio dio lugar a la creación de una rotisserie que se convirtió en un referente en la ciudad y que fue precursora de los populares pollos a l’ast, que aún hoy son un reclamo en la vitrina del restaurante.
Este enclave no solo es conocido por su cocina, sino también por su historia y por la extensa lista de personajes ilustres que han pasado por sus mesas. Figuras como Ava Gardner, Charlton Heston, Lenny Kravitz, el expresidente estadounidense Jimmy Carter, el diseñador Giorgio Armani, el pintor Joan Miró y el icónico Salvador Dalí, junto a su musa Gala, han disfrutado de la experiencia culinaria que ofrece este icónico lugar. Incluso personalidades del mundo gastronómico, como el reconocido chef Ferran Adrià, han visitado frecuentemente este emblemático restaurante, uno de sus habituales en la Ciudad Condal.
Los Caracoles abre los 365 días del año con un horario que va desde las 13 h hasta las 16 h y de 19 h a 23 h y tiene capacidad para 250 comensales.