José Andrés es una de las caras más conocidas del mundo de la cocina española y también internacional. Tanto es así que, en los últimos días, el chef ha copado todos los titulares al ser condecorado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta distinción civil norteamericana, por su contribución a la paz, la prosperidad y los valores nacionales
A pesar de su ajetreada agenda, José Andrés siempre saca un hueco para visitar España y disfrutar de su buena cocina. Estas Navidades, el cocinero asturiano ha recorrido algunos de los rincones rurales de Andalucía, disfrutando del buen tiempo invernal de las tierras gaditanas, así como de su variada y rica gastronomía.
A través de sus redes sociales, el prestigioso chef ha mostrado una fotografía donde, además de presumir de un plato de papas aliñadas, una copa de vino blanco y el bello paisaje del Parque Natural de los Alcornocales, recomendaba a sus seguidores un lugar tradicional donde disfrutar de la cocina de la zona.
"Increíbles papas aliñadas en Venta Caracena… en Alcalá de los Gazules… y el gazpacho caliente… y la berza de tagarninas… y… y no se lo digáis a nadie", escribía en su cuenta de Instagram el cocinero afincado en Estados Unidos. Así, José Andrés nos invita a visitar la Venta Caracena, un restaurante de cocina tradicional que tiene una especial vinculación con la historia de su infancia.
Alcalá de los Gazules, el pueblo en el que se ubica este local, es uno de sus lugares preferidos del país, ya que es la tierra de origen de su madre y el lugar donde pasaba los veranos de su infancia junto a su familia. Ubicado en las estribaciones finales de la sierra de Cádiz, es uno de los conocidos como pueblos blancos, un enclave de calles empinadas y encaladas declarado Conjunto Histórico-Artístico.
La tradicional venta que conquista a los chefs internacionales
Es allí donde se encuentra Venta Caracena, un restaurante rústico que ha conseguido conquistar al chef a base de cocina tradicional y buen producto. El establecimiento se encuentra fuera del propio pueblo, en plena naturaleza, y presume de unas espectaculares vistas que acompañan al banquete. Cuenta con una agradable terraza para los meses de calor, mientras que, en su interior, una chimenea hace de sus salones un refugio acogedor ante el frío de este enclave.
Tal es la pasión del chef por este lugar y su cocina que lo ha visitado con gran frecuencia, llevando con él además a compañeros de profesión de gran prestigio. Entre ellos se nombran los hermanos Adrià, Ferran y Albert, que han acompañado al cocinero en alguna que otra ocasión.
Este pequeño negocio triunfa gracias a sus elaboraciones tradicionales, platos de cocina casera de los de ‘toda la vida’ que se nutren del mejor producto para conseguir resultados exquisitos. El propio chef tiene sus favoritos dentro de su carta: las papas aliñadas, el gazpacho caliente y la berza de tagarninas.
Su breve carta se conforma además de otras tapas como chicharrones, tortilla de patatas o croquetas caseras. A esto se suman otras delicias como arroces caldosos, de conejo, venado y solomillo, carnes como la presa ibérica o el rabo de toro y platos de cuchara.