El síndrome del niño hiperregalado o el peligro de unos Reyes Magos desproporcionados

Regalar una cantidad excesiva de obsequios a los más pequeños genera tendencias egoístas y una imaginación empobrecida, entre otras cosas

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Una niña recibe muchos regalos
Una niña recibe muchos regalos en Navidad (AdobeStock)

La noche de Reyes es, sin duda, la más especial para los más pequeños. ¿A quién no le va a gustar despertar y descubrir que tres reyes magos llegados de Oriente han dejado varios regalos debajo del árbol de Navidad? Muchos padres caen en el error de comprar múltiples regalos para sus hijos, ya sea porque lo entienden como una manera de demostrar su amor o porque se han visto absorbidos por el consumismo. Sin embargo, esto que podría parecer totalmente inofensivo para el niño, tiene en él una serie de efectos psicológicos perjudiciales: el síndrome del niño hiperregalado.

El Instituto Europeo de Psicología Positiva explica que este síndrome hace referencia a un conjunto de síntomas y efectos psicológicos negativos que surgen en los menores debido a una cantidad desproporcionada de regalos. Este fenómeno, aunque puede observarse durante todo el año, se manifiesta con mayor intensidad en fechas especiales, como los cumpleaños o Navidad, cuando Papá Noel y los Reyes Magos son demasiado generosos. Este exceso de obsequios, lejos de generar felicidad duradera, produce una serie de consecuencias no deseadas que afectan a la conducta de los niños y su desarrollo emocional.

Regalar en exceso a los niños, dándoles mucho más de lo que realmente necesitan o pueden disfrutar, puede tener un impacto negativo en su bienestar emocional y psicológico, según la psicóloga Aroa Ruiz:

  • Baja tolerancia a la frustración: los niños que están acostumbrados a recibir siempre lo que desean desarrollan dificultades para manejar situaciones en las que no obtienen lo que quieren. Ante un contratiempo, suelen reaccionar con ira, irritabilidad o frustración, lo que refleja una incapacidad para gestionar sus emociones de forma saludable y una dificultad para enfrentar desafíos en el futuro.
  • Vacío emocional: al recibir tantos regalos, los menores experimentan una falta de satisfacción a largo plazo. Esto ocurre porque no logran establecer un vínculo emocional con los objetos que poseen, ya que la abundancia les impide valorar lo que tienen. Este vacío puede traducirse en una búsqueda constante de novedades para llenar ese sentimiento de insatisfacción.
  • Falta de gratitud: cuando los niños se acostumbran a recibir demasiados regalos, tienden a centrarse en lo que les falta en lugar de apreciar lo que ya poseen. Esto dificulta el desarrollo de la gratitud y fomenta una actitud de descontento constante, incluso ante situaciones de abundancia.
  • Tendencia al egoísmo: en lugar de valorar los regalos por su significado o utilidad, los niños hiperregalados suelen medirlos por su cantidad. Esta actitud puede derivar en un comportamiento egoísta, donde dan prioridad a sus propios deseos y muestran poca empatía hacia los demás. Además, pueden enfadarse si, en alguna ocasión, no reciben exactamente lo que esperaban.
  • Imaginación empobrecida: el exceso de estímulos que generan demasiados regalos puede saturar a los niños, dificultando su capacidad para concentrarse en un solo objeto o actividad. Esta sobreestimulación afecta su creatividad, ya que no sienten la necesidad de inventar juegos o buscar maneras de entretenerse con los recursos disponibles.
  • Pensamiento materialista y consumista: los niños hiperregalados tienden a asociar la felicidad exclusivamente con la posesión de bienes materiales. Este pensamiento consumista puede llevarlos a buscar constantemente la satisfacción en cosas externas, ignorando la importancia de las relaciones humanas y las experiencias significativas.

Cómo prevenir el síndrome del niño hiperregalado

Establecer un número razonable de regalos es esencial para evitar la sobrecarga de estímulos. Una estrategia efectiva es seguir la “regla de los cuatro regalos”, que consiste en obsequiar: algo que el niño desee, algo que necesite, algo para leer y algo para vestir. Este enfoque ayuda a moderar la cantidad de obsequios, promoviendo el significado y la utilidad de cada uno, en lugar de priorizar la cantidad.

Es fundamental hablar con los niños sobre el esfuerzo necesario para adquirir los regalos y enseñarles a valorar lo que poseen. Además, involucrarlos en actividades solidarias, como donar juguetes que ya no usan a otros niños necesitados, fomenta el sentido de compartir y la empatía. Estas experiencias les ayudan a desarrollar una mayor apreciación por lo que tienen y por el bienestar de los demás.

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