A muchos nos ha pasado. Empezamos a conocer a alguien y parece ser perfecto, como si no tuviera ningún defecto, y nos preguntamos cómo puede alguien ser así de ideal. El problema está en que esta sensación es una completa ilusión, pues todos tenemos defectos y es lo natural. Lo que ocurre es que hemos caído en idealizar a esa persona, en enamorarnos de la idea que tenemos de ella en lugar de en su yo real.
Aunque puede parecer inofensivo, este fenómeno puede generar expectativas irreales, frustraciones y dinámicas poco saludables en nuestras relaciones, ya sea de amigos o de pareja. Así lo explican los profesionales de ACM Psicólogos de Madrid, quienes exponen que una de las razones más comunes para idealizar a alguien es la baja autoestima. Cuando no nos sentimos valiosos o suficientes, tendemos a buscar validación en los demás, lo que puede llevarnos a idealizar a ciertas personas. Creemos que estas personas poseen cualidades que a nosotros nos faltan, y, al asociarnos con ellas, esperamos mejorar nuestra percepción de nosotros mismos.
Por ejemplo, si alguien siente que no es lo suficientemente inteligente, puede idealizar a una persona que considera brillante, buscando compensar esa inseguridad. Sin embargo, esta dinámica puede ser problemática, ya que refuerza la idea de que nuestro valor depende de otros, en lugar de nuestra propia autoestima.
Además, durante las etapas iniciales de una relación romántica o de amistad, es común idealizar a la otra persona. Esto ocurre porque queremos ver lo mejor en ellos y crear una conexión emocional. En esta fase, es fácil pasar por alto los defectos o problemas potenciales, lo que puede llevar a expectativas poco realistas. Este fenómeno, conocido como “ceguera emocional”, se debe a la liberación de hormonas como la dopamina, que amplifican nuestras emociones positivas. Aunque esta idealización puede ser natural al principio, puede convertirse en un obstáculo si se mantiene a largo plazo, dificultando la construcción de una relación basada en la realidad.
Según los psicólogos, la necesidad de pertenecer a un grupo o ser aceptados por los demás puede llevarnos a idealizar a ciertas personas, especialmente aquellas que consideramos influyentes o populares. Al idealizarlas, buscamos su aprobación, creyendo que esto nos garantizará un lugar en su círculo social. Este comportamiento se observa con frecuencia en contextos laborales, educativos o sociales donde existe una jerarquía implícita. Sin embargo, esta idealización puede llevarnos a ignorar nuestras propias necesidades y valores, priorizando la conformidad sobre la autenticidad.
Cómo evitar caer en la idealización de las personas
La autoconciencia es clave para evitar la idealización, explican estos profesionales de la salud mental. Consiste en reconocer nuestras emociones, necesidades e inseguridades, y cómo estas influyen en nuestra percepción de los demás. Reflexionar sobre las razones detrás de nuestra idealización puede ayudarnos a entender si estamos proyectando nuestros deseos o carencias en otra persona. Una práctica útil es llevar un diario donde registremos nuestras interacciones y pensamientos sobre las personas que idealizamos. Esto nos permitirá identificar patrones y tomar decisiones más conscientes en nuestras relaciones.
Idealizar a alguien puede llevarnos a permitir comportamientos que no son saludables o respetuosos. Por ello, establecer límites claros con nosotros mismos es fundamental. Esto implica comunicar nuestras necesidades y expectativas de manera asertiva, y no permitir que la idealización nos haga ignorar señales de alerta.
Además, las redes sociales suelen exacerbar la idealización, ya que las personas tienden a mostrar solo los aspectos más positivos de sus vidas. Compararnos con estas versiones idealizadas puede llevarnos a proyectar cualidades irreales en los demás y sentirnos insuficientes. Para evitar esto, es importante limitar nuestra exposición a ellas y recordar que lo que vemos allí no refleja toda la realidad.