Lo primero que olvidan las personas con Alzheimer y otros síntomas que se pueden reconocer

La pérdida de los recuerdos recientes suele ser la forma más evidente en la que esta enfermedad se manifiesta

Manos de un anciano sosteniendo un bastón. (Shutterstock España)

En España hay más de 800.000 personas que tienen la enfermedad de Alzheimer. Un número que puede alcanzar al menos los 44 millones si lo extendemos a todo el planeta, convirtiéndola en una de las enfermedades más presentes en la actualidad. Esta patología, además, se caracteriza por una creciente incapacidad para recordar en los enfermos, algo que a la larga acaba afectando también a los familiares que los atienden.

Aunque el Alzheimer se suele presentar en edades muy avanzadas, un 5% de los pacientes desarrollan la enfermedad de manera precoz. Por otro lado, el ritmo al que esta avanza -pues se trata, en la actualidad, de un mal incurable- también puede variar mucho de un caso a otro, si bien es fundamental una detección temprana para procurar alargar al máximo el bienestar de las personas que la padecen.

Las primeras señales que pueden detectarse

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que produce una progresiva destrucción de las células cerebrales en el hipocampo, principalmente. También en otras se puede ver este proceso, producido por la acumulación de placas amiloides, es decir, depósitos anormales de proteínas, que alteran la forma de funcionar las neuronas.

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En su etapa temprana, el Alzheimer es difícil de detectar dado que la persona que lo padece puede aun vivir de manera independiente, pese a sufrir ya algunos episodios de pérdida de memoria, su síntoma más reconocible. La Alzheimer’s Association explica que las dificultades más habituales para recordar en ese primer estadio son algunas palabras concretas o nombres, especialmente cuando se trata de alguien a quien acabamos de conocer, así como lo que acabamos de leer. También pueden ser señales las pérdidas de objetos valiosos, o la aparición de dificultades para realizar tareas en entornos sociales o laborales.

La memoria más a largo plazo, por el contrario, casi siempre permanece intacta. Esto se debe a que muchos de estos se encuentran almacenados en otras zonas del cerebro que aún no han sido afectadas por la enfermedad, como la amígdala. En el hipocampo, por el contrario, es donde se gestiona el almacenamiento de la información más reciente.

En la etapa media, que es la más prolongada de la enfermedad, será más evidente la dolencia que sufre la persona. El daño a las neuronas provocará que al enfermo le resulte más difícil expresar sus pensamientos, así como realizar tareas cotidianas. Además, los olvidos cada vez serán mayores y también podrán aparecer ciertos cambios bruscos de humor y comportamiento, así como momentos de confusión y cambios en los patrones de sueño.

Prevenir y detectar

Pese a que la degeneración cerebral no se puede detener, sí que hay formas de prevenir un deterioro en nuestras funciones cognitivas. La más evidente es hacer uso de las mismas, ya sea con procesos de aprendizaje o con otras actividades que estimulen y mantengan activo nuestro cerebro. Por otro lado, también se ha concluido que cuestiones como la nutrición, la socialización o el sueño son claves para una buena salud cerebral.

Ante cualquier sospecha de que algún ser querido puede padecer Alzheimer, es importante acudir a un especialista, que podrá valerse de diferentes métodos para confirmar un diagnóstico. Desde un test de memoria hasta un examen neuropsicológico, pasando por diferentes escáneres cerebrales o incluso una punción lumbar para identificar marcadores biológicos específicos de la enfermedad.

La neuróloga Miriam Emil Ortíz ha redactado un curso con una serie de pautas para retrasar la enfermedad del Alzheimer
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