Cuando mencionamos La Rioja, sus vinos aparecen automáticamente en nuestra mente. En efecto, esta región brilla por sus excelentes bodegas y por la enorme tradición vitivinícola que ha pasado durante años de generación en generación. Pero la gastronomía riojana no se reduce a los blancos y tintos que nacen de sus tierras. Esta zona del norte español es también el destino ideal para disfrutar de la cocina tradicional, de los guisos y platos caseros que se sirven en sus restaurantes familiares. Los mejores de ellos se pueden encontrar en sus pequeños y tranquilos pueblos.
Es a estas pequeñas aldeas, rodeadas de montañas escarpadas o de campos de cultivo, hasta donde ha viajado el experto gastronómico David Farley, periodista del prestigioso The New York Times. El escritor, especializado en viajes y gastronomía, firma un artículo en el que recomienda varios restaurantes de cocina tradicional riojana que se alejan de las zonas más concurridas, saliendo del centro de Logroño para adentrarse en sus áreas más rurales y disfrutar así de la esencia más primaria de su cocina.
Lo cierto es que, más allá de las grandes locomotoras de la gastronomía riojana, estrellas Michelin como Echaurren o Venta Moncalvillo, existen restaurantes familiares en los que la buena cocina se sirve con una sonrisa y un excelente vino de la casa, negocios de toda la vida en los que sus dueños han puesto el alma y años de trabajo. En su artículo, el experto recomienda cinco de estos establecimientos, lugares de parada obligatoria para aquellos que pasen un fin de semana recorriendo los pequeños pueblos rurales riojanos.
Uno de ellos es el restaurante La Cueva del Chato, un asador que se encuentra en la localidad riojana de Canillas de Río Tuerto, prácticamente en el centro del pueblo. Esta localidad riojalteña, situada a 40 kilómetros de Logroño y a 10 de Nájera, cuenta a día de hoy con solo 50 habitantes censados, lo que la convierte en una de las más pequeñas de la zona. Se rodea de un paisaje casi idílico, en pleno valle del río Tuerto, y cuenta con monumentos que bien merecen una visita, entre ellos el palacio de los Manso de Zúñiga, declarado Bien de Interés Cultural.
Este restaurante-asador es otro de los puntos de interés que más visitantes atrae hasta esta diminuta localidad. La Cueva del Chato se encuentra en una antigua bodega restaurada, utilizada otrora por sus dueños para la elaboración del vino. Ha mantenido intacta su cubierta de madera, así como la prensa original que antaño se utilizaba para el prensado de la uva. Ahora, parte de sus salas se han convertido en pequeños comedores, cuyas mesas permiten un máximo de 58 comensales en total.
Aquí, se ofrece una carta corta de cocina riojana tradicional y de mucha calidad. Las pochas a la riojana son las reinas de la casa, el plato presente en todas las mesas, pero no el único predilecto para sus parroquianos. La carta está repleta de delicias rústicas, entre las que el periodista estadounidense destaca los “espárragos blancos bañados en salsa de setas; un guiso de caparrónes con morcilla, panceta y chorizo; ensalada de foie gras, un montón de rico y delicioso foie gras”. Además, otra de las estrellas de la carta: un enorme chuletón con hueso, que los comensales cocinan colocando el filete crudo en parrillas portátiles sobre la mesa.
Una ruta gastronómica por los pueblos riojanos
Además del asador La Cueva del Chato, David Farley recomienda otros cuatro restaurantes familiares repartidos por diferentes pueblos riojanos. Uno de ellos es Bodega El Pimiento, un establecimiento ubicado en el pequeño pueblo de Tirgo, de solo 194 habitantes, que se especializa en cocina a la brasa. Continúa la lista Casa Comidas Irene, en Viniegra de Abajo, un restaurante que sirve recetas familiares elaboradas a partir de productos de proximidad del Valle del Nejerilla y de las Siete Villas.
Casa Tila, en Clavijo, es la siguiente propuesta del experto gastronómico, una arrocería que comenzó siendo casa rural y que ha triunfado con recetas con arroz de la Albufera y una selección de tapas. En Fuenmayor se encuentra el último integrante de la lista, un restaurante recomendado por el mismísimo Martín Berasategui. Se trata de Alameda, una casa familiar recomendada por la Guía Michelin que brilla gracias a su buena materia prima, cocinada al calor de la parrilla y del carbón de encina.