Nació y se crio en Valencia, hasta que sus padres abrieron un restaurante de cocina asiática en Collado Villalba. Su primer recuerdo relacionado con la cocina es el de oler la ropa de sus padres cuando llegaban a casa, tras largas horas entre aceites y especias. Los veranos los pasaba en China, con sus tíos y abuelos, estudiando la cultura y la esencia de sus raíces, esa que tanto le ha dado. También a aprender mandarín, el idioma natal de sus padres y uno de los aprendizajes que ha marcado su carrera. Hoy, a sus 32 años, dirige tres restaurantes de éxito en Madrid (Mítiko, Le Chinoise y Preciados 33) y es uno de los grandes nombres en el panorama gastronómico más joven.
Lulu Zheng pertenece a una nueva generación de chinos-españoles, una que ha aprendido de sus padres a trabajar duro y a tener el emprendimiento como última meta. “Es algo que nace desde la raíz. No es algo que nadie nos tenga que enseñar, por lo que hacen mis padres, por lo que hacen mis familiares, entiendes que hay que emprender para llegar más lejos”, asegura Lulu en una entrevista con Infobae España. De joven, ayudaba en el negocio familiar, un trabajo por el que sus padres le recompensaban y que tenía un mensaje muy claro. “Desde muy pequeñita, tanto a mí como a mis hermanos, nos ha inculcado que si queríamos conseguir algo, nos lo teníamos que ganar; que la vida no daba nada gratis”, dice la joven.
Todo cambia cuando, con 16 años recién cumplidos, Lulu pierde a su madre, la que era la cabeza de la familia. Con un padre centrado en mantener el negocio y en gestionar el duelo, gran parte del peso cae en ella y sus hermanos. Es por ello que Lulu abandona su objetivo de estudiar una carrera, la que siempre había soñado, traducción, para ponerse a trabajar y a ayudar en casa. Su carrera en el mundo de los negocios comienza en El Corte Inglés de Nuevos Ministerios. Al hablar mandarín, español e inglés, para ella fue fácil hacerse un hueco. Aunque entró por la puerta pequeña, ascendió rápido y consiguió un puesto al frente del departamento que trataba con clientes brasileños, indios, rusos y chinos.
Pero ahí seguía el gusanillo de emprender, de hacer eso que tanto admiraba de sus padres. En su mente daba vueltas una idea, que a día de hoy ha mutado hasta algo muy distinto y a la vez muy similar. “Mi idea siempre fue dedicarme a emprender en el mundo de la gastronomía Española, pero no en un restaurante. Quería abrir una tienda de productos españoles para chinos, un lugar al que vinieran a probar el jamón, el vino, las conservas, el aceite...”. Así, explica la joven empresaria, conseguiría aunar en una sola causa sus dos pasiones, así como las dos versiones de sí misma que conviven en ella. “Me considero al mismo tiempo muy española y, a nivel de cabeza y cultura del esfuerzo, también muy china. Yo siempre digo que aprovecho lo mejor de cada mundo”, asegura la empresaria.
Pero llegó la pandemia, un embarazo y otras cosas de la vida, cosas que hicieron que el rumbo de su carrera cambiara por completo. Quería emprender cuanto antes y la restauración se abrió entonces como la oportunidad perfecta. Así, comenzó una carrera en el mundo de la restauración que ha culminado en la apertura de tres restaurantes, muy distintos entre ellos pero con un denominador común: la gestión de Lulu, su trabajo y su honestidad. El primero fue Mítiko, un restaurante que comenzó con una oferta de cocina asiática y que, ahora, presenta una oferta basada en la gastronomía nikkei, fusión de cocina japonesa y peruana. Después vino Le Chinois, una marca que tiene la alta cocina china como protagonista.
Su última apertura ha sido Preciados 33, un buffet de cocina española tradicional que tiene como objetivo cambiar la forma en la que se entiende el turismo gastronómico. “Tomamos una decisión un poco atrevida porque seríamos los primeros en hacer un buffet libre a la carta con buenos productos a un precio muy bueno, encima de cocina española. Mucha gente no se atreve con la cocina es española porque la materia prima es cara y las elaboraciones son largas y complicadas. Nosotros trabajamos con pulpo a la brasa, con zamburiñas, con lubina... Y todo lo hacemos al momento. Es difícil que salga rentable, yo veo los albaranes y estoy asustada”, dice entre risas la empresaria.
Pero es precisamente eso, los retos que parecen imposibles, los que la mantienen entusiasmada con su trabajo. “Un emprendedor tiene que tener valentía y las ideas muy claras. En cualquier emprendimiento, tanto para la hostelería como para cualquier otro, hay que tener confianza en una misma, confianza en tu visión”. Sobre un único consejo que le daría a alguien que se plantea iniciarse en este mundo, Zheng lo tiene claro. “Tanto mis padres como mi socio, que tiene mucha experiencia en el mundo de la hostelería, siempre me han enseñado que para emprender no hay ningún momento que sea un buen momento. Todos los momentos son malos momentos, pero tienes que saber cómo coger y aprovecharlos”.
En el contexto del Día Internacional de la Mujer Emprendedora, Lulu reconoce haberse enfrentado a retos diferentes por ser mujer. “Quiero empezar diciendo que noto que cada vez la situación está mejor”, cuenta la empresaria. “Al principio yo lo pasé muy mal. Cuando hablaba con proveedores, me acompañaba mi marido y siempre se dirigían a él, incluso le llamaban directamente. Ahí se seguía viendo la ignorancia, una ignorancia que sorprende viendo el siglo en el que estamos”.