“Empecé a tomar la finasterida a los 30 años, porque vi que se me estaba cayendo el pelo de forma masiva y mi padre y mis dos abuelos eran calvos, con lo cual pensé que ya era mi hora. La tomé por recomendación de amigos y jamás fui a un dermatólogo ni nada parecido. Pero sabía que había un porcentaje mínimo en el que la libido desaparecía, y durante los primeros meses estuve bastante asustado”. José, que hoy tiene 42 años, no quería formar parte de los millones de españoles que no tienen pelo: aunque no hay datos oficiales, un ranking de Medihair, una plataforma en línea de tratamientos contra la caída del pelo, afirma que el 44,5% de los adultos del país son calvos. Este porcentaje lidera el ranking global realizado por esta empresa, aunque seguramente el estudio no pasaría los filtros exigidos por las publicaciones científicas.
Afortunadamente, como sabían los amigos de José, existe un medicamento bastante eficaz contra la caída del cabello: la finasterida, uno de los fármacos más vendidos en España. Según la página oficial de información sobre medicinas del Gobierno de Estados Unidos, “la finasterida se usa para tratar la pérdida de cabello masculino, bloqueando la producción de una hormona masculina en el cuero cabelludo que detiene el crecimiento del cabello”. Sin embargo, también se utiliza “para tratar la hipertrofia benigna de próstata y la micción frecuente y difícil, bloqueando la producción de una hormona masculina que hace que la próstata se agrande”. Por ello, entre sus efectos secundarios se encuentran los siguientes: “Incapacidad para tener o mantener una erección, disminución del deseo sexual, problemas de eyaculación, dolor de los testículos”.
José era consciente de todo esto cuando empezó a tomarse las pastillas, pero también pensaba que esos efectos secundarios tan extremos se dan en muy pocos casos. “Cuando vi que mi libido estaba igual y que seguía igual de salido, seguí tomándola”. Y siguió tomándola hasta hoy, cuando la finasterida se encuentra en el centro de la polémica por otra posible reacción adversa: la depresión y la incitación de ideas suicidas.
El Comité de Medicamentos de Uso Humano (PRAC, por sus siglas en inglés) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) anunció a principios de este mes una revisión de los fármacos que contienen finasterida y dutasterida por “la preocupación suscitada por la ideación y comportamientos suicidas”, según dijo en un comunicado. “Ya se han establecido medidas para los medicamentos con finasterida, incluidas advertencias en la información del producto para que los profesionales sanitarios controlen a los pacientes en busca de síntomas psiquiátricos, interrumpan el tratamiento si aparecen síntomas, y con recomendaciones para que los pacientes consulten al médico si experimentan síntomas psiquiátricos”, ha informado este organismo de la Unión Europea.
¿Un debate cogido por los pelos?
Una investigación que analizó los casos de más de dos millones de hombres suecos entre 2005 y 2018 afirmó recientemente que existía un 61% más de riesgo de depresión con el uso de finasterida, aunque no comprobó ninguna relación con el riesgo de suicidio. Sin embargo, una revisión de cinco estudios sobre el tema aseguró que “no hay una asociación estadísticamente significativa” entre el consumo de estas pastillas y la depresión.
El debate sigue en el aire. La decisión del PRAC surge ahora a raíz de una solicitud de Francia, que ha pedido una reevaluación a nivel europeo de los datos disponibles sobre el fármaco. Según la autoridad francesa del medicamento, siguen registrándose casos de trastornos psiquiátricos y disfunción sexual vinculados al consumo de la finasterida. Se espera que el PRAC se pronuncie en febrero del año que viene.
José sigue el tema con indiferencia. Ya se está planteando abandonar la finasterida. “Ahora veo que hay mucha gente con problemas de libido por la pastilla, y también me comentó un amigo que la tomó durante 15 años y que dice que desde que ha dejado de tomarla se siente con más energía y más vivo, así que estoy pensando en dejarlo. Total, la pastilla ya ha cumplido su función: tengo pelo y tengo un hijo”.