Con el otoño en su pleno apogeo, crece en nosotros el deseo por disfrutar de uno de los productos estrella de la temporada. Hablamos de las castañas, un seco cuyo delicioso aroma inunda las calles de pueblos y ciudades durante las tardes de otoño, emanando de los clásicos puestos donde se asan sin descanso en estos meses de frío y lluvias. Durante esta época, los mercados locales y de abastos están repletos de estas sabrosas frutas, lo que nos anima a llevarnos la tarea a casa y probar a elaborarlas nosotros mismos.
Pero, como suele ocurrir en el mundo de los productos frescos, elegir las castañas de mejor calidad, aquellas que no presenten daños y que nos aseguren un sabor dulce y delicioso, puede ser una tarea complicada. No obstante, existen pequeños trucos que todos podemos seguir para elegir las que son realmente buenas, las castañas que merece la pena llevarse a casa.
Para conseguirlo, nada como contar con los consejos de los auténticos expertos en la materia, aquellos agricultores que trabajan a diario con este otoñal producto. En Infobae España, hablamos con dos de ellos. Por un lado, con Quim Solé, castañicultor al frente del Centre de Manipulació de la Castanya de Viladrau, un proyecto dedicado a recuperar los castaños y las castañas de Viladrau y el Montseny. Por el otro, Antonio Atanasio Fernández, técnico agrícola de la Marca de Garantía de Castañas del Bierzo. Ambos expertos cuentan con su propia lista de recomendaciones, que comparten con nosotros para ayudarnos a elegir las castañas de máxima calidad del mercado.
La vista y el tacto
Al adquirir castañas, es crucial asegurarse de que estén en óptimas condiciones para evitar sorpresas desagradables al llegar a casa. Para elegir las mejores castañas en el mercado, es importante observar su apariencia y textura. Según explica Quim, las castañas deben tener un color brillante y uniforme. “Hay cosas que puedes detectar solo por la presencia. Para empezar, la castaña tiene que tener un brillo”, cuenta el experto. Si la piel se ve opaca, es probable que se trate de una castaña vieja, lo que podría implicar un mayor riesgo de que no esté en buen estado.
Además, explican que el peso es un indicador de frescura y de humedad. Para tener una referencia orientativa, las castañas más grandes suelen pesar entre 25 y 26 gramos, mientras que las de tamaño estándar pesan alrededor de 16 gramos. El tacto también juega un papel fundamental en la selección de castañas. Al tocarlas, deben sentirse firmes, tersas y compactas, sin áreas arrugadas o rugosas. “Es imprescindible que no tengan marcas, que no tengan deformaciones ni abombamientos”, asegura el técnico de la Marca de Garantía del Bierzo.
El secreto está en el tamaño
Si hay algo en el que coinciden ambos expertos es en que, a la hora de elegir las castañas más sabrosas, debemos fijarnos en un detalle clave: su tamaño. Aunque en un principio podamos sentirnos atraídos por las castañas más grandes y llamativas, en realidad, cuando hablamos de estos frutos secos, cuanto más pequeños mejor. “Nosotros las castañas que tenemos son de diferentes calibres, pero siempre decimos a nuestros clientes que la más pequeña es la más buena”, asegura Quim.
El truco del agua
Pero no todo puede saberse en el mercado. Después, una vez que hemos hecho la compra y lleguemos a casa, todavía hay maneras de asegurarnos de que las castañas que hemos adquirido sean de buena calidad y no presenten desperfectos o daños en su interior. La forma de averiguarlo es sencilla: utilizar un cuenco de agua. Así lo cuenta Antonio Atanasio. “En determinadas industrias, se utiliza la flotación para comprobar la calidad de la castaña. Cuando están deterioradas o por dentro tienen gusano o algún hongo, la relación masa-volumen se ve alterada. Las castañas dañadas flotan y las que están sanas se depositan en el fondo”, explica.
Por lo tanto, para comprobar si nuestras castañas están sanas o no, debemos sumergirlas en un recipiente con agua, una forma rápida y sencilla de separar las castañas buenas y maduras de las estropeadas o las que ya están secas. En este caso, de hecho, las castañas buenas permanecerán en el fondo del cuenco, mientras que las dañadas subirán inmediatamente a la superficie.