Un estudio reciente desafía la creencia generalizada de que la pérdida de memoria es el primer síntoma evidente de la enfermedad de Alzheimer. La investigación, realizada por los expertos Fidelia Bature, Barbara-ann Guinn, Dong Pang y Yannis Pappas, arroja luz sobre una nueva perspectiva en la detección temprana de esta patología. A través de un análisis exhaustivo de casos, han descubierto que otros indicadores, como la depresión y el deterioro cognitivo leve, suelen manifestarse mucho antes de que aparezca la pérdida de memoria.
Este hallazgo es relevante en un contexto en el que el diagnóstico temprano de esta patología sigue siendo un reto. En España más de 800.000 personas la padecen. Una detección precoz podría mejorar la calidad de vida de los pacientes y reducir la carga emocional y económica tanto para las familias como para el sistema sanitario.
La depresión como señal de advertencia
Los cuatro expertos destacan que los primeros síntomas de la enfermedad pueden ser difíciles de identificar, puesto que, suelen ser confundidos con signos de envejecimiento o incluso con señales de otras patologías. Según el estudio, la depresión aparece en un 98,5% de los pacientes con Alzheimer de inicio tardío y en un 9% de aquellos con inicio temprano. Este síntoma, junto con el deterioro cognitivo leve, puede manifestarse años antes de que la demencia sea clínicamente evidente.
La depresión se caracteriza por una serie de comportamientos que incluyen apatía, pérdida de interés en actividades diarias, aislamiento social y dificultad para concentrarse. Unos indicios que son fáciles de pasar por alto o atribuir a causas externas, especialmente en los mayores, lo que retrasa la intervención médica oportuna.
El deterioro cognitivo y la progresión del Alzheimer
Además de la depresión, del deterioro cognitivo también fue identificado como un síntoma temprano, afectando al 99,1% de los pacientes con Alzheimer de inicio tardío y al 80% de aquellos con diagnóstico precoz. Este desgaste se presenta como una disminución en la capacidad de realizar tareas cotidianas y en la concentración, factores que, junto con la depresión, pueden aparecer hasta 12 años antes de un diagnóstico clínico formal de Alzheimer.
Para los investigadores, la identificación de estos síntomas tempranos podría ser clave para realizar intervenciones que ralenticen el avance de la enfermedad. Sin embargo, un diagnóstico temprano es complejo debido a la naturaleza progresiva y a menudo silenciosa de la patología en sus primeras etapas.
La importancia de un diagnóstico temprano
La eafección de Alzheimer se divide en dos tipos según la edad de aparición: el Alzheimer de inicio temprano, que se desarrolla antes de los 65 años y puede ser hereditario o esporádico, y el de inicio tardío, que afecta principalmente a personas mayores de 65 años. Ambos tipos tienen en común una fase preclínica, donde los cambios cerebrales son casi imperceptibles, pero ya existen alteraciones estructurales que aumentan el riesgo de desarrollar la patología.
La progresión no es lineal, atraviesa distintas fases: la fase preclínica, donde los cambios en el cerebro son mínimos; una fase intermedia, en la que aparecen cambios cognitivos leves; y la fase de demencia avanzada, caracterizada por un deterioro cognitivo y funcional grave.
Sin embargo, este estudio tiene algunas limitaciones, ya que cada hallazgo se basa en un único estudio, y los expertos destacan que se necesita más investigación para validar estos resultados y optimizar los métodos de diagnóstico temprano.