El mundo se puede dividir en dos tipos de personas: las que hacen la cama y las que no. Ambos bandos tienen fuertes argumentos que defienden sus posturas. Algunos, jamás saldrían de casa si sus sábanas no están perfectamente estiradas, otros, en cambio, lo consideran una obligación y prefieren dedicar su tiempo a realizar otras tareas. Para la psicología, esta costumbre puede revelar aspectos más profundos sobre nuestra personalidad y hábitos.
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El ritual de hacer la cama
Son muchos los usuarios que consideran que hacer la cama tiene múltiples beneficios para la salud mental. Algo en lo que coincide un almirante retirado de la Marina y ex rector del Sistema de la Universidad de Texas, William H. McRaven, que incluyo escribió un libro titulado: “Haz la cama: Pequeñas cosas que puedan cambiar tu vida y quizás, el mundo”. Publicado en 2017, en él hace hincapié en que hacer la cama por la mañana te prepara para el éxito. Su teoría es que sólo por hacer la cama, al menos, has logrado terminar una tarea. Así, el simple acto de ordenar tus sábanas te permite empezar la mañana con un pequeño éxito que, acorde a su parecer, fomentará muchos más a lo largo del día.
Otras ventajas de dedicar unos minutos extras de la rutina matutina a esta acción van desde un mejor sueño, menos estrés y una perspectiva más clara y tranquila, hasta una menta más organizada.
Qué personas hacen la cama
Los estudios, tal y como recoge la revista Very Well Mind, demuestran que hay más gente que hace la cama que la que no la hace. De hecho, según la Encuesta sobre Dormitorios de la Fundación Nacional del Sueño, alrededor del 70% de los estadounidenses, estiran las sábanas a diario. Gracias a este análisis, los investigadores también descubrieron detalles reveladores sobre el tipo de personas más propensas a realizar esta tarea. Por ejemplo, los habitantes del Oeste y el Medio Oeste tienden a seguir esta rutina con menos asiduidad, mientras que las que residen en el Sur y Noreste son más proclives.
La edad y el estilo de vida, también son factores que incluyen en la práctica de este ritual. Acorde a la encuesta, los mayores de 40 años y los que viven en pareja también son propensos a dejar el lecho ordenado antes de continuar con su día.
Qué significa tener la cama sin hacer
Acorde a los psicólogos, no hacer la cama puede revelar aspectos más profundos sobre nuestra personalidad y hábitos. Algunas personas lo asocian a un espíritu más libre, lo que sugiere un posible vínculo con la creatividad.
- Procrastinación: procrastinar consiste en la dificultad para iniciar actividades y comprometerse con las mismas, tal y como define la web de Psicólogos Madrid Capital. Este hábito nos llevará a dejar para otro momento hasta las tareas más sencillas o cotidianas como recoger la ropa o hacer la cama. A menudo, percibimos estas acciones como poco importante o incluso agotadoras, lo que nos lleva a posponerlas a diario.
- Falta de rutina: no hacer la cama puede ser un reflejo de una rutina mañanera más relajada o de una falta de ella, en general.
- Sentimiento de control: en algunos casos, dejarla desordenada puede ser una forma de sentir que se tiene el control sobre el propio espacio.
- Expresión de personalidad: la forma en la que mantenemos nuestro entorno, incluyendo la cama, puede ser una expresión de nuestra personalidad y valores.
Beneficios de realizar esta tarea
Aunque la investigación científica sobre el impacto de hacer la cama es escasa, existen numerosas pruebas que apuntan a importantes beneficios para la salud mental de esta práctica diaria. Entre esas ventajas se incluyen:
- Sensación de logro
- Calma
- Mejor sueño
- Mayor organización
- Mayor concentración
- Relajación
- Reducción del estrés