La idea del amor romántico ha provocado que las relaciones amorosas ocupen buena parte de nuestra mente y nuestra vida. Fantasear con encontrar a nuestra media naranja ha dejado secuelas en muchas personas que han terminado por desarrollar dependencia emocional, un tema universal en libros y películas. Sin embargo, esta situación también se produce dentro de las relaciones de amistad, pese a que se encuentra más invisibilizado.
La dependencia emocional es un vínculo excesivo que una persona siente respecto a otra y que suele asociarse a una baja autoestima. Aunque suele ocurrir con más frecuencia en las parejas, muchas personas también generan esta dependencia emocional con sus amistades. Nerea Moreno es psicóloga y, a través de una publicación en Psicología y Mente, recoge cuáles son las cinco señales que muestran que se tiene dependencia emocional de un amigo.
Necesidad constante de aprobación
Aunque es natural que, hasta cierta punto, nos importe la opinión de nuestro entorno más cercano, las personas con dependencia emocional hacia sus amigos necesitan una aprobación constante, pues sienten que su valor reside en lo que ellos opinen. Estas dinámicas de dependencia pueden tener graves consecuencias emocionales a largo plazo y minar la autoestima.
Dificultad para poner límites
Es bastante frecuente que las personas que desarrollan dependencia emocional tengan dificultades a la hora de poner límites, según recoge la psicóloga. Con el tiempo, la persona desconecta “de sus propias necesidades y deseos para priorizar y complacer constantemente a la otra persona sin contemplar el ‘precio’ que esto puede tener para sí misma”. Todo ello puede ser el detonante de caer con facilidad en relaciones de abuso.
Pérdida de la identidad
Cuando el centro de nuestro mundo es otra persona y no nosotros mismos, tendemos a complacerla excesivamente. Esto significa que, por el miedo a perder el vínculo y la necesidad de aprobación, la personas tiende a “fusionar” su identidad con la de su amigo. Solapados los dos yo, la subjetividad individual se vuelve difusa. En ocasiones, estas personas reniegan incluso de sus intereses, sus valores y sus objetivos con tal de asimilarse a sus amistades.
Miedo al abandono
Todos podemos tener miedo de perder a un amigo, pero hasta cierto punto. La psicóloga Nerea Moreno explica que cuando este temor se vuelve irracional u obsesivo, es probable que se haya desarrollado una dependencia emocional hacia un amigo. La idea de que esa amistad acabe provoca en estas personas una ansiedad abrumadora y un miedo intenso. Por eso, muchas personas con miedo al abandono se mantienen en relaciones tóxicas con tal de no quedarse solos.
Idealización de la otra persona
Como recoge Nerea Moreno, una de las claves para que se genera esta dependencia emocional viene de la mano de una idealización de la otra persona. Cuando se minimizan sus defectos (que todos tenemos), se considera que esa persona es especial y que, por tanto, merece la pena tenerla en nuestra vida. Exagerar las virtudes ajenas puede llevarnos a pensar que, sin esa amistad, no podremos ser felices.