El mítico bar de Barcelona con más de 70 años de historia que sirve las patatas bravas con más solera de la ciudad

El bar-restaurante liderado por el maestro coctelero Javier de las Muelas ha conseguido la mención honorífica en el Bravas Fest

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Las patatas bravas del Restaurante Montesquiu, en Barcelona (Instagram / @montesquiubarcelona)
Las patatas bravas del Restaurante Montesquiu, en Barcelona (Instagram / @montesquiubarcelona)

Tapas, cerveza, bravas e historia. Todo ello se suma en el Montesquiu, un bar barcelonés con mucha solera que tiene al frente a uno de los más grandes cocteleros del mundo, Javier de las Muelas. Sus patatas bravas son famosas en toda la Ciudad Condal y sus tapas, con sabores de todo el mundo, llevan décadas atrayendo a jóvenes y mayores a su barra. Situado en la calle de Mandri, el Quiu, como lo llama cariñosamente su clientela habitual, ha vuelto a los titulares gracias a un premio que reconoce su trayectoria y, sobre todo, su deliciosa receta de bravas.

Las bravas de Montesquiu han sido premiadas con la Mención Especial por su larga trayectoria en el Bravas Fest, un festival que, en su tercera edición, ha convocado a más de 30.000 personas. Celebrado desde el 4 al 6 de octubre en el Poble Espanyol, el festival ha reunido a 14 restaurantes que, entre todos, han cocinado diez toneladas y media de patatas bravas, es decir, unas 42.000 raciones.

El Montesquiu, “una carta donde vale todo”

Este mítico bar nació en 1952 como una pequeña bodega de barrio en la que se vendía vino a granel y hielo para las neveras. Con el tiempo, Montesquiu se fue convirtiendo en un referente en la zona, especialmente después de la incorporación de su grifo de cerveza. A partir de entonces, el bar comenzó a servir pequeñas tapas, ampliando poco a poco su oferta. Regentada entonces por la familia Torremadé, padre e hijo servían en su barra tapas como los calamares a la romana, aros de cebolla, callos, gambas gabardina y sus famosas bravas que marcarían un antes y un después. A partir de ahí adquirió la fuerza de referente social, siendo lugar de encuentro por excelencia de los universitarios de la época.

Entrada del bar Montesquiu, en Barcelona (Instagram / @montesquiubarcelona)
Entrada del bar Montesquiu, en Barcelona (Instagram / @montesquiubarcelona)

Este pequeño local de aproximadamente unos 50 m² vivió otro momento clave en 1991, cuando fue comprado por el empresario y maestro coctelero Javier de las Muelas. Así, se inició una paulatina transformación que comenzó con la ampliación de su carta, añadiendo nuevas recetas poco vistas en la Barcelona de los años 90. Sin embargo, el famoso coctelero consiguió mantener intacta la esencia y alma del Montesquiu, conocido por mucha gente también como Quiu.

Propietario de los míticos Gimlet y Dry Martini de Barcelona, considerado uno de los mejores bares del mundo, Javier de las Muelas gestiona restaurantes y coctelerías en distintas partes del mundo como Barcelona, Madrid, San Sebastián, Singapur, México, Sorrento o Hangzhou. Montesquiu fue uno de sus primeros proyectos en la Ciudad Condal, un local que elevó hasta convertir en referencia en el buen comer y beber para los barceloneses.

El siguiente gran cambio no llegó hasta 2009, cuando el empresario compró los dos locales contiguos de la calle Bigai ampliando el local hasta los 270 m² actuales. El local se dividió en dos ambientes, un primero destinado a la zona de “tapeo”, con una barra larga, mesas altas y taburetes; y otro más amplio donde tomar los platos del restaurante. Poco a poco, su carta fue creciendo, incorporando novedades a sus clásicos, platos como la carne de Wagyu, las tortillitas de camarones o el surtido de mini-hamburguesas. Además, De las Muelas añadió a su oferta líquida cócteles y tragos como gin-tonics, margaritas y mojitos de colores, que se convirtieron rápidamente en auténticos hits.

La barra del bar, desde su entrada (Instagram / @montesquiubarcelona)
La barra del bar, desde su entrada (Instagram / @montesquiubarcelona)

En la actualidad, su estética se ha actualizado manteniendo guiños a sus más de 70 años de historia, mientras que su carta ha crecido hasta aunar platos de todo tipo y procedencia. No en vano, el lema de la casa es “una carta donde vale todo”: croquetas, cazón en adobo, ortiguillas y salmorejo se unen al poke bowl, wok de tallarines de arroz, el tataki de atún o el pollo tikka masala.

Lo que no ha cambiado ni un ápice es su receta de patatas bravas, un clásico que lleva décadas deleitando a su clientela habitual y que, a día de hoy, sigue trayendo alegrías al Quiu. Hablamos de unas deliciosas patatas panaderas acompañadas con salsa de pimentón ahumado, romesco, vinagre y alioli, que este 2024, han ganado el premio a la Mención Honorífica en el Bravas Fest, un galardón que reconoce la trayectoria de este restaurante casi centenario y su deliciosa receta de este clásico. Sirven tantas que cuentan incluso con un contador sobre la barra, que suma cientos de miles de raciones.

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