Qué es el síndrome de fatiga crónica por el que se suele conceder la incapacidad permanente

La patología es muy complicada de diagnosticar y se estima que en España hay entre 15.000 y 90.000 casos

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Mujer adulta cansada y agotada debido a la fatiga (Imagen Ilustrativa Infobae)
Mujer adulta cansada y agotada debido a la fatiga (Imagen Ilustrativa Infobae)

La fatiga es la sensación de agotamiento o dificultad para realizar actividades físicas o intelectuales cotidianas. Es un síntoma subjetivo que puede expresarse de diversas maneras y es difícil de cuantificar. Pero sin duda, es una sensación molesta y que puede dotar de gran impotencia a los afectados.

Asimismo, existe un tipo de patología relacionada con este estado llamado encefalomielitis miálgica (EM) o síndrome de fatiga crónica (SFC). Esta se presenta como un agotamiento continuado o intermitente, que a diferencia de una simple fatiga, se prolonga durante más de seis meses y puede ser secundaria a una causa conocida o idiopática, es decir, sin una causa relacionable.

De este modo, la enfermedad afecta a múltiples sistemas del cuerpo, impidiendo a menudo que las personas realicen sus actividades cotidianas. Incluso, según un informe de Medline Plus, esta condición puede ser tan severa que algunos pacientes ni siquiera pueden levantarse de la cama. Debido a ello, en España, se puede conceder la incapacidad permanente y cobrar una pensión, debido a la gravedad de la patología.

Los síntomas de la SFC

Uno de los problemas de esta enfermedad es que cualquier persona puede desarrollarla y que, además, puede ser hereditaria. Aunque cualquier persona puede padecer SFC, las mujeres adultas tienen más probabilidades de padecerla que los hombres. Concretamente, en España, los estudios epidemiológicos sugieren que entre el 1% y el 1 por mil de la población adulta padece esta enfermedad.

Aparte de los síntomas principales, como el malestar post-esfuerzo y los problemas para dormir, la EM cuenta con una larga lista de señales con los que se podría identificar la enfermedad. Entre ellos destacan el dolor muscular, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza, dolor de garganta, sensibilidad en los ganglios linfáticos, problemas digestivos, escalofríos, sudores nocturnos y sensibilidad a alimentos, olores, productos químicos, luz o ruido.

Paciente con escalofríos y dolor muscular (Imagen Ilustrativa Infobae)
Paciente con escalofríos y dolor muscular (Imagen Ilustrativa Infobae)

Estos rasgos, que pueden ser imperceptibles, ya que pueden aparecer y desaparecer y cambiar en intensidad con el tiempo. Igualmente, para ser diagnosticado con EM/SFC, es necesario presentar problemas con el pensamiento y la memoria, o intolerancia ortostática, que se manifiesta como aturdimiento, mareos o desmayos al estar de pie o sentado.

Además, con una estimación entre 15.000 y 90.000 personas que sufren las consecuencias de esta patología en España, se cree que muchos de ellos no están diagnosticados, según Elsevier. No obstante, en los últimos años ha habido un aumento de consultas, lo que desembocado en una nueva elaboración de documentos de consenso y guías clínicas para un mejor tratamiento y homogeneización de la conducta a seguir en estos pacientes.

El diagnóstico y el tratamiento de la SFC

Aunque se barajan varias hipótesis, según la revista científica, Elsevier, los investigadores aún no han identificado una causa específica para la SFC. Sin embargo, se barajan algunas causas donde se incluyen infecciones, cambios en el sistema inmunitario, estrés físico o emocional, alteraciones en la obtención de energía por parte de las células y factores genéticos.

Por este motivo y debido a la falta de una prueba específica y la similitud de sus síntomas con los de otras enfermedades, el diagnóstico clínico para la EM es complicado. Así, los profesionales de la salud deben realizar un examen médico completo, incluyendo la historia clínica del paciente y su familia, y descartar otras opciones mediante análisis de sangre, orina y entre otras pruebas.

Una mujer en pleno diagnóstico clínico (Imagen Ilustrativa Infobae)
Una mujer en pleno diagnóstico clínico (Imagen Ilustrativa Infobae)

Tampoco se dispone de un tratamiento curativo, pero gracias a la terapia cognitiva conductual, el ejercicio físico progresivo y el tratamiento farmacológico de soporte, se puede ayudar a mejorar los síntomas. La terapia se centra en abordar los signos más problemáticos primero. Por ejemplo, si los problemas para dormir son los más graves, se pueden intentar buenos hábitos de sueño o medicamentos.

Por otro lado, es imprescindible evitar el “push-crash”, una expresión que se usa cuando el paciente se exige demasiado y luego recae, según Medline Plus. Debido a esto, algunas estrategias como una dieta saludable, suplementos nutricionales y actividades complementarias como la meditación y los masajes suaves son cruciales para mantener una buena salud física y mental, así como el apoyo de los familiares y amigos.

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