
Los embutidos son una parte esencial de la tradición culinaria española. Una cena de picoteo que incluya fuet, lomo, salchichón y jamón podría llegar a considerarse un manjar. Hay una gran variedad de clases de embutido, pero también muchas diferencias entre ellos: los hay frescos, curados, ahumados; de cerdo, de ave u otros animales. Que haya tantos tipos significa que su forma de conservarlos no es la misma y puede que ahí resida el fallo que estamos cometiendo y que provoque que, por ejemplo, el chorizo esté adquiriendo un color y un olor nada apetecibles.
Cada año, a nivel mundial, se pierde cerca de un tercio de los alimentos que se produce, Por ello, resulta importante aprender a conservar los productos de la manera adecuada para reducir eses altas tasas de desperdicio. Además de hacer una compra consciente, revisar las fechas de caducidad frecuentemente para comernos los productos que están a punto de perecer primero y organizando la nevera.
Disfrutar de nuestros embutidos favoritos es una tarea fácil que disfrutamos. Pero, ¿sabemos conservarlo? ¿Cuántas veces al dejar un blíster de jamón abierto en la nevera se ha secado, salado y puesto algo rancio? Para que estos productos aguanten más tiempo con todas sus propiedades es necesario saber qué necesita cada tipo.
Embutidos curados
Los embutidos curados como el jamón, el chorizo o el lomo deben guardarse siempre fuera de la nevera en un lugar fresco, seco, con una temperatura en torno a los 15 o 20 grados y donde no reciban la luz directa del sol, tal y como señala la carnicería Rodríguez Sacristán en su portal web. Por su parte, la cuenta de TikTok de la famosa marca de jamón Joselito, coincide con lo apuntado por la carnicería y explica que al meter estos artículos en el frigorífico el salitre tiende salir hacia fuera, lo que puede estropear la textura, el sabor y el olor del embutido.
Otro error común que según la marca de jamón “todo el mundo hace” es guardarlo en su propio envase una vez abierto. La mejor opción es envolverlo en film para que se adhiera mejor a la pieza y se reseque menos. Desde Sacristán apuntan que “un consejo extra” es impregnar la zona abierta del embutido con un poco de aceite de oliva.
Embutidos en lonchas y ahumados
La mejor manera para guardarlo es apilando las lonchas unas encima de otras hasta hacer una torre. Después, habrá que cubrirlas con papel film y meterlas en la nevera a una temperatura de entre cuatro y ocho grados. Los ahumados también deben taparse con papel transparente o de plata una vez abiertos. Otra opción es traspasarlos a una fiambrera donde estén cerrados herméticamente.
Embutidos cocidos
La mortadela, por ejemplo. Al estar cocida tiene más humedad y se estropea antes, por ello para que aguante más tiempo lo mejor es meterla en un envase hermético y colocarla en la parte alta de la nevera, donde se concentra la mayor cantidad de frío. Lo ideal es consumirlos lo antes posible.
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