La Primera Guerra Mundial deja un déjà vu de enfermedades 110 años después: “En Ucrania pueden estar sufriendo lo mismo”

‘Infobae España’ viaja más de un siglo atrás de la mano del historiador Carlos Aitor Yuste para descubrir que las enfermedades de ayer pueden seguir siendo las de hoy

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Sanitarios militares atienden a los heridos en una trinchera durante la Primera Guerra Mundial. (Wellcome Collection. CC BY)
Sanitarios militares atienden a los heridos en una trinchera durante la Primera Guerra Mundial. (Wellcome Collection. CC BY)

La Primera Guerra Mundial ha sido eclipsada por el otro conflicto bélico que comenzaría solo unos años después y cambiaría el mundo tal y como se conocía hasta entonces. Sin embargo, la Gran Guerra fue el inicio de todas las consecuencias y el gran configurador del siglo XX. La tecnología y los últimos avances científicos se pusieron al servicio de los ejércitos, lo que provocó la muerte de 10 millones de personas y decenas de millones de heridos.

El poder armamentístico sobrepasaba la capacidad de la sanidad militar, que tuvo que hacer frente a las enfermedades físicas y mentales que desarrollaron los soldados en el frente, como el pie de trinchera o la neurosis de combate. Además, en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, los profesionales de la salud y el resto de la sociedad sufrieron los estragos de la que sería la pandemia más letal del siglo XX, la erróneamente llamada gripe española.

Jon Arrizabalaga (Oviedo, 1956) y Carlos Aitor Yuste (Madrid, 1974) conocen bien este episodio de la Historia. El dúo de médico e historiador, respectivamente, recoge en su obra conjunta Eso no estaba en mi libro de Historia de la Medicina (Guadalmazán, 2019) la situación sanitaria de los soldados de la Primera Guerra Mundial. Ahora, Infobae España profundiza en una entrevista con Yuste sobre las enfermedades de entonces y sus similitudes con las que pueden estar sufriendo hoy en el frente de la Guerra de Ucrania.

Pregunta: ¿Fueron algunos ejércitos más propensos a las enfermedades que otros?

Respuesta: Hay dos enfermedades en la Primera Guerra Mundial que son particularmente conocidas. Una es la famosa gripe española (que no era española pero se le llamó así) y otra son todas las enfermedades relacionadas con las trincheras, como el pie de trinchera. Sin tener datos estadísticos, afectó mucho más a los soldados aliados que a los soldados alemanes en el frente occidental.

En cambio, la gripe española parece ser que afectó más a las tropas alemanas que a las tropas británicas y francesas. Posiblemente porque al final de la guerra las tropas alemanas ya estaban mucho peor alimentadas.

P: ¿Por qué el pie de trinchera afectó más a franceses y británicos?

R: Cuando Alemania fracasa en su intento de invadir Francia y pierden la batalla del Maine, no se retiran hasta sus fronteras, sino hasta las alturas que hay más allá del río. Los alemanes retroceden sobre territorio conquistado y eligen las mejores posiciones, los terrenos altos por encima del nivel freático. Los franceses, que están recuperando su territorio, se quedan con las posiciones por debajo del freático, por lo que sufrían muchas más inundaciones en las trincheras.

De eso creo que podemos deducir que había más pie de trinchera en el ejército francés y británico, porque esta enfermedad se produce cuando estás con las botas puestas en una trinchera encharcada durante días y días. Esos pies empapados durante tanto tiempo destrozan la piel casi a nivel celular. Mucha gente prefería que se les gangrenasen y se los amputaran para volver a casa.

P: En el libro también hablan de la neurosis de combate, un trastorno que empezó a estudiarse a partir de la Guerra de Secesión de Estados Unidos pero que se intensificó con la Gran Guerra. ¿En qué consistía esta enfermedad mental?

R: Es un estado de desesperación que puede haber en cualquier frente de guerra. En la Primera Guerra Mundial nos encontramos con que hay soldados que están dentro de sus trincheras y que a lo mejor no entran en combate, pero están recibiendo una lluvia de cañones durante todo su periodo en la primera línea. Por ejemplo, antes de la batalla del Somme, las tropas alemanas recibieron un bombardeo durante días. En Verdún pasó lo mismo. Son duelos artilleros que van a machacar a la población que está metida en esas trincheras. Es imposible no salir completamente loco de esa situación. Ahora sabemos que las tropas norteamericanas en Vietnam tuvieron también muchos casos de neurosis de combate.

P: ¿Cómo se diagnosticaba este trastorno en los soldados?

R: Al principio pensaban que les ocurría a los cobardes o a los homosexuales. Luego se supo que, evidentemente, no era así. Se empieza a ver que posiblemente haya un factor psicológico de desgaste de los nervios, pero ¿cómo podía demostrarse que esos soldados no eran cobardes? Fue un debate durísimo que se trampeó, sin duda. Muchos ejércitos, para no parecer débiles, aplicaban electroshock, duchas frías u otras técnicas para que sus soldados lo pasasen tan mal en los hospitales que decidiesen volver al frente.

P: ¿Recibían algún tipo de ayuda por parte del Estado?

R: Depende del Estado. Con el alemán era complicado porque habían perdido la guerra. En principio sí había sanatorios y de hecho hay grabaciones de soldados que están siendo tratados. Se ven con los nervios quebrados, se caen al suelo, no pueden andar. Ellos sí recibieron tratamiento porque quedaron completamente destrozados. Además, al ser una guerra científica e industrial, las personas se dieron cuenta de que no eran más que engranajes.

P: Guerra científica porque además es justo cuando comienzan a desarrollarse armas que no se habían visto hasta entonces y a expandirse el uso del gas, como el cloro.

R: Cuando le comentaron al científico alemán Fritz Haber (amigo de Einstein, por cierto) que su invento estaba provocando una muerte cruel en las personas, él se defendió diciendo que “la muerte es muerte”. Pero no es lo mismo, por descontado. Una bala sabes que te puede matar, un gas es algo terrible que no te lo esperas. Eso también provoca neurosis de trinchera.

Al final de la Primera Guerra Mundial, ya usaban gases que irritaban para que te quitases las mascarillas y, entonces, lanzaban otros gases que eran totalmente indetectables y provocaban la muerte por ahogamiento. Era una muerte terrible que tenía un impacto psicológico brutal.

Soldados alemanes y una mula se protegen con máscaras de gas en la Primera Guerra Mundial. (Wikimedia Commons)
Soldados alemanes y una mula se protegen con máscaras de gas en la Primera Guerra Mundial. (Wikimedia Commons)

P: Se dice que la Gran Guerra y la actual guerra de Ucrania comparten varios puntos en común, especialmente con el frente occidental. ¿Cuáles son esas similitudes?

R: Se suele decir que la primera víctima de la guerra es la verdad y en el caso de Ucrania me parece que está clarísimo, aunque parece evidente que se están produciendo combates casi de trincheras. Todos esos males que se habían producido en el frente occidental en la Primera Guerra Mundial se van a repetir forzosamente en Ucrania. Vamos a encontrar estrés, neurosis de combate, pie de trinchera... La única diferencia es que la sanidad militar ha avanzado una barbaridad desde 1914 hasta 2024. Por eso las posibilidades de sobrevivir son mucho mayores que hace 110 años.

P: ¿Puede un soldado ucraniano a día de hoy estar sufriendo, por ejemplo, un pie de trinchera como un soldado francés de la Primera Guerra Mundial?

R: Tendría que ver una trinchera ucraniana, pero si estás en un lugar muy húmedo en invierno y tienes los pies a remojo durante horas, vas a tener pie de trinchera. Si estás siendo mal alimentado y de repente aparece un virus de la gripe, tienes muchas más posibilidades de enfermar que una vecina de Kiev que está recibiendo una alimentación normal. Hay que entender que el ser humano es el mismo ser humano de hace 110 años y de hace 6.000 años. No hemos cambiado, no somos más fuertes, más ágiles ni más inteligentes.

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P: Ni mejores personas tampoco.

R: No, por supuesto que no. Somos el mismo ser humano. Lo que pasa es que estamos armados de una serie de herramientas mucho más avanzadas y somos capaces de hacer frente a problemas con mucha más facilidad que hace unos años. Pero también somos incapaces de responder a problemas que hace 150 o 200 años eran mucho más sencillos.

Si estamos aplicando en Ucrania las mismas técnicas bélicas que se aplicaban en la Primera Guerra Mundial (y todo parece indicar que sí), el problema es el mismo: se ha producido una ofensiva y se ha estancado. Entonces, lo normal es que se sufran los mismos traumas de guerra que sufrió una persona 110 años antes.

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