El refrán español “dime con quién andas y te diré quién eres” ahora tiene una base científica. No es un secreto que los rasgos de nuestros mejores amigos tienen una influencia en nosotros, pero lo que acaba de descubrir una reciente investigación del departamento de Salud de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, Estados Unidos) es que su genética, también.
El estudio, publicado en el American Journal of Pshychiatry, demuestra que la composición genética de los amigos que tenemos cuando somos adolescentes puede tener ciertas consecuencias a largo plazo, especialmente en materia de salud mental y drogodependencias. Según los científicos, este hallazgo ejemplifica “el largo alcance de los efectos genéticos sociales”.
“Las predisposiciones genéticas de los pares a los trastornos psiquiátricos y de uso de sustancias están asociadas con el riesgo propio del individuo de desarrollar los mismos trastornos en la adultez temprana”, ha expresado Jessica E. Salvatore, profesora asociada de psiquiatría en la Escuela de Medicina Robert Wood Johnson de Rutgers y autora principal del estudio.
Los expertos en genómica están comenzando a centrarse cada vez más en el estudio de la sociogenómica, que es la influencia del genotipo de una persona en los rasgos observables de otra. Las recientes investigaciones apuntan que la composición genética de uno puede influir en el estado de salud de sus pares, pero una teoría de este calibre ha requerido de densos estudios que pudieran sustentarla.
Para ello, el equipo de Salvatore utilizó más de 1,5 millones de datos nacionales de Suecia para medir los efectos genéticos sociales de los pares en varios trastornos psiquiátricos. En primer lugar, mapearon a estas personas por la ciudad donde vivían y el instituto donde estudiaron durante la adolescencia. Después, lo compararon con registros médicos, farmacéuticos y legales que pudieran documentar el consumo de algunas sustancias y trastornos de salud mental en esas personas ya adultas.
Posteriormente, se evaluaron las predisposiciones genéticas de los individuos al abuso de drogas o a enfermedades como la depresión, así como factores socioeconómicos familiares. De esta manera, los investigadores encontraron una clara relación entre el riesgo genético de los pares y la probabilidad de los individuos objetivo de desarrollar un trastorno psiquiátrico.
Más conexión entre compañeros con la misma vocación
Estos efectos fueron más fuertes en el instituto, especialmente entre los compañeros de clase. Es más, dentro de esos compañeros, el impacto era mayor entre aquellos que compartían la misma carrera vocacional entre los 16 y los 19 años. Los efectos genéticos sociales para los compañeros de clase fueron mayores para los trastornos por consumo de drogas y alcohol que para la depresión mayor y el trastorno de ansiedad.
No obstante, todavía son necesarias más investigaciones para entender por qué se dan estas conexiones tan complejas. “La explicación más obvia de por qué las predisposiciones genéticas de los compañeros podrían estar asociadas con nuestro propio bienestar es la idea de que las predisposiciones genéticas de nuestros compañeros influyen en su fenotipo, o la probabilidad de que sus compañeros también estén afectados por el trastorno”, explica.
En cambio, según la profesora, descubrieron “que las predisposiciones genéticas de los compañeros estaban asociadas con la probabilidad de que los individuos objetivo sufrieran el trastorno” incluso después de que contralaran estadísticamente si los compañeros estaban afectados o no.