La píldora es uno de los métodos anticonceptivos hormonales más populares entre las mujeres gracias a su alta efectividad (más del 99%) y su seguridad. Este fármaco contiene unas hormonas sintéticas que imitan las hormonas naturales del cuerpo femenino, que son los estrógenos y la progestina.
Su modus operandi es sencillo: la píldora suprime la ovulación y hace que la mucosidad del cuello uterino se vuelva más espesa, lo que dificulta el paso de los espermatozoides al útero. Además, hace que el revestimiento del útero sea menos propicio para la implantación del óvulo fertilizado.
Sin embargo, a pesar de su popularidad, una de cada diez mujeres que usan este método anticonceptivo sufren más riesgo de desarrollar depresión, según un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia) publicado en la revista Obstetrics & Gynaecology. La profesora adjunta de Psicología de la Universidad de Michigan, Natalie C. Tronson, es investigadora y experta en la neurociencia del estrés y otros trastornos de salud mental desde una perspectiva de género. Para Tronson, conocer cómo afectan los anticonceptivos hormonales al estado de ánimo es esencial para predecir el impacto del medicamento.
El estrógeno y la progesterona (existentes de forma sintética en la píldora anticonceptiva) son hormonas fundamentales para una correcta salud cerebral. Por ello, no es de extrañar que una alteración de los niveles hormonales producida por la píldora pueda tener cierto impacto, más allá de en los órganos reproductivos. El hipotálamo, una región cerebral clave del cerebro, coordina los niveles de hormonas ováricas, aunque los efectos de estrógeno y progesterona se extienden más allá de la reproducción. Estas hormonas influencian la memoria, las emociones y la respuesta al estrés, regulando procesos neuronales y celulares vitales.
En cuanto a la respuesta al estrés, los anticonceptivos hormonales también intervienen. Estos actúan reduciendo la producción de cortisol, la hormona del estrés, durante situaciones estresantes, un fenómeno observado tanto en estudios humanos como en modelos animales. Esta interacción entre sistemas hormonales y de estrés puede modular el estado de ánimo de manera significativa, aunque la relación con la depresión varía según el individuo, como explica Tronson.
A pesar de estos efectos, los anticonceptivos hormonales no aumentan significativamente el riesgo de depresión en la mayoría de las personas que los utilizan. No obstante, el proceso de encontrar el método adecuado puede ser complejo y a menudo implica ensayo y error. Así, identificar factores individuales que puedan aumentar el riesgo de efectos adversos puede mejorar la experiencia de los pacientes y ayudarles a tomar mejores decisiones (o, al menos, con más información) sobre su salud reproductiva y emocional.
Otras consideraciones a tener en cuenta de la píldora
Aunque se trate de uno de los métodos anticonceptivos más populares y seguros, sigue teniendo una serie de contraindicaciones, como todos los fármacos:
- Efectos secundarios. Aunque la mayoría de las mujeres toleran bien las píldoras anticonceptivas, algunas pueden experimentar efectos secundarios como náuseas, sensibilidad en los senos, cambios de humor, dolores de cabeza o manchas entre períodos.
- Interacciones medicamentosas. Algunos medicamentos, como ciertos antibióticos y anticonvulsivos, pueden disminuir la eficacia de las píldoras anticonceptivas. Es importante hablar con un médico si se está tomando otros medicamentos.
- No protege contra las ETS. Las píldoras anticonceptivas no protegen contra las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Es importante usar condones para protegerse contra las ETS, especialmente si se tienen múltiples parejas sexuales.
- No adecuado para todas las mujeres. Algunas mujeres no deben tomar píldoras anticonceptivas debido a ciertas condiciones médicas, como antecedentes de coágulos sanguíneos, enfermedad hepática grave o cáncer de mama.