Girona es una de las provincias españolas con un panorama gastronómico más destacable. Grandes chefs elaboran sus platos de alta cocina en restaurantes con estrella Michelin, al mismo tiempo que cocineros de pequeños bares y tabernas mantienen viva la esencia tradicional de la gastronomía catalana. Más allá de la capital, grandes propuestas gastronómicas se esconden en pequeños pueblos con mucha belleza y una excelente gastronomía. Sant Gregori es uno de ellos, un pueblecito de poco menos de 4.000 habitantes, ubicado en la entrada al Valle de Llémena a tan solo siete kilómetros de Girona.
Es allí, en este pueblo gironés, donde el prestigioso cocinero Joan Roca, del triestrellado Celler de Can Roca, ha encontrado uno de sus restaurantes preferidos. Así lo desvelaba en la última entrega de los conocidos Soletes Repsol, la distinción más joven e informal de la guía que reconoce los locales informales de mejor calidad del país.
En esta nueva edición, presentada hoy en la localidad murciana de Lorca, la guía ha añadido más de 500 nuevas recomendaciones, repartidas entre las grandes y pequeñas ciudades, pueblos de montaña y localidades costeras de todo el país. Para hacer este listado, la guía ha contado con la ayuda cocineros distinguidos que han desvelado sus recomendaciones; restaurantes, bares y terrazas donde ir a tomar algo y disfrutar de la gastronomía española en su versión más cercana.
Joan Roca, consultado por esta guía gastronómica, no ha querido perderse la oportunidad de recomendar uno de sus restaurantes tradicionales de confianza, situado en el pueblo de Sant Gregori. Se trata de Can Ribas, un restaurante familiar con más de 45 años de historia del que el chef destaca “su buen menú diario y la mano que tienen para la cocina tradicional catalana”.
También puedes seguirnos en nuestro canal de WhatsApp y en Facebook
Can Ribas abrió sus puertas en 1978 y, poco a poco, se convirtió en un punto de encuentro para la gente del pueblo, jóvenes y mayores que se juntaban en este entrañable bar de pueblo para disfrutar de unos buenos desayunos de tenedor y porrones de vino, una sencilla oferta que fue conformando la base del actual restaurante. Los actuales dueños, tercera generación de la familia, han heredado de sus abuelos el know-how de las brasas y la sabiduría culinaria de la auténtica cocina catalana. Estas y no otras son las pautas del restaurante actual, basado en la cocina de proximidad, sencilla y de calidad.
Su carta y sus menús están compuestos de platos de comida tradicional con una vuelta de modernidad que los hacen únicos, todos ellos elaborados a partir del producto de enorme calidad que los diferencia. Entre sus especialidades, se encuentran sus manitas de cerdo a la brasa, los caracoles a la llauna, carnes y verduras a la brasa, el bacalao con cama de escalivada, las alcachofas a la brasa o los canelones.
A todo esto se suma su oferta de platos precocinados que se pueden pedir para recoger en el restaurante, una selección de recetas tradicionales que incluyen opciones como paletilla de cordero al horno, solomillo de ternera con foie y salsa de setas, canelones con diferentes rellenos o calamares rellenos de rape y langostinos.