Los problemas de salud mental son uno de los grandes retos de la era contemporánea. En este momento, más de un millón de personas sufre un trastorno mental grave en España, según los datos del Ministerio de Sanidad. Del igual modo, la ansiedad, la depresión, los comportamientos autolíticos o los trastornos de la conducta alimentaria afectarán a casi un 10% de la población en algún momento de su vida. Ante esta situación, el acceso a una asistencia psicológica de calidad resulta imprescindible para los pacientes. Sin embargo, el contexto socioeconómico actual, así como las condiciones laborales con las que lidian los psicólogos clínicos y sanitarios en España, dificultan este hecho.
“Ahora mismo hay un gran problema con cómo está repartido el panorama de los psicólogos en España. Muchas veces los profesionales estamos entre la espada y pared”, revela a Infobae España Andrea Ramos, psicóloga sanitaria. Así, en el ámbito de la psicología nacional se diferencian dos áreas distintas: la pública y la privada. Ramos pertenece a este segundo grupo, que para ejercer necesita aprobar la carrera y un máster habilitante de dos años. “Si te dedicas a la rama sanitaria hay dos opciones, o tienes un contrato o trabajas como autónomo”, explica. Y esta condición de autónomo es el germen del que nace una gran parte de los problemas. “Hay muchos falsos autónomos, te exigen las condiciones de tener un contrato, obligándote a atender semanalmente a un determinado número de pacientes, pero estás dado de alta como trabajador por cuenta propia”, asegura.
Son muchos los psicólogos sanitarios que se ven afectados por la sobrecarga laboral. “Al final puedes llegar a atender a 40 pacientes semanales, que es una barbaridad. Pero hay que tener en cuenta que el profesional a veces también necesita coger tantos pacientes porque no le llega el sueldo”, comenta Andrea Ramos. Las consecuencias de este escenario son claras: la frustración profesional crece y la atención al paciente empeora. “Ante la alta demanda, las listas de espera aumentan, ralentizando la atención personal. Por otra parte, cuando no se tiene en cuenta la salud mental del propio profesional, a veces se recurre a sobresaturarle y el servicio obviamente es peor”, advierte.
En este sentido, la sobrecarga laboral es algo que también afecta al sector público, al que se accede a través del examen PIR, que es el primer paso a una formación de cuatro años de residencia en hospitales o centros de salud mental del Sistema Nacional de Salud. Gabriel Ródenas, portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica (ANPIR), asegura a este medio que en el ámbito clínico la carga asistencial también es muy elevada. Según las recomendaciones de la OMS, la cantidad mínima de psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes debería ser de 20. Sin embargo, actualmente la media nacional es inferior a seis. En comunidades como Andalucía la cifra baja a tres. “Cada vez estamos acortando más el tiempo y la frecuencia de las sesiones. También nos encontramos con otras dificultades propias de la institución, como son los espacios físicos. Todo esto nos atraviesa diariamente y afecta a la relación entre el clínico y el paciente”, sentencia.
Cómo gestionan los psicólogos la carga emocional de su profesión
Las condiciones laborales con las que lidian los psicólogos sanitarios, así como los problemas del sistema público de salud español, son una presión añadida a un trabajo que se caracteriza por tener una fuerte carga emocional. “Hay muchas historias de sufrimiento, algunas muy duras y con distintos perfiles de gravedad. Al fin y al cabo no es un trabajo fácil”, confiesa Gabriel Ródenas.
En este punto, clínicos y sanitarios coinciden en que lo que se vive en las consultas puede llegar a superar la barrera de lo profesional. “Depende de cada historia, y aunque es verdad que hay que ser neutro y objetivo, la realidad es que es una relación más, es una relación terapéutica, pero en la que al final tú te vinculas con las personas”, asevera Andrea Ramos.
Lucía Camín, directora y terapeuta de Alcea psicología, señala la capacidad para disociarse de los problemas personales en consulta, así como la necesidad de encontrar el equilibrio entre lo personal y lo profesional, como dos herramientas clave para lidiar con la carga emocional que acompaña a la psicología. No obstante, es consciente de que llegar a este punto no siempre es fácil. Por ello, en clínica Alcea ofrecen psicoterapia exclusiva para psicólogos. “La idea de estas sesiones nace de ver cómo muchas veces los psicólogos accedemos a esta profesión, bien por tener una personalidad más bien ayudadora, por decirlo de alguna manera, o bien por haber tenido unas experiencias personales difíciles. Ambas cosas tienen implicaciones en la persona. Además, estar expuesto sesión tras sesión a problemáticas muy duras, al final te deja huella”, relata a Infobae España.
La frustración y el estigma pueden interponerse a la hora de pedir ayuda externa como profesional de la salud. Sin embargo, los tres psicólogos entrevistados han destacado el carácter positivo de acudir a terapia a pesar de dedicarse a ello a nivel profesional. Las razones van desde el aumentar la capacidad de empatía con los pacientes, hasta la necesidad de reservar un tiempo para atender a sus necesidades personales. “Para fomentar el autocuidado entre profesionales, hay que diseñar espacios de supervisión que permitan hablar entre compañeros de todas las cosas que nos afectan en el trabajo y también para que podamos gestionarlas de una forma en la que no nos repercuta tanto”, agrega Gabriel Ródenas.
“Como eres psicólogo, se supone que ya sabes cómo funciona el comportamiento y entonces sabes autogestionarte a ti. Pero hay veces que no, porque nos pasan cosas que nos sobrepasan y, efectivamente, pedir ayuda tampoco es malo”, concluye Ramos.