Situada en la cabecera del Rastro de Madrid, la plaza del Cascorro ha sido y es un hervidero de gente, curiosidades e historias. Si hoy pasamos por allí, encontramos terrazas repletas de madrileños y visitantes que acuden los sábados y domingos a disfrutar de un vermú o una caña al sol, acompañada de una tapa o unas raciones para compartir. Pero bien distinto era el ambiente de esta concurrida plaza hace casi un siglo, cuando uno de los bares más antiguos de la ciudad comenzó su andadura en esta plaza del barrio de Embajadores. En uno de los laterales de Cascorro se encuentra Casa Amadeo, una taberna de cocina tradicional española fundada en 1942 que sigue manteniendo intacta su esencia.
Casa Amadeo – Los Caracoles es uno de esos pocos y valiosos reductos de la buena tabernería del siglo pasado. Quien visite esta taberna de decoración vintage (si así se puede llamar a lo auténticamente antiguo), se sorprenderá de encontrar tras la barra a Amadeo Lázaro que, a sus más de 90 años, aún se deja caer por allí de vez en cuando. Es el alma del negocio, un chiquillo burgalés que llegó a Madrid con solo 10 años y que aprendió el negocio de la hostelería en los castizos bares de la capital.
Tras comenzar en el bar de su hermana, Amadeo pasó con solo 13 años a otra taberna en la plaza de Cascorro n.º 15, donde aprendió todo lo que hay que saber para llevar una taberna. Solo recibía 50 pesetas al mes, además de cama y comida. Desde aquel año 1942 que se trasladó a Cascorro hasta hoy, Amadeo sigue en la plaza, inamovible a pesar del paso del tiempo. Junto a su madre, adquirió poco después el local, que más adelante trasladarían al número 18 de la misma plaza.
Al principio solo vendían vino, aguardiente y alguna pequeña tapa de aceitunas o de bacalao. Pero, con la llegada a Madrid de su madre, la oferta empezó a ampliarse. Los caracoles que hoy dan nombre al local fueron una de las primeras recetas en triunfar en esta taberna, que cuenta ahora con dos plantas de paredes llenas de carteles y recuerdos del Madrid que fue. El negocio poco a poco fue a más, los caracoles de la casa crecieron en popularidad y la familia añadió nuevos alicientes a la cocina, ampliando la variedad de ingredientes hasta llegar a las recetas de hoy en día.
Amadeo hace tiempo que pasó el testigo de este histórico bar a una nueva generación que sigue manteniendo intacta la receta de caracoles guisados, la absoluta especialidad de la casa. Se elaboran en una cazuela de barro con chorizo y pimentón, una mezcla que conforma una deliciosa salsa en la que mojar pan hasta decir basta. Además de caracoles, en esta taberna podemos disfrutar de platos de cuchara típicos de la gastronomía nacional, tales como callos, oreja, judías viudas, rabo de toro o mejillones a la marinera.
A esto se suman sus raciones, entre las que destacan el bacalao rebozado, cangrejos de río, zarajos, croquetas caseras, morcilla de Burgos, calamares a la romana y torreznos. Opciones más frescas, a base de vegetales, se suman a su carta; pimientos fritos, ensalada de ventresca, jugosos tomates... En su barra también se pueden picar algunos Ibéricos de gran calidad, como el jamón de paleta ibérica, el lomo, el chorizo o el salchichón, todo ello de Guijuelo.