Nadie diría que es posible comerse unas bravas acompañadas de una caña bien fría de Estrella Galicia, ni una paella, un chorizo a la sidra o unas croquetas, en pleno Manhattan. Sin embargo, así es. En la Gran Manzana se pueden encontrar diversas opciones de gastronomía española, restaurantes que llevan al otro lado del charco los mejores platos y productos ‘made in Spain’. No es ninguna nueva moda, ni una tendencia que se explique con la globalización gastronómica creciente. Ya en los años 30 del siglo XX algunos restaurantes españoles triunfaban en Nueva York, siendo El Quijote el mejor ejemplo de ello.
El restaurante El Quijote abrió sus puertas por primera vez en 1930, en la planta baja del Hotel Chelsea, un lugar que ocupó durante casi 90 años. Su ubicación fue clave para entender su éxito: unas calles al sur de Little Spain, el barrio donde se asentaron durante décadas los inmigrantes españoles que llegaban a la isla.
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Este restaurante de cocina española, con una decoración de estilo kitsch, murales de toreros y una estatua del personaje de Miguel de Cervantes, se convirtió rápidamente en uno de los lugares de moda de la ciudad. Antes de su desaparición, genios de la contracultura y artistas atormentados frecuentaron sus mesas, habituales también del emblemático hotel que lo albergaba.
A partir de los años sesenta, en su trastienda se reunían Andy Warhol y el escritor William S. Burroughs, así como Jimi Hendrix y los miembros de Jefferson Airplane. Se rumorea que Janis Joplin provocó algunas escenas en su comedor y que Patti Smith, que solía robar los caparazones de langosta sobrantes para los proyectos artísticos de Robert Mapplethorpe, escribió sobre el lugar: “El Chelsea era mi casa y El Quijote mi bar”.
En 2018, cuando el Chelsea comenzó sus reformas, El Quijote cerró sus puertas temporalmente. Nueva York perdía así al que era el restaurante español con más historia de Manhattan, una distinción que hasta 2012 ostentaba El Faro, que tuvo que echar el cierre por no poder asumir deudas de miles de dólares con el Departamento de Salud neoyorkino. No obstante, El Quijote renacía en 2022, coincidiendo con la reapertura del revitalizado Hotel Chelsea y devolviendo a la ciudad uno de sus clásicos.
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El restaurante no solo mantuvo intacta su estética y ambiente, sino que también quiso conservar los platos estrella de su carta, ahora mucho más reducida y algo más cara que entonces. Como ya era desde los inicios, la sangría sigue siendo ahora la bebida más solicitada por los que cruzaban sus puertas, la paella valenciana, el plato estrella y el bogavante, su lujo más exquisito.
Quienes vayan a comer a El Quijote podrán probar aperitivos como las ostras en escabeche, así como auténticos clásicos de la cocina española como las patatas bravas o las croquetas de jamón. El jamón ibérico, también los quesos producidos en España, aparecen en su carta, junto a otros entrantes como los calamares fritos o las gambas al ajillo.
Además de su clásica paella de temporada, en El Quijote se pueden probar otros platos principales como el pollo asado en escabeche o la merluza con almejas. El festín acaba con su selección de postres, entre los que no puede faltar la famosísima tarta de queso vasca o basque cheesecake, la horchata o la leche merengada.