En el corazón de la provincia de León, a 20 kilómetros de la capital, se halla Valdevimbre, un pequeño pueblo de poco menos de mil habitantes que ha sabido combinar su ancestral tradición vitivinícola con un enorme atractivo gastronómico. Valdevimbre es famoso por sus bodegas-restaurante, donde se pueden disfrutar los platos más típicos de la cocina leonesa en un ambiente único: cuevas excavadas en laderas, algunas con más de 250 años de antigüedad. De las más de 300 cuevas catalogadas, muchas funcionan como hoteles o restaurantes, aunque la mayoría aún se utilizan para almacenar vino.
Entre todos estos singulares espacios destaca la Cueva del Túnel, el más antiguo de los restaurantes-cueva de la zona. Abierto en 1979 como la primera bodega-restaurante del lugar, comenzó ofreciendo un sencillo menú basado en embutidos, morcilla y su famosa tortilla guisada, un plato que rápidamente ganó popularidad y se extendió entre los establecimientos del pueblo.
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A día de hoy, sigue siendo una de las mayores referencias de la zona, tanto que el restaurante ha conseguido la recomendación de la Guía Repsol. Forma parte de su lista de Soletes, un reconocimiento que destaca su “cocina tradicional leonesa con toques de vanguardia en un entorno alucinante”. “Se come de lujo”, asegura la descripción elaborada por la guía.
El restaurante ofrece ahora una amplia carta de la que destacan especialidades como las chuletillas de lechazo, los pimientos asados, la morcilla de León, las mollejas de lechazo y el rabo estofado. La tortilla guisada sigue siendo uno de los best sellers de su oferta gastronómica, sumándose a otras opciones como el paté de berberechos, las carnes a la parrilla, el bacalao y sus postres caseros. La Cueva del Túnel ofrece además dos menús degustación que permiten a los visitantes explorar la esencia de este histórico lugar, abierto todos los días excepto los miércoles.
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Valdevimbre no solo es conocido por su gastronomía, sino también por su absoluta dedicación al vino. En sus enormes hectáreas dedicadas a la uva se produce el apreciado Prieto Picudo, un vino de Denominación de Origen León que se caracteriza por su sabor dulce pero fuerte. Esta variedad de vino recibe su nombre de las características de su racimo prieto y sus uvas picudas. Para poder recogerlas hay que hacerlo de rodillas, un método que se conoce como Poda en rastra, y que es único en la localidad. El vino no es solo un producto que disfrutar en sus bodegas; las recetas y productos más típicos de la zona también tienen que ver con el zumo de uva, protagonista incluso en uno de sus platos como es el chorizo al vino.
En este peculiarísimo restaurante se pueden probar algunos de estos exquisitos vinos de la zona, que son ecológicos y se nutren con las variedades autóctonas de León. Las paredes de arcilla, el ambiente frío que mantiene los vinos en su perfecta temperatura y la iluminación tenue a base de velas y pequeñas luces amarillentas hacen de este restaurante un lugar idílico que nos trasporta a otras épocas.