España no solo es el país que más aceite de oliva produce, sino que también es el lugar del mundo donde más aceite de oliva se consume. Este alimento forma parte fundamental de la identidad de nuestro país y, sin él, es imposible entender la forma en la que comemos. Es más, su reinado en las cocinas contribuye, según los expertos, a que seamos uno de los países con mayor esperanza de vida del planeta.
No obstante, en el último año, las subidas de precios han hecho que su prevalencia en nuestra dieta se tambalee. Este histórico incremento de precios tiene tras de sí factores como la sequía extrema o los fenómenos meteorológicos, causas que han provocado que el precio de los aceites de oliva haya subido, de media, un 180% en España desde 2022, según el INE. A pesar de todo esto, comienzan los rumores sobre una posible estabilización de los precios, que podrían evolucionar a la baja en los próximos meses.
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Hablamos con Teresa Pérez, directora general de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español, una organización sin ánimo de lucro que agrupa todos los eslabones de la cadena de producción y comercialización de los aceites de oliva, con el objetivo de promocionar el consumo de los Aceites de Oliva de España en todo el mundo. En un momento clave para el futuro del consumo de este tipo de aceites, la organización acude estos días a Salón Gourmets para promocionar sus productos y hacer ver que, en realidad, utilizar aceite de oliva sale rentable.
¿Cómo resumirías la situación actual del aceite de oliva español?
Después de dos campañas consecutivas muy complicadas por la baja producción debido a la sequía y unos precios máximos históricos, estamos en un momento de análisis. Hemos descubierto que, a pesar de los precios, el consumidor ha seguido muy fiel al producto porque tenemos una cultura gastronómica ligada a los aceites de oliva, es algo muy nuestro y a lo que una buena base de consumidores no está dispuesto a renunciar. Es verdad que los precios han subido. Es verdad que no estamos acostumbrados a estos niveles de precio. Por eso, en el Salón Gourmet hemos querido trasladarle a los consumidores que realmente el coste del aceite en cada una de las recetas es muy pequeño, y más si lo comparamos con todos los beneficios saludables que aporta. Por lo tanto, estamos en un momento en el que también se están percibiendo ciertas bajadas de precios, ya pensando en cuál será la floración y la estimación de producción de la próxima cosecha. Si la próxima cosecha es una cosecha buena, cabe esperar que haya una modulación de precios. Pero todavía es pronto para esto.
¿Cuándo podremos saber hacia dónde irán los precios?
Para esto hay que esperar por lo menos al mes de mayo, donde ya tengamos floración y cuajado y ya se vea un poco cuál está siendo la evolución del mercado en cuanto a salidas, a ventas y cuál va a ser esa estimación de producción. Piensa que probablemente este va a ser el año que se cierre con las menores disponibilidades de stock a nivel mundial. Eso quiere decir que acabará muy ajustado, pero la estimación de cosecha y de producción es la que va a dictar un poco la evolución de los precios.
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Estas semanas se habla de una perspectiva de bajada
Sí hay una bajada ligera, pero también es verdad que ha habido ralentización de las operaciones, con lo cual todavía es algo que el consumidor no va a percibir. Hay que esperar.
¿Cómo se explica que a veces el aceite de oliva sea más caro en España que en otros países, siendo nosotros un productor de referencia?
España no solo es el país que más produce, sino que es el país del mundo donde más aceite de oliva se consume per cápita. Eso quiere decir que tenemos la máxima rotación en los lineales y eso también conlleva que los precios estén actualizados. Cuando estábamos en una evolución de precios al alza, el precio en los lineales españoles empezó a subir cuando todavía en el extranjero encontrabas precios más bajos. Claro, el consumidor se preguntaba: ‘¿Cómo es posible que en España sea más caro que fuera?’ Pues porque ese aceite se había comercializado ya meses antes y todavía tenía un precio antiguo. Lógicamente, la actualización de precios terminará llegando también allí.
A nivel gastronómico, ¿habéis notado que se hayan sustituido los aceites de oliva virgen extra y aceites de oliva por otras grasas?
Hay un poco de todo. Hay un 30% de consumidores que ha migrado a otros aceites, pero si lo comparamos con los datos de la subida de precio, que ha supuesto casi un 180% desde hace tres años, una bajada del 30 no es nada. Quiere decir que los consumidores que apuestan por los aceites de oliva siguen haciéndolo. Sí que hemos percibido una disminución en el volumen de consumo. Es decir, la gente compra formatos más pequeños y hace un consumo un poquito más ajustado, es decir, en las situaciones de precios altos, la gente es menos generosa a la hora de echar de la botella.
Debido a las subidas, muchos hemos apostado por las opciones más baratas, comparando precios como principal factor de decisión. ¿Qué consejos nos podrías dar para reconocer un buen aceite de oliva y diferenciarlo de uno que sea de peor calidad?
El aceite de oliva virgen extra es el top de la categoría. Es un aceite que tiene que oler a elementos vivos de la naturaleza, como si fueras un día al campo. Cuando abras una botella tiene que recordarte al aroma de la aceituna, además de las notas aromáticas dependiendo de la variedad. Por lo tanto, esta es la primera de las claves. En lo demás, hay máximas garantías porque en Europa y en España tenemos los máximos controles de calidad. Por lo tanto, ya a nivel de etiquetado, hay controles fisicoquímicos que un consumidor en la boca no lo va a poder percibir. Pero podemos confiar plenamente en que el producto que hay en la botella corresponde con el etiquetado que lleva.
¿De qué formas podemos introducir el aceite de oliva virgen extra en nuestra alimentación diaria?
El aceite de oliva vale para todas las edades y para todos los platos. No hay momento del día en el que no haya posibilidad de incorporar aceites de oliva. La cantidad diaria recomendada por el sector médico son en torno a 40 a 50 mililitros por persona al día. Para tener todas las propiedades, con 20 sería suficiente. Cada diez mililitros es una cucharada sopera. Piensa que si uno quiere hacer un desayuno saludable y le pone una tostada aceite de oliva virgen extra llevará una cucharada por la mañana. Si ha hecho una ensalada para comer o un pescado a la plancha y le ha puesto un chorrito a la sartén, en total ya va a haber usado otros diez mililitros. ¿Y para cenar? Pues un huevo frito, una tortilla… Cosas muy nuestras. También a los amantes del salmorejo o del gazpacho, ahí podemos utilizar otros 10 o 20 mililitros. Con todo esto, una persona habrá ingerido la cantidad suficiente para ganar esos beneficios que aporta el AOVE. A esto hay que sumar intentar tener una dieta saludable y evitar otros aceites o grasas que no tienen las propiedades que aportan los aceites de oliva. Otras opciones no tienen los beneficios cardiosaludables, ni los antioxidantes naturales y, sobre todo, no tendrán ese sabor y ese aroma que hace que todo esté muchísimo, más rico.
¿Para qué recetas es más apta cada categoría de aceites de oliva?
En caliente usaría un aceite de oliva, porque tiene todo el beneficio nutricional, la composición de ácidos grasos y la riqueza del ácido oleico, pero es más neutro en aroma y sabor, que además se van a evaporar al calentarse. Luego, para todo lo que son salsas y emulsiones utilizaría un virgen. Y para el uso en crudo, cuando tienes una tostada, una crema, en cualquier plato, tanto en la preparación como en la terminación.
Desde la Interprofesional de Aceites de Oliva, ¿con qué retos os encontráis a continuación?
El reto es ir ampliando esa base de consumidores fieles que, independientemente del nivel de precios, no estén dispuestos a cambiar los hábitos de vida por otras alternativas, porque no son sustitutos, porque nunca te va a aportar lo mismo. Y ahí tenemos el reto, seguir abriendo mercados y seguir consiguiendo que los aceites de oliva de España se conozcan como líderes mundiales. España comercializa y produce una de cada dos botellas de aceite de oliva que se consume en el mundo, pero mucha gente no lo sabe. Y en España, trabajar mucho más para crear cultura del aceite de oliva. Que los consumidores conozcan mejor las categorías comerciales y las recomendaciones de uso para poder también ajustar ahí el gasto que uno hace y poder sacar beneficios de las distintas categorías.