El síndrome del emperador o cuando son los niños los que mandan en casa

Este trastorno de conducta infantil hace referencia a aquellas niños con baja empatía, faltas de respeto a las figuras de autoridad y un rechazo total a las normas

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Una niña enfadada en un supermercado (Shutterstock)
Una niña enfadada en un supermercado (Shutterstock)

Tienen rabietas frecuentes, faltan el respeto a los demás y sus comportamientos desafían las figuras de autoridad. Estas actitudes responden a un tipo de trastorno de conducta infantil que la psicología ha nombrado como “síndrome del emperador”. En ocasiones, se conoce como el “síndrome del niño rey”, pues su comportamiento autoritario termina, en muchas ocasiones, por manipular la voluntad de los padres.

Este término ha sido objeto de estudio e interés tanto en la psicología como en la psiquiatría, ya que puede tener importantes implicaciones para el desarrollo psicológico y social de los niños afectados, así como para su relación con los demás y su funcionamiento en la sociedad. Esto se debe a que este comportamiento no se limita al hogar, sino que se traspasa al entorno escolar afectando así al rendimiento académico del niño.

El gabinete de psicólogos de Málaga, PsicoAbreu, recoge las características propias de estos niños emperadores, que son la baja tolerancia, escasos recursos de solución de problemas, centrados en sí mismos, baja empatía, baja autoestima y rechazo absoluto a las normas. Por ello, los padres pueden necesitar de programas de capacitación en crianza que les enseñen estrategias efectivas para establecer límites claros, fomentar la autonomía y promover la empatía y la compasión en sus hijos. El apoyo escolar también puede ser fundamental para proporcionar un entorno estructurado y de apoyo donde los niños puedan desarrollar habilidades sociales y emocionales saludables.

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Algunos expertos sugieren que la falta de interacción con otros niños y la ausencia de hermanos pueden contribuir al desarrollo del síndrome del emperador. Los niños que crecen sin hermanos pueden tener dificultades para aprender a compartir, cooperar y negociar con sus iguales, lo que puede llevar a comportamientos egoístas y manipuladores. Aparte de esto, otras observaciones clínicas recogidas en la Journal of Abnormal Child Psychology sugiere que puede tener múltiples causas y factores contribuyentes

Uno de los factores principales es la crianza indulgente o permisiva, en la que los padres sobreprotegen y consienten a sus hijos sin establecer límites claros o enseñarles habilidades sociales y emocionales adecuadas. Esto puede llevar a que los niños desarrollen una actitud en la que creen que merecen todo lo que desean sin esfuerzo alguno. Por otra parte parte, la presión académica y el énfasis en el éxito y el rendimiento por parte de los padres pueden provocar que los niños desarrollen una actitud perfeccionista y competitiva, lo que puede manifestarse en comportamientos dominantes y controladores hacia los demás.

La mirada del síndrome del emperador desde la psicología

Desde el punto de vista psicológico, el síndrome del emperador puede estar relacionado con trastornos del comportamiento, como el trastorno negativista desafiante (TND) o el trastorno de conducta (TC), así como con trastornos del estado de ánimo, como la depresión o la ansiedad, como recoge la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP). Los niños afectados pueden tener dificultades para regular sus emociones y responder de manera adecuada a las demandas y expectativas de su entorno.

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No obstante, es importante destacar que el síndrome del emperador no es un diagnóstico oficial en los manuales de diagnóstico psiquiátrico, sino que se considera un término descriptivo utilizado para identificar patrones de comportamiento y actitudes observados en algunos niños que pueden requerir intervención y apoyo psicológico.

El tratamiento del síndrome del emperador generalmente implica una combinación de intervenciones psicológicas, educativas y familiares. Esto puede incluir terapia cognitivo-conductual para ayudar al niño a desarrollar habilidades de manejo del estrés y de resolución de problemas, así como terapia familiar para abordar dinámicas familiares disfuncionales y promover una crianza más efectiva y coherente.

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