La buena cocina es un tesoro cultural que se transmite de generación en generación y hay restaurantes que aún lo demuestran. Cada día, cientos de restaurantes en el mundo deciden cerrar sus puertas, debido a cuestiones económicas, a jubilaciones… Sin embargo, hay otros que mantienen su actividad, imperturbables por el paso del tiempo, algunos llegando incluso a cumplir siglos de antigüedad.
Casa Botín, en Madrid, está considerado por el Libro Guinness de los Récords como el restaurante en activo más antiguo del mundo, con casi 300 años de historia a sus espaldas, pero no es el único que puede presumir de logros de este calado. En nuestro país vecino, Portugal, la gastronomía tradicional también cuenta con sus propios baluartes. El mayor de todos es Martinho da Arcada, un restaurante con más de 240 años de historia que enmarca la esencia de la auténtica tradición culinaria portuguesa.
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Situado en el Terreiro do Paço, popularmente conocida como Plaza del Comercio, este antiguo restaurante se ubica bajo la arcada nordeste de la plaza más bonita de la capital. Fue fundada el 7 de enero de 1782 con el nombre de ‘Casa da Neve’, aunque la historia de este bicentenario restaurante comienza algo antes, el 1778, cuando se inaugura en este local una modesta licorería donde también se podía comprar hielo.
No fue, sin embargo, hasta 1845 que recibió el nombre que aún tiene a día de hoy, ‘Café Martinho da Arcada’. Entre esos años, su nombre fue cambiando con títulos como ‘Casa de Café Italiana’, ‘Café do Comércio’, ‘Café dos Jacobinos’ y ‘Café da Arcada do Terreiro do Paço’.
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Este café es conocido por haber sido el primero de la ciudad en servir helados, frecuentado en sus primeras décadas de vida por la sociedad más elegante de la capital. En la actualidad, el Café Martinho da Arcada está regentado por António de Sousa y su familia, que han seguido manteniendo las tradiciones históricas de este emblemático espacio del centro de Lisboa.
La historia de Martinho da Arcada está indeleblemente asociada a las artes y las letras portuguesas, frecuentado en su momento por importantes políticos, escritores e intelectuales como Afonso Costa, Manuel da Arriaga, Bernardino Machado, António Ferro o França Borges. En su larga tradición literaria, ha tenido clientes como Bocage, Lopes de Mendonça, Cesário Verde, Augusto Ferreira Gomes, António Botto y Almada Negreiros.
Pero uno de sus clientes más asiduos y más conocidos fue sin duda Fernando Pessoa, figura ineludible de la literatura universal y uno de los más grandes poetas de la lengua portuguesa. El escritor tiene incluso una mesa reservada permanentemente y se dice que el escritor tomó allí su último café con Almada Negreiros, días antes de su fallecimiento. Más recientemente, Martinho da Arcada también tiene una mesa reservada permanentemente para el escritor José Saramago.
El paso del tiempo se pueden palpar en las mesas de mármol y en sus míticos azulejos, también en los cuadros que llenan sus paredes y nos permiten observar las fotografías y recortes de prensa que reflejan la historia del local. Tal es la importancia de este local para la historia lisboeta que, en 1984, Martinho da Arcada fue clasificado por el Instituto Portugués de Patrimonio Arquitectónico como bien de interés público, algo que reconoce la relevancia turística y cultural de este tradicional café literario.
La cocina que se puede probar en esta histórica casa sigue siendo tradicionalmente portuguesa y continúa atrayendo a miles de turistas cada año. En 1999 fue incluso elegido el mejor café del año por la “Guía de Cafés Europeos”. En la carta se pueden encontrar algunas de las especialidades de la casa, divididas en carne y pescado, como el Arroz de Pato, el Bacalhau à Lagareiro, los medallones de venado, las sardinas asadas o el famoso Bife à Martinho. Brillan también aperitivos clásicos de la gastronomía portuguesa como son los pasteles de bacalao, peixinhos da horta, almejas ‘Bulhão Pato’ y otras delicias.
Por supuesto, entre sus especialidades tampoco podía faltar el mítico pastel de nata lisboeta, una tartaleta de crema que es sin duda el postre más emblemático del país vecino. En el restaurante Martinho da Arcada lo sirven a centenares, eso sí, siempre acompañado del buen café que caracteriza a este mítico enclave a orillas del Tajo.